La entrevista estaba pautada para las 12:30. A esa hora Lali González terminaría de grabar una escena de La 1-5/18 en Polka y cortaría para almorzar. Además, atendería a Teleshow por Zoom. Luego, retomaría su jornada de trabajo. Sin embargo, los tiempos en las ficciones nunca son exactos, y hubo que repetir algunas tomas. Motivo por el cual, la actriz regresó a su camarín -el que comparte con Bárbara Lombardo- cerca de las 13:30 y ahí sí acomodó el dispositivo y comenzó la nota.
Graciela Belén González Mendoza -tal es es el verdadero nombre de la actriz de 34 años- llegó de Asunción (Paraguay) a Buenos Aires hace seis meses cuando comenzó a grabar la nueva ficción que protagoniza junto a Agustina Cherri, Gonzalo Heredia, Esteban Lamothe y Luciano Cáceres. Viajó a la Argentina junto a su esposo, Walter Rivertos, y su hija Rafaela, que hoy tiene dos años.
—¿Por qué te dicen Lali?
—En mi casa me dicen Belén, otras amigas me llaman Grace. En el colegio éramos muchas de la generación que se llamaban Belén. Cuando entré, a los 14/15 años, me dijeron: “acá hay muchas Belén, vas a tener que buscar un apodo”. Y quedó Lali. Pero no lo elegí como un nombre artístico, sino que cuando empecé a estudiar teatro ya me llamaban así cariñosamente, era mi apodo.
—O sea que respondés a Lali, Grace, Belén. ¡Y ahora también a Rita!
—Un poco sí. Así también me dicen en el rodaje. Me encariñé con Rita, que tampoco está tan lejos de Lali.
—¿Qué estabas haciendo en Paraguay cuando recibiste la propuesta de viajar a la Argentina para ser una de las actrices protagónicas de la nueva apuesta de Polka?
—Estaba en un momento bastante particular: atravesando la pandemia que nos había golpeado a todo el sector del entretenimiento, el teatro y el cine. Yo también soy productora y autogestora de mis emprendimientos, ya sea stand up o un show unipersonal. Tenemos una productora con mi marido y estábamos retomando la producción y viendo lo difícil que era volver con la poca gente establecida por los protocolos en una sala de teatro. Yo personalmente atravesé un momento en el que no tenía trabajo, no generaba. Ahí aparece el llamado de mi representante y me cuenta: “Lali, te están buscando”. Al mismo tiempo se comunicó conmigo el productor del proyecto, y también la directora de casting me mandó un mail. Empezaron a aparecer todos en un momento random (aleatorio). No lo esperaba. No sabía ni que se estaba haciendo este proyecto. Me invitaron a formar parte y a venir a vivir acá. Eso conllevaba dejar todo.
—Imagino que no debe haber sido fácil tomar esa decisión. ¿Qué analizaste en ese momento?
—Cuando me llamaron no creí. Primero dije: “No, me están jodiendo, no es real”. Y justo estábamos en una fiesta con amigas y decía: “Esto no está pasando”. Al día siguiente me levanté y dije: “Esto está pasando, ¿qué hago?”. Porque yo había dicho a todo “sí, sí”, como que no caía. Y al día siguiente una empieza a pensar más en frío: tengo una nena pequeñita que iba a cumplir dos años, cambiarnos de país, estar lejos de la familia, de la abuela, de la gente que me ayuda con la nena. Estar en el plantel protagónico de un elenco implicaba muchas horas de rodaje. Pero en todo el tiempo que estuve tratando de decidir tuve el apoyo de mi familia: “Andate”, “Andá, esta es tu carrera, es tu momento”. Así es esta carrera: uno tiene que abandonar siempre su casa y a mí ya me tocó, pero no tanto tiempo como ahora. Ya tuve la oportunidad de trabajar varias veces fuera de mi país, pero esta vuelta era un año. Y no fue difícil: la verdad que estoy feliz de haberme arriesgado por este papel, por este proyecto, por esta decisión. Y acá estoy.
—¿Ya conocías Argentina?
—Sí, salvo el año pasado por la pandemia, venimos todos los años. También trabajé acá y tengo amigos. Me hicieron sentir como si fuera mi segunda casa, no me sentí extranjera.
—¿Tu marido sigue trabajando a la distancia?
—Él está en Paraguay. Trata de venir una vez al mes. Nos organizamos de esa manera porque él tiene su trabajo allá. Es productor y puede manejar sus tiempos mejor que yo.
—¿Tu hija también va y viene?
—No, está conmigo. Tiene su rutina, va al jardín. Es una nena muy feliz, muy tranquila. Lo más importante es que esté con su mamá, estamos juntas. Y está muy feliz en el jardín.
—¿Fue fácil instalarse cuando llegaron?
—Filmamos en Don Torcuato y había que pensar en la logística porque yo vine exclusivamente para esto. Tenía que vivir en un lugar que me quedara cerca. Y con la ayuda de la producción encontramos uno cómodo, en donde también mi hija va al jardín.
—¿Qué es lo que más te atrapó de este proyecto cuando te convocaron?
—Cuando me convocaron, la verdad, que yo tenía propuestas de cine acá en Argentina, en Paraguay y también en mi unipersonal, que lo hago cada año. Estaba muy enfocada en eso. Vengo del teatro, de una carrera de cine, estoy más acostumbrada a esos tiempos. Y me llamó la atención el desafío de poder incursionar en lo que es una tira diaria, de un rodaje todos los días durante varios meses. Y más allá de todo eso: el personaje de Rita, que es una historia de amor de una mamá. Y a mí eso me tocó mucho el corazón. También tiene que ver con el momento que estoy atravesando como mamá primeriza, estoy tocando esta historia desde un lugar mucho más sensible por ahí de que si me hubiera llegado antes este personaje. Considero que me llegó este personaje en este momento de mi vida por algo. Donde yo puedo tocarlo desde un lugar respetuoso y replantear el tema de la adopción, de preguntarnos cosas que de repente no nos preguntamos todos los días. Que puede tocar el corazón de madres y creo yo que Rita es más que un acento. Rita es más que una paraguaya. Es una mamá, una mujer, el acento es un agregado, un toque que le da un agregado diferente.
—¿Te costó mucho componer tu personaje?
—Me costó. Trabajé mucho con el equipo de dirección. Trabajé mucho el guión porque cuando tengo que readaptarlo necesito hacerlo también a mi jerga, a la forma de hablar, las propuestas que le hice a los directores las tomaron muy bien y me ayudaron a componerlo. Al comienzo pensé que iba a ser muy difícil, estaba muy nerviosa, estás en otro país, con otro equipo de trabajo, en pandemia, es todo nuevo. Y yo creo que sin darme cuenta todo eso me ayudó a estar más atenta, alerta y sensible a esta historia tan hermosa de Rita con su hijo.
—No es la primera vez que te toca trabajar con actores argentinos. ¿Cómo es la experiencia?
—Tengo un equipo de compañeros espectaculares. El arte puede abolir cualquier tipo de fronteras y uno se lleva a casa eso, el cariño. Acá tuve la oportunidad de hacerme varias amigas y amigos. Ahora no me imagino cómo sería mi vida sin ellos porque estamos todo el día juntos. Ellos me ayudaron a estar fuerte y de pie. Parece una tontería estar lejos de casa pero no es fácil en este contexto en donde no se sabe qué va a pasar mañana con la pandemia. Estamos preocupamos por nuestros padres, y ellos me ayudaron a sentirme contenida por un grupo de amigos.
—¿Hubo tiempo para conocer nuevos lugares o hacer turismo?
—Me fui a pasar un fin de semana a Pilar con mi familia. Ahora tengo ganas de empezar a recorrer un poco más. Me hace falta salir, pero estoy grabando todos los días y llega el fin de semana y quiero dormir y descansar.
—Sos abogada. ¿Llegaste a ejercer?
—Empecé a estudiar derecho a la par de que empecé a estudiar teatro y me recibí el mismo año de abogada y de actriz. Trabajé casi 10 años en el Poder Judicial y a la par hacía teatro. Todavía no tenía esa suerte de poder trabajar como actriz. Hasta que pasó el fenómeno de la película 7 cajas, que me dio un giro de poder arriesgarme a la profesión. Nos posicionó a nivel internacional y empezaron a surgir más propuestas para hacer cine. Y acá estoy. Pero seguramente en algún momento voy a volver a desplumar el Código Civil.
—O sea que pensás como actriz, pero también como abogada.
—Sí, pienso todo el tiempo como abogada. De hecho, yo me encargo de ver y gestionar mis contratos. La abogada no se despega. Todo suma.
—En una entrevista con Teleshow, Agustina Cherri dijo que de no haber sido Lola, le hubiera gustado interpretar a Rita. ¿A vos, qué personaje te hubiera gustado interpretar?
—¡El de Renata (Bárbara Lombardo)! Me fascina. Se lo dije desde el primer día. Todavía no tuve la oportunidad de ser una villana. La estoy esperando. Además, con ella somos amigas en la vida real, y tenemos a Romina Ricci de amiga en común.
—Hablando de tu amistad con los actores argentinos, ¿analizaste quiénes estaban en el elenco antes de aceptar la convocatoria?
—Está Nicolás (García Hume), que hace de mi pareja en la ficción, y es mi amigo hace 15 años. Es un descanso estar con alguien que conocés, que sabés que te va a ayudar. Me toca todo el tiempo ser la nueva, estoy acostumbrada a eso, pero acá ya conocía a algunos.
—¿Cómo se vive en Paraguay el éxito de La 1-5/18?
—Espectacular. Se está viendo muchísimo la novela. Me sorprendió, me mandan todo el tiempo capturas y videos de que se juntan a verla y hacen asados. Es tan necesaria la vuelta de la ficción porque da mucho trabajo. Los actores somos la síntesis de todos los que están detrás. Hay demasiada gente trabajando atrás de este proyecto. Se valora mucho el trabajo y cómo le ponen el corazón a todo.
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