Érica Rivas, íntima: su nueva película, el vínculo con Rodrigo de la Serna y la decepción con sus compañeras de Casados con hijos

Estrena El Prófugo, en la vuelta del cine nacional a las carteleras. Y en esta entrevista con Teleshow, habla de todo: la relación de complicidad con su hija actriz, si trabajaría con su ex y el dolor por su salida de la sitcom de Florencia Peña y Guillermo Francella

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Érica Rivas, con Teleshow: cómo acompaña a su hija Miranda en su camino en la actuación y la posibilidad de trabajar con su ex, Rodrigo de la Serna

Su versatilidad y el compromiso con el que encara cada uno de sus proyectos la coloca en la lista de actrices argentinas más requeridas: cine, teatro, televisión. Comedia, drama, suspenso, terror. Parece que Érica Rivas hace todo bien y que se apropia de cada uno de los papeles que le tocan hasta hacerlo suyo, en un match perfecto en que ella les brinda su corazón pero también recibe un aprendizaje de esas mujeres poderosas que caracteriza. Y dejan una huella que la empoderan.

“Siempre me llevo algo de cada una”, explica la actriz desde Berlín, hasta donde llegó para asistir a festivales y dar unas masterclass de actuación. Pero hoy su energía está de este lado del océano: después de mucha espera llega a los cines El Prófugo, tras su paso por importantes festivales el año pasado -como la Berlinale y San Sebastián- y ser suspendido su estreno en varias oportunidades por la pandemia.

El filme dirigido por Natalia Meta está inspirado en la novela El mal menor, de C.E. Feiling, un thriller psicológico que irrumpe por momentos la comedia romántica con algunos toques de humor. La historia se centra en Inés, una cantante lírica y dobladora de películas que comienza a tener pesadillas que se confunden con la realidad. Completan el elenco Nahuel Pérez Biscayart, Daniel Hendler, Cecilia Roth y Mirta Busnelli.

El tráiler de "El Prófugo", con Érica Rivas

Me interesó el guion, leí la obra original y me gustó mucho cómo quedó la propuesta que me hizo la directora. Yo estudié Psicología y los cortes entre el sueño y la vigilia son un tema que me conmueve, que me llama, que me interesa expandir esa frontera entre las dos cosas. Lo que tiene que ver con el fin del amor y el principio de uno nuevo, con el sentido de enamorase, con la apropiación del cuerpo del otro. Tocaba temas muy interesantes que para mí son claves para pensarse en este mundo”, explica Érica, entusiasmada.

Para componer a Inés, tuvo que aprender canto lírico y doblaje, una rama de la actuación que la dejó fascinada y de la que no descarta adentrarse aún más: “Trabajé con el coral femenino de San Justo, que es ahí donde pertenece mi personaje. Tuve muchísimas clases, fue muy difícil llegar al registro que necesitaba, pegarle en la nota, encima es una soprano que está teniendo problemas de la voz. Y también conté con Lourdes Cetrángolo, que es amiga y actriz de doblaje, y me ayudó a descubrir un universo que me abrió muchísimas dimensiones más. Con todo lo que me enseñó me encantaría doblar en un futuro, pero es un trabajo muy difícil porque están en una precarización muy fuerte”.

“¿Sabías que las actrices de doblaje hacen siempre las voces de niños?”, pregunta Rivas, siempre abriendo interrogantes, desafiando lo establecido y militando la igualdad de género. Sobre feminismo; la relación con su hija Miranda, que tiene 20 años y también es actriz; el vínculo con su ex marido, Rodrigo de la Serna; la polémica salida de Casados con hijos y su presente, habló a solas con Teleshow.

Junto a su hija Miranda,
Junto a su hija Miranda, de 20 años, protagonizaron el filme Bruja

—Tu hija se pudo contagiar pronto de tu pasión por la actuación y encontró su vocación. ¿Cómo la acompañás sin invadirla demasiado?

—Todo el tiempo estábamos chequeando si era real o no, si pobrecita, no tenía una deformación profesional por tener padres actores. Pero no, ahora está haciendo una serie en Madrid para Apple TV; estuve con ella hace poco. Y terminó de hacer una película el año pasado con Leo Sbaraglia. La veo muy feliz. Está muy contenta, le encanta actuar. Desde chica viene escuchando, viendo y tiene una antena muy afilada. Todo lo que uno le pueda decir ya lo escuchó, es su ámbito natural. Yo muchas veces le decía: ”Mirá, apareció tu padrino en el diario” (por el actor Diego Topa), y ella me respondía: “Ah, sí”, como que le parecía normal que la gente saliera en el diario. A mí me costó tanto, mi familia no tenía nada que ver con esto y todo me parecía alucinante. Siempre me sentí extranjera y que ella se sienta así, tan en familia, con esa felicidad que te da arriesgarte sabiendo que te quieren y que te acompañan, me da tranquilidad.

—¿Les gustó filmar juntas? ¿Repetirían la experiencia?

—Yo sí, pero no sé si ella va a querer porque ahora está en el momento de la adolescencia, en que ya no sé. Filmamos dos películas juntas, una cuando ella tenía 8, Antes del estreno, que quise como entrarla en ese mundo de la familia cinematográfica, y hace dos años Bruja, y fue hermoso. Mi intención es esa: ir acompañándola en la vocación. Le gustó mucho y a mí también me encantó compartir escenas con ella porque es una loca, es divina, tiene lo mejor de los dos para mí. Tiene la locura de Rodrigo, esa cosa imprevisible tan genial, y además tiene algo propio, que llega lo que hace, es muy hermosa, muy arriesgada, es divina.

—¿Te imaginás en una producción trabajando los tres en familia o preferís mejor no mezclar?

—Nunca me lo imaginé. Puede ser... En algún momento por ahí se da. A mí Rodrigo me sigue pareciendo uno de los mejores actores argentinos; eso no cambió. Es increíble lo que hace, es muy hermoso su trabajo. Desde siempre, antes de conocernos incluso, a mí me parecía lo mismo él. Lo admiro mucho como actor.

¿Seguís sus trabajos? ¿Viste La Casa de Papel, por ejemplo?

—Algunos sí y otros no. La Casa de Papel no la vi todavía pero sí, sigo su carrera, más que nada lo sigo como papá, me imagino que a él le debe pasar lo mismo aunque bueno… ¡ya te veo todas las veces como papá! (risas). A él le debe pasar igual.

—Una vez dijiste que te encantaría dirigir cine. ¿Se acerca el momento o aún es muy lejano?

—Lo veo muy lejano pero por mi inseguridad, por esa sensación de sentirme extranjera en todos lados y de tener que contar con un montón de títulos para darme el valor para hacerlo. Siento que tiene que ver con ese mandato patriarcal de que una tiene que estudiar tres veces más que cualquiera para llegar a esos puestos y sobre todo a la dirección, que tiene una estructura militar en la que el director está por arriba de todos y hay escalafones dentro de esa pirámide. Para ocupar ese puesto tengo que estar súper híper segura, con certezas, con títulos.

—Pero tenés más de 20 años en la industria…

—Sí, tenés razón, pero mirá lo que es que yo no lo siento... Tengo más horas de set que un montón de directores que recién empiezan, sin embargo, como actriz me pongo a disposición de esa gente que quizás no sabe. A lo mejor si todo fuera menos patriarcal yo podría aportar mi punto de vista, compartirlo, ser generosa con los años que tengo en la industria y saber que se me va a escuchar, con cariño. Pero bueno, estamos ahí.

—¿Lo estás trabajando, vas a terapia?

—Sí, por supuesto: terapia siempre (risas). Mientras, hablo con vos, que también sos mujer, y con compañeras que me escuchan, y que por ahí podemos compartir esta forma de vernos, que es difícil. Por eso me gusta decirlo, porque muchos creen que soy una superheroína que siempre digo todo y no: ninguna mujer puede hacer las cosas sola. Por eso es necesario estar en red, que nos abracemos, que nos comprendamos, que nos podamos dar cuenta que cuando peleamos por algo, vamos a tener miedo. Vengo trabajando conmigo misma porque a pesar de todo me siento insegura como si recién hubiera empezado. Lo que digo nos pasa a todas, no es solo a mí.

—¿Dónde buscás refugio, armás redes o encontrás esos espacios?

—Tengo amigas femininjas, muchas. Tengo a mi terapeuta que también es feminista y la recomiendo. También mentoras feministas que les consulto muy seguido sobre cosas y cómo me voy moviendo. Toda esta red que te digo, me arman y me sostienen, me aclaran sobre luchas que comparto pero que quizás no vivo diariamente, me ayudan a saber si voy bien. Esa contención es necesaria y fundamental para poder moverse en este mundo en el que somos extranjeras porque no está construido para nosotras, entonces tenemos que juntarnos para darnos fuerza para seguir.

—Se te ve con intención de incorporar el lenguaje inclusivo de a ratos. ¿Te cuesta?

—Trato de usarlo todo lo que puedo hacer con mi cabeza con la edad que tengo. Me parece que es necesario. Me da mucha bronca cuando critican porque me parece que es una ofensa. Mi intención es poder llegar a todes pero una no sabe cómo incorporar tantas nuevas cosas que por suerte se nos están abriendo con esta nueva ola feminista. Y las personas a las que les molesta tanto, que les parece tan importante la RAE, qué googleen por qué se usa el lenguaje inclusivo... Es una discusión del pasado me parece.

—¿Llega un momento que elegís tus batallas o te subís a todas, porque es demoledor?

—Sí, ¡pero son un montón! Soy feminista, antiespecista, y trato de llegar a todo. Sí sé que el feminismo tiene que ver con luchar contra la opresión y llega a tantos seres que cada vez se me va ampliando más, entonces siento que se me parte el corazón, se me abre y se me hace más grande. Y cada vez más y más. Pero eso duele. Me pasó con los animales por ejemplo, empecé a preguntarme: “¿Cómo no había visto esto?”. Si sintiendo lo que siento por los animales y por el feminismo, ¿cómo no me había dado cuenta que eso tiene una relación tan fundamental? Al principio fue una intuición y dejé de comer animales, de comer sufrimiento animal, y después me di cuenta de que había teoría sobre eso y movimiento feminista antiespecista. Y ahí dije: “Ah ok, hay un montón de gente que ya está pensando en esto, no era solo mi intuición”.

Dolores y balance personal

El escándalo mediático que se dio alrededor de su salida de la versión teatral de Casados con hijos sacó de la escena a la inolvidable María Elena Fuseneco y abrió una grieta tan profunda entre los actores que protagonizan la sitcom (Guillermo Francella, Florencia Peña, Marcelo de Bellis, Luisana y Darío Lopilato) que llevó a Érica a recluirse por un tiempo.

Su salida de la versión teatral de Casados con hijos envolvió a Érica Rivas en una polémica que aún hoy le produce mucho dolor

—¿Cómo pasaste la pandemia?

—Como vivo lejos, en Ingeniero Maschwit, en la naturaleza, lo viví como una restricción, pero por los privilegios que tengo lo viví como un descanso de un montón de cosas. Además me pasó todo lo de Casados con hijos, todos los problemas de salud que tuve. O sea, fue como un remolino muy fuerte. Pero por otro lado sentía la necesidad de recluirme porque la exposición mediática que tuve, sin quererla y sin merecerla, fue tan nociva, tan perjudicial para mí, tan tremenda, que me hizo bien poder replegarme en mí misma. Nunca me imaginé estar siendo analizada en programas de la tarde, que no comulgo para nada, no comparto nada, me parecen horrendos y que hacen pésimo a la gente, así que estar ahí para mí fue muy difícil, siendo juzgada sin comerla ni beberla, revelando cosas íntimas mías. La verdad que fue tremendo para mí.

—¿Y ese momento tan intenso que te tocó vivir no te saca de tus militancias? ¿Volverías a bajarte de un proyecto si no te cierra o la próxima lo dejarías pasar sin decir nada?

—No, mi militancia la voy a seguir y la seguiré siempre. Igual yo no me bajé, me bajaron. Yo no decidí, decidieron ellos. Y siempre pasó lo mismo, no solamente con esto: yo no quise dejar de estar en esos espacios de representación, para mí es importante estar más allá de que es la boca del lobo. Es muy difícil estar ahí pero yo no quería no estar. Al contrario: yo amo a María Elena y la amé siempre. Ese personaje siempre será algo de lo que estuve orgullosísima, pero bueno, pasaron 15 años, las cosas cambiaron, hay que pensarlo de otra manera, hay que ver de qué nos reímos ahora y todo lo que ya dije. Lo volvería a hacer igual, no tengo ninguna duda: volvería a decir lo mismo. Y siento que más allá de que cada uno hizo lo que pudo, también hubo mucha gente que me acompañó en esta necesidad de explicar por qué necesitaba ese cambio. Y además, poder posicionar nuestro trabajo como actriz en los medios de representación teniendo un corte feminista, también: que no seamos solamente feministas para el aborto, pero después en nuestros trabajos seguimos haciendo lo mismo. Lo digo en todos los trabajos, pero más en un trabajo que creamos opinión pública.

—¿Te hubiera gustado que las mujeres del proyecto, del equipo, se solidaricen con lo que te pasó o no esperabas nada y se dio así?

—No sé, cada una hace lo que puede. Siempre me da mucha tristeza cuando las mujeres no acompañan pero siento que es parte de un camino que cada una va teniendo como puede, con los miedos con que nos enfrentamos en general las mujeres, puedo entender incluso cosas que van en mi contra, puedo entender que haya mujeres que hayan decidido no acompañarme o estar del otro lado porque entiendo que da miedo. Porque a mí me lo da. Entonces, entiendo que puede pasar porque es un dolor para mí. Una piensa que del otro lado está solamente el opresor pero no, a veces también están tus propias compañeras, y eso es duro. La verdad que es duro... Pero también puede pasar. Por eso es tan importante juntarse y acompañarse con mujeres que te apoyan.

—Elegir los vínculos…

—Tengo mujeres que me apapachan, que me preparan comidita, que son mujeres que siempre tuvieron esa sensación, esa cosa con una, así sean las militantes más extremas y violentas, pero son mujeres que te hacen un guisito, que te abrazan. Y también están las otras que me dicen: “Ok, vos sos feminista, báncatela”. Así que estoy entre “está bien, pero me duele”, entonces voy a ver a alguien que me abrace. Por eso está bueno tener una red, muy importante, y siempre con el acompañamiento terapéutico que en los momentos más difíciles, y cuando la terapeuta es además feminista, vas a sentir ese contención de parte de ella también.

—¿Sentís que pudiste sanar todo eso que sucedió o aún estás en proceso?

Estoy en proceso de todo. Es un camino difícil y largo que además te va sorprendiendo en la medida que vas caminando. Es algo que me sorprende a veces para bien, a veces para mal. A veces decimos que somos brujas, porque nos dicen eso desde hace 500 años, entonces vienen y te dicen: “¡Qué bruja que sos”. Y sí, lo estoy diciendo. Parece que fuera un insulto, y sí, hace 500 años lo están diciendo. O me dicen: “¡Qué incómoda, qué pesada, qué hincha bolas, siempre todo lo cuestionás!”. Sí, es lo que estoy diciendo. Hay algo que estás diciendo que te vuelven a repetir y sí, voy a ser una hincha pelotas: o te sumás, o no me estés todo el tiempo diciendo lo mismo porque no voy a dejar de serlo.

—¿Qué balance hacés de tu vida pero sobre todo de tu maternidad ahora que tu hija tomó vuelo propio y ya no te necesita 24 por 7?

—Como mamá me siento contenta, aunque en la maternidad un día te sentís la mejor madre y al rato, te sentís una mierda. Pero cuando la veo a ella y veo la mujer que es pienso que algo bueno hice, que tengo que ver con eso. Y además siento que en mi carrera, después de tantos años, se puede leer lo que hice como actriz en cada uno de los personajes y en la obra en su totalidad. Me incentiva muchísimo verme biográficamente como alguien que también tiene que ver con el arte y armar su vida a través de eso, es una forma poética de verme. De eso sí estoy contenta: del dibujo que armé, porque más allá de que fue doloroso por momentos, me gusta. Estoy contenta.

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