Reírse hasta caerse de la butaca. No es literal, es la expresión que se solía usar para referirse a aquellas comedias que producían carcajadas a un nivel imposible de controlar. Zoolander, una de esas comedias, cumple 20 años. Su director es un actor muy conocido, Ben Stiller, pero en el año 2001 recién comenzaba su carrera como estrella de Hollywood. Dos grandes éxitos lo habían puesto en esa categoría: Loco por Mary (1998) y La familia de mi novia (2000). Dos comedias muy distintas entre sí, pero que lo mostraban capaz de sostener un rol protagónico.
Menos conocido es el hecho de que la carrera de Stiller como actor había empezado en la década del 80, con trabajos en series como División Miami y películas como El imperio del sol. Hijo de dos grandes comediantes, Jerry Stiller y Anne Meara, su formación no podía ser más pura. Enamorado de la comedia, en cuanto pudo ir en esa dirección, lo hizo. Sus primeros dos largometrajes como director mostraron un interés por el mundo de los medios: Reality Bites (1994) mostraba el universo de los jóvenes de la era de MTV, y The Cable Guy (1998) analizaba, siempre en tono de comedia, la adicción a la televisión. Ben demostraba ser, además de un realizador interesante, un inteligente director de actores.
Pero Zoolander fue su apuesta más ambiciosa. No solo la escribió, produjo y dirigió, también se reservó el rol principal, el del modelo masculino Derek Zoolander. Para el papel de su contrincante y aliado, Hansel McDonald, eligió a su gran amigo Owen Wilson. El dúo tiene una química legendaria que es el corazón mismo de la historia. Derek es el personaje que siempre le gusta interpretar a Stiller: el estructurado al que se le cae su mundo y hace lo imposible por mantener la compostura dentro del desastre. Y Wilson es un modelo con pretensiones, convencido de ser una persona mística y sensible, aunque ninguno de los dos tiene la más remota idea de nada del mundo real.
Ambos personajes protagonizan esta comedia que parodia al mundo de la moda en particular, pero claramente hace extensiva su crítica a la farándula en general. Derek y Hansel se terminan transformando en dos agentes que viven una historia que remite, entre otras cosas, a la película El embajador del miedo (1962), un clásico del cine paranoico de la Guerra Fría. Aunque un escritor, Bret Easton Ellis, le hizo un reclamo judicial a Stiller porque vio que la trama de Zoolander tenía mucho de su novela Glamourama, publicada unos años antes.
Todo le sirve a Stiller para hacer humor. Cada gag tiene un timing fuera de serie y ambos actores están en su punto más alto. Y no están solos, porque el villano del filme, Jacobim Mugatu, es interpretado por Will Ferrell, otro comediante brillante que en aquel momento estaba en ascenso. Con ellos tres la comedia ya sería un lujo total, pero además están Milla Jovovich, David Duchovny, Jon Voight, Jerry Stiller, Christine Taylor y Vince Vaughn, en pequeños pero importantes papeles. Así de espectacular es el elenco y así de divertido es todo. Aunque quien vea Zoolander hoy también se sorprenderá por los cameos.
Como la farándula y la moda están en el centro del filme, no debería sorprender que hagan breves apariciones Heidi Klum, Paris Hilton, Claudia Schiffer, Victoria Beckham y Donatella Versace. Pero también están Christian Slater, Ben Affleck, Winona Ryder, Lenny Kravitz, Donald y Melania Trump, Tom Ford, Karl Lagerfeld y, en un rol clave, nada menos que David Bowie. Sí, Zoolander es una excelente comedia, pero también es una verdadera fiesta.
Pero que sea una comedia tan graciosa no le quita la posibilidad de mezclar un humor simple con apuntes brillantes acerca de la superficialidad, muchas veces inocua, claro, de las celebridades. Con inteligencia Stiller también se divierte con las poses del mundo de la moda, el esnobismo y los caprichos de los diseñadores. Consigue también momentos de humor absurdo que hablan de un enorme talento para la comedia. Ben despliega su talento en sus cuatro funciones dentro del filme. De allí en más, su carrera iría en ascenso.
Los fanáticos de la película recordarán siempre algunas frases memorables y la mirada magnum del protagonista. Años más tarde Stiller volvió por más en Zoolander 2, pero aun siendo graciosa no se la puede comparar con la original, una de esas películas iluminadas, destinadas a ser clásicos en su género. Para cualquiera que ame la comedia, cruzarse con Zoolander mientras uno busca qué ver es como llegar a un oasis en el desierto. Un oasis lleno de caras conocidas y momentos para caerse del sillón de la risa.
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