Los fans de Seinfeld están felices porque en octubre llega su serie favorita a Netflix. Las nueve temporadas emitidas originalmente entre 1989 y 1998 podrán ser disfrutadas nuevamente y, para muchos, será la posibilidad de ver por primera vez la que muchos consideran la mejor serie de todos los tiempos. Las desventuras de Jerry (Jerry Seinfeld), George Costanza (Jason Alexander), Elaine Benes (Julia Louis-Dreyfus) y Cosmo Kramer (Michael Richards) representaron en su momento una revolución que no ha sido olvidada por los espectadores.
Estos cuatro personajes impresentables, llenos de miserias y flaquezas, neuróticos y urbanos, dieron en el clavo de las más absurdas conductas humanas. Jerry, un comediante stand up, era quien en cada episodio mostraba cómo los eventos de la vida cotidiana son los elementos de los cuales se sirve un gran cómico. La misma serie tenía la particularidad de mostrar cómo lo que pasa a diario se transforma en versiones exageradas al pasar a ser un guión. No solo la serie es sublime, sino que además, incluye el mostrar sus mecanismos para hacer humor.
Pero los tiempos cambian, para bien y para mal. Tal vez la corrección política se originó para señalar las fallas y los prejuicios de la sociedad, pero con el tiempo se transformó en lo que combatía y pasó de ser voluntarismo para convertirse en la policía del pensamiento. Tan fuerte fue su efecto que ha logrado meterse en la cabeza de los espectadores que sienten que debe juzgar todo el material que tienen delante. no ya con el ojo del espectador crítico sino con el de un cazador de brujas que levanta la mano y grita que alguien debe ser quemado.
Secretamente, muchos episodios de series dejaron de estar disponibles. Al tener una relación directa cada episodio con el siguiente, quitar uno episodio de algunas series no es tan fácil de notar, excepto para los fans. Con Seinfeld, una serie tan brillante y compleja, es casi imposible que se atrevan a tamaña censura. Pero una sombra vigilante ya se cierne sobre la serie. Algunas voces empezaron a señalar algunos episodios, demostrando que además de todo, la corrección política se basa más en prejuicios que evidencias.
These 13 Jokes From ‘Seinfeld’ Are Super Offensive Now — Yes, That Includes The “Soup Nazi (Estas trece bromas de Seinfeld son super ofensivas ahora – Sí, incluida The Soup Nazi) es una nota publicada en Bustle, una publicación que ha llegado en algún momento a tener cincuenta millones de visitas mensuales. La autora es Angelica Florio y, aunque ella no cae en un pedido de censura, el destacar estos episodios los expone a una futura cancelación, tanto a los episodios como a la serie. Los episodios incluyen gays, pueblos originarios, japoneses, nazis, mujeres, trastornos mentales, discapacitados, adolescentes, chinos e inmigrantes. Los motivos por los cuales alguien se ofende varían, pero el espíritu es el mismo: ¡Con eso no se bromea!
Dejemos bien claro esto: O nos podemos reír de todo o no nos podemos reír de nada, la libertad de un comediante para cuestionar y analizar el mundo en el que vivimos es, justamente, lo más importante de su trabajo. La comedia es tragedia, la comedia es señalar lo que no está bien, incluso en sus maneras más elementales. No hablamos de comedias políticas, sino de toda la comedia. Hay que agradecer que el mundo tenga sentido del humor. O al menos lo tuvo hasta hoy. Analicemos tres episodios para entenderlo mejor.
El nazi de la sopa es el episodio seis de la temporada siete. Un local vende sopas, pero el dueño tiene un carácter volátil y la más mínima ruptura de lo que él ha inventado son las reglas para pedir sopa deja al cliente sin su pedido. “¡No hay sopa para usted!”, es la frase que dice para rechazar a quien quiere comprar. Es gracioso porque muestra cómo funciona un sistema totalitario, lleno de arbitrariedades, un mundo de angustia e indefensión. Pero cuando uno lo ve simplemente se ríe a carcajadas. Desde Charles Chaplin y Ernest Lubitsch que la comedia ha sabido reírse de los nazis. Pero ahora parece que no se puede, el mencionado artículo dice que es trivializar un tema serio en épocas de neonazis. ¿Saben a dónde se va a vivir el nazi de la sopa cuando su negocio quiebra? Sí, adivinaron: a la Argentina. ¿Vamos a pedir nosotros que lo censuren por eso?
El ejemplo que mejor resume la tontería de la corrección política es The Outing, temporada cuatro, episodio diecisiete. En chiste del capítulo es que alguien cree que Jerry y George son pareja y ellos aclaran todo el tiempo que no lo son, pero para no ser considerados homofóbicos aclaran “… No es que haya nada malo con eso” (“… not that there’s anything wrong with that”). El episodio es todo lo contrario a un prejuicio, es el miedo instalado de ser considerado alguien que discrimina. El guión es genial y, además fue premiado con el GLAAD Media Award (Gay & Lesbian Alliance Against Defamation). Lo peor de acusar es que suma detractores que ni siquiera han visto este episodio, sin duda uno de los más graciosos de la serie. La censura siempre es un mal camino.
Sin ir episodio por episodio, el último para analizar aquí es la respuesta de la serie al totalitarismo de la corrección política. Temporada siete, episodio nueve: The Sponge. Una de las dos subtramas habla de Kramer yendo a una caminata para concientizar sobre el SIDA. Allí le dicen que se ponga una cinta blanca y él se niega a hacerlo. El resultado es que termina siendo golpeado por varios manifestantes. Como siempre, el episodio se basa en algo que sufrió el elenco durante una entrega de premios. No los golpearon, claro, pero la comedia es ir un poco más allá para señalar el punto. Una cinta obligatoria para unificar el pensamiento y decirle a todo el mundo cuán buenos y unánimes somos. Parece una mezcla del Superagente 86 (que solía hacer estos chistes) y 1984 de George Orwell. El último episodio de la serie, que no contaremos aquí, anticipó este presente.
Todos los espectadores tienen derecho a disfrutar o detestar una broma. Pueden incluso sentirse ofendidos. Pero pedir que algo deje de existir por eso es un salto al vacío, un camino sin retorno cuyo precio la sociedad ya conoce. En lugar de pedir la quema de libros, hay que leerlos. En lugar de perseguir comediantes hay que preguntarse cuál es el origen de ese humor. Y si ahora toca salir a defender a Seinfeld u otra serie, entonces el trabajo para los que creen en la libertad es ese. ¡Larga vida a la comedia!
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