Pamela David conversó con Naty Franzoni, autora del libro “Masajes de Shantala”: “El que dice que no puede, está eligiendo no poder”

En una nueva entrega del ciclo PamLive, la conductora indagó sobre la técnica de masaje para bebés usada desde hace miles de años en la India con el objetivo de relajar a los niños y que posee múltiples beneficios

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Pamela David conversó con Naty Franzoni, autora del libro “Masajes de Shantala”: “El que dice que no puede, está eligiendo no poder”

En este encuentro PalmLive, Pamela David charló con Naty Franzoni, autora del libro Masajes de Shantala sobre la técnica de masaje para bebés usada desde hace miles de años en la India con el objetivo de relajar a los niños y que posee múltiples beneficios. Además, no te pierdas el final del video para vivir una sesión de tapping que te ayudará a relajar y alejar todos los problemas de tu mente. Somos responsables de cómo vivir nuestra vida y lo mejor es que podemos elegir cómo.

—¿De qué se tratan los masajes de Shantala?

—Conocí el masaje Shantala en mi búsqueda del camino del Yoga. Empecé a practicar yoga desde los 17 años y en el centro donde yo iba siempre veía embarazadas y mamás que venían con bebés y siempre las espiaba y miraba. Cuando quedé embarazada a los 24 años, enamoradísima del Yoga y de lo que había cambiado mi vida, me propuse ir en búsqueda de este masaje de esto que yo veía, tanto el Yoga para embarazadas, que empecé a practicarla al unísono de quedar embarazada, y luego seguí con el Shantala y me enamoré de esta práctica que es un arte de un masaje milenario, es una técnica que nace en Oriente, que es ayurvedica, o sea, la ciencia de vida que previene y nos mejora para un bienestar general desde lo físico, lo espiritual y lo mental. Por supuesto que tiene cientos de beneficios, pero como siempre digo, no me crean: vívanlo, porque si no queda en la palabra. Pero cuando ves los resultados decis “wow”. A mí me fascinó.

—¿Cuáles son los beneficios que notas en el bebé?

—Los estimulan completamente. El primer momento es cuando el bebé nace. Vos pensá que vienen de la panza, del latido de la mamá, de estar con la temperatura perfecta en la panza. Según el embarazo que hayas tenido o no, ellos están ahí resguardados. Te sienten todo el día. En el parto se genera una desconexión a un mundo tan hostil y es un sufrimiento. Es doloroso para la mamá como para el bebé. Entonces, en ese momento, lo que hace este masaje es dar y recibir amor, es el contacto de la piel, de la mirada, esa conexión tan especial que solamente las mamás y los papás podemos sentir, generan mucha paz, mucha calma. Si tu bebé es prematuro por ejemplo, o tiene déficit de atención, o autismo, reduce el estrés neuronatal y los chicos que están en neo mucho tiempo, está comprobado por médicos y estudios que cuando das estos masajes, el bebé se recupera muchísimo antes. También sirven para la depresión post parto de la mamá.

—¿A partir de qué edad se pueden hacer?

—El Shantala se tiene que dar desde el día que el bebé nace, cuando cae el cordón umbilical hasta que el bebé empieza a rodar. El efecto que queremos provocar con el Shantala es generar que se estimule el sistema nervioso, que los bebés fortalezcan el vínculo de apego con la mamá, con el papá, con la familia, que se relajen por completo, que puedan reducir los cólicos. Yo lo comprobé: mis hijos jamás sufrieron cólicos. El ayurveda nos enseña a equilibrar los doshas que es el organismo que interactúa en cada ser humano. Estamos regidos por ellos.

—¿Por qué es tan importante crear una conexión solo con la mirada con nuestros hijos?

Ahí está todo el entendimiento. Hay un montón de cosas que nos pasan en los primeros tiempos, cuando terminamos de parir, o en el postparto. Yo siempre tuve unos postpartos muy buenos, y también creo que tiene que ver con el tema del Yoga y del Shantala. El bebé se siente seguro, se siente confiado y una puede liberar todo tipo de culpa. Las madres somos muy culposas, y todo nos da pena. El Shantala nos da conocimiento con nuestro hijo y sentir esa conexión. Por ejemplo, antes de empezar con la práctica, vos le preguntas con la mirada si él lo quiere hacer. Buscá ese momento de conexión. Vivimos todo el día a mil, con millones de actividades, hoy las mamás trabajamos y estamos sin poder frenar y haciendo todo de manera automática. Cuando yo decido realizar Shantala a mi hijo yo creo el momento para conectarme en ese momento con mi bebé. Que no interfiera el teléfono, la televisión y poder crear ese espacio donde yo decido conectarme con mi bebé.

—¿Cuánto tiempo de masaje de Shantala puede llegar a ser efectivo?

Con que lo hagas cinco, diez minutos todos los días alcanza. Todos sabemos todo pero después hay que practicarlo. Si no lo practicas no hay resultado. No me crean y practíquenlo durante 15 días y van a ver los beneficios que tiene.

—¿Qué pasa con esas mamás que no tienen un buen posparto, que tienen angustias, o problemas? ¿Cómo hacemos para no enviarles esa energía a nuestros hijos?

—Problemas (o desafíos) tenemos todos. Cuando empezás a trabajar con la mente, el espíritu, el Yoga y la meditación, empezás a tener desafíos todos los días. Yo tengo desafíos constantemente pero elijo y decido porque sé la diferencia de elegir darle tiempo a mi conexión con mi hijo o engancharme con la situación. Elijo lo positivo, darle tiempo de calidad a mi hijo para que duerma bien, para generar un espacio en mi casa de paz, para que mi hijo esté feliz y yo poder hacer todo lo que quiero y sentirme cada día mejor. Si la mamá está pasando un momento negativo, malo y de depresión, lo primero es pedir ayuda. Ver qué necesitas. Solo no se puede nada. Primero hay que pedir ayuda a una amiga, a una mamá, a una tía y luego decidir cómo quiere habitar y vivir ese embarazo. Después llevar a cabo todos los tiempos del bebé, porque realmente, al practicar Shantala, vas a vivir una maternidad diferente. Te planta desde otro lugar.

—¿Qué significa Shantala?

—Es trabajar conscientemente el estadio con nuestro bebé y nuestro hijo. Es un arte de dar y recibir amor y en mi experiencia, es donde yo decido en esos minutos que le voy a regalar a mi hijo, darle todo mi amor ahí. Yo lo recito con un mantra de Ho’oponopono: “Lo siento, perdóname, te amo, gracias”. Son palabras que sanan y pueden romper con cualquier tipo de angustia o situación que no sepamos cómo resolver. Ésta es una técnica hawaiana que yo la uso desde que tengo 15 años y me ha salvado de tantas… A veces no sabemos cómo, ni donde, y no le encontramos la vuelta, entonces en ese momento es rendirse a lo inevitable, rendirse y aceptar la situación, y ponerte a recitar este mantra mirando a tu bebé y comenzado a hacerle caricias que lo llenarán de amor, de confianza, de autoestima, de seguridad. Va a ser un bebé que va a dormir mejor, que va a lograr descansar, que va a crecer independiente, que no va a tener una mamá culposa que tiene miedo todo el tiempo porque nosotras actuamos por miedo. Es llevarlo todo a la práctica. No preguntes cómo, nunca va a salir mal. No puede fallar. A mí se me da muy natural pero a las chicas les digo que busquen la forma, que confíen y lo hagan. Mis hijos lo reciben con mucho amor y sé que se calman. Nuestra piel, conectada con las palmas de tu mamá, tiene una energía, una vibración, sumado al decreto de repetir estas palabras que también son mágicas. Cerrá los ojos y visualizá a su bebé, a su hijo, a una persona que está pasando un momento triste, o a vos misma y repetite “Lo siento, perdóname, te amo, gracias”. Son palabras que repercuten en todo nuestro cuerpo físico, mental y espiritual de una manera que no tiene explicación. Es algo energético, vibracional, no tiene entendimiento. Esto se logra practicando. Hay que rendirse ante el entendimiento. ¿Para qué sirve saber si no te animas a ponerlo en práctica? No preguntes más y hacelo. En los eventos presenciales, venían bebés llorando que después se calmaban. Me daba cuenta que el problema no eran de los bebés. Yo miraba a la mamá y ella se desplomaba de llanto. Estaba angustiada. Todo eso se lo transmitimos a nuestros hijos. Si yo soy una mamá que estoy en paz y segura de lo que estoy haciendo, mi hijo va a estar puro y va a estar en paz. Si yo estoy nerviosa, angustiada y preocupada, mi hijo va a estar llorando todo el día, con cólicos todo el día. Lejos de castigarse con esto, hay que tomar acción. Mis hijos nunca lloraron, pero no porque yo era buena madre o mala madre, pero lo vivía con mucha felicidad. Y cuando no podía, llamaba a mi marido, a mi mamá, a mi abuela, a mi suegra y les pedía si se los podía dejar, que yo necesitaba estar bien. Yo me calmaba. Es saber pedir ayuda.

—¿De cuánto tiempo tiene que ser esta conexión con la mirada de los chicos?

—Haganlo como lo sientan. Sean flexibles. Todas somos maestras. Cuando empezamos a reconocernos y validarnos como seres humanos, como mamás, como mujeres, podemos empezar a fluir y ser flexibles en todo lo que estamos haciendo. El masaje dice que es de 15 minutos pero si mi hijo es muy pitta, o sea, muy inquieto, fogoso, es la fuerza de la transformación, o muy vatta, más tranquilo, plantado, puede cambiar el tiempo. Por ejemplo, a mi hijo Gonza que es pitta, le hago masajes de media hora, masajeándole los pies, repitiéndole el mantra, diciéndole cosas lindas como que es un orgullo ser su mamá, o que lo amo. Con Rami, que es vatta, más tranquilo, él disfrutaba de los masajes, le encantaba. Ellos saben todo y lo manifiestan.

—¿Por qué es tan importante, para todos aquellos que todavía no lo hicieron, que conecten con el Yoga?

Les va a cambiar la vida, porque como es en el Yoga, es en la vida. Lo que nos pasa en la práctica es lo que nos pasa en el mundo externo, en el afuera. Si hay una situación que no tolero, si algo me está pasando algo o estoy soportando alguna situación, tampoco voy a poder soportarlo en el mat. Cuando despliego el mat para comenzar con la práctica, es un camino de autoconocimiento. Si yo no me conozco, no puedo ser protagonista de mi vida. Termino siendo una víctima. Yo durante muchos años viví siendo una víctima y viví quejándome, padeciendo un montón de cosas que me habían pasado. En un momento dije “basta” porque mi cuerpo habló. El cuerpo habla, se expresa. Me enfermé de psoriasis, que fue mi alerta más grande. Durante siete años estuve brotada completamente. A los 14 decidí pararlo yo. Soy yo quien tiene que ser responsable de cómo vivir mi vida. Ahí empecé un camino de transformación en donde empecé la práctica del Yoga. Yoga une todo en uno. Es la unión de todos esos personajes que estamos actuando las 24 hs. del día. Ahí podemos enraizarnos y decidir. El Yoga me dio flexibilidad, me dio fuerza, me dio la capacidad de reconocerme y ser yo mi maestra. No echarles la culpa a los demás. Todo el tiempo pasan cosas, nadie tiene la vida perfecta ni comprada. Todos los días tenemos que salir a buscar nuestra mejor versión, eligiendo lo que nos hace bien.

—¿Qué le dirías a todo aquel que no se siente bien pero quiere lograr un cambio?

—Que yo ya estuve ahí. Siempre se puede. Nadie puede cambiar si no hay un primer paso para el cambio. Vos no podes ayudar a nadie a salir de un estado de depresión o angustia o de infelicidad. Es uno quien debe decir “basta para mí con esto”. Yo pude ver bien la luz cuando estaba en la oscuridad y las tinieblas, cuando no sabía para dónde ir. La vida te pone un freno y te dice “hasta acá llegaste”. Ahí uno tiene la oportunidad de decidir y siempre se va a poder. Hay un montón de cosas para hacer. Empezar de a poquito a crear el hábito, a conectar. Las emociones de la angustia, la tristeza, son súper válidas. Tengo que aceptar que mi hijo está llorando, que estoy nerviosa. Una vez que lo acepto, todo se desvanece. El mayor problema está en que rechazamos el dolor. Rechazamos lo que nos duele, nos lastima, elegimos meterlo debajo de la alfombra, o echarle la culpa a nuestros papás, al trabajo, al gobierno… pateamos la pelota afuera siempre.

—¿Cómo hacernos para liberarnos de esas emociones? Tenemos que pasar por esto para poder sentirnos felices.

—¡Si! Si no, ¿cómo discernís que algo te hace mal? El miedo fue mi gran disparador para lograr todo lo que logré. Todo el dolor que yo transité, toda la angustia que yo tenía, la ira, elegí no estar más en ese lugar, porque las emociones son todas iguales. Todos somos una paleta de emociones. Todas son importantes porque nos hacen ser quienes somos.

—¿Cómo nos liberamos de un miedo?

—Yo cree mi método con todas estas herramientas: el tapping, el couching, la escritura, el hachazo emocional. Son todas técnicas de liberación. Primero tengo que reconocer qué es lo que me pasa. ¿Qué te duele? ¿Qué tenés? Miralo, ese es tu desafío. (Mirá el video para ver cómo se hace la técnica del tapping para liberar el control y el miedo). Se trata de eso, de saber que uno tiene que poder confiar y saber que siempre va a estar haciendo lo mejor cuando está conectado en el momento presente. Queremos siempre estar más adelante, en el futuro, cuando todo se construye aquí y ahora. Acepto todo lo que está pasando, acepto el miedo que me da, lo escribo, lo repito, lo anoto, lo miro, me abrazo y sigo adelante. Luego elijo no habitar en una emoción que sea de miedo. Elijo transformar la emoción declarándome un gran día de antemano. ¿Por qué nos preocupamos en vez de ocuparnos? Soltá la preocupación y elegí hacer este tapping que acabamos de hacer. Todo el día elegimos, no nos damos cuenta pero todo el tiempo tomamos decisiones. El que dice que no puede, está eligiendo no poder. Más espejo, menos lupa. Vivimos todo el tiempo haciendo espejo con el otro, criticando… y vos ¿qué estás haciendo para estar mejor cada día un poquito más? Siempre se puede estar mejor, pero hay que querer, y hay que darse cuenta que uno es el responsable.

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