Existen artistas que parecen haber encontrado la fórmula para destruir la información de sus dni, Raúl Lavié es uno de ellos. Sus 84 años, su cabellera encanecida y cierta dificultad en su rodilla parecen reflejar que el tiempo pasa. Sin embargo, alcanza verlo en la prueba de sonido previa a su espectáculo Piazzolla Inmortal para comprobar que es un distinto y un dotado. Apenas entona “ya sé que estoy pianta’o, pianta’o, pianta’o”, el lugar vibra. Su voz conserva el registro amplio, el caudal y ese fraseo pausado tan exquisito. Desde una pantalla Astor Piazzolla asegura que Lavié “es la voz de Buenos Aires” y no hay manera de desmentirlo. En su camarín, unas horas antes de salir al escenario Lavié accede a una charla con Teleshow.
“A mí Piazzolla me rompió el bocho. Él cambió la forma de hacer el tango que conocíamos hasta ese momento. A partir de los 60 comenzó un cambio generacional. Era el tiempo de Los Beatles, de Chubby Checker, Elvis Presley que transformaban el gusto musical. El tango estaba comenzando a apagarse después de su época de oro en la década del 40, entonces llega Astor, renueva esa música tan tradicional y rompe esa brecha generacional entre ese padre que escuchaba tango clásico y el hijo que se fascinaba con el rock. Astor da un vuelco total porque a los rockeros les gusta mucho su música y a Piazzolla, los jóvenes que hacían su música” explica Lavié y agregaba que él necesitaba de ese cambio.
En los 70 Lavié comenzó a grabar la música de Piazzolla. El compositor lo definía como “la voz de Buenos Aires” y aseguraba que él había logrado “imponer su repertorio”. Con el diario del lunes la pregunta parece ser cómo no imponerlo. Sin embargo, en ese momento fue una “tarea de titanes”. “En algunas presentaciones a Astor lo insultaban, le tiraban cosas, lo silbaban mientras tocaba”, recuerda Lavié y sigue “íbamos hacia el escenario, caminábamos entre el público y hasta le querían pegar, yo hacía un poco de escudo”.
La resistencia a Piazzolla no era solo entre los tangueros; John Lear en ese momento presidente de la poderosa discográfica CBS, filial Argentina, se negó a que el cantante grabara los temas de Piazzolla porque le aseguró “no son comerciales”. Lavié se plantó y dijo “no grabo”. Ante su negativa le permitieron grabar pero con una condición: si fracasaba haría solo lo que ellos querían. El público le dio la razón al cantante. “Fue un éxito y grabé dos más. Astor siempre me agradeció haber sido el primero en reconocer su obra y trabajar mucho para imponerla”.
Esa relación de admiración mutua y lealtad entre compositor y cantante hace que hoy Lavié cuente con un verdadero tesoro. “Al pensar este espectáculo no tenía las partituras del octeto para hacer los arreglos. Se lo comenté a Daniel que me dijo ‘vos sos de la familia’ y me dio los originales”. Lo cuenta sin alardes, con naturalidad y sin embargo, esas partituras para los fanáticos de Piazzolla -esta cronista incluida- sería como tener la camiseta de Maradona del gol a los ingleses o alguna servilleta garabeteada por Picasso.
Con tantos escenarios trajinados a Lavié no le gusta dar consejos porque asegura que “el hombre debe formarse solo” por eso afirma que Piazzolla nunca le brindó consejos pero sí le dejó enseñanzas. “Veía su actitud ante el desprecio que le demostraba la gente y como aunque sufría, le daba bronca, seguía adelante. Esa actitud de ser un rebelde -algo que yo también siempre fui- y avanzar con lo que uno cree es algo que llevo. Además era un ser muy cálido, cariñoso”.
Del pasado con Piazzolla pasamos a este presente que lo encuentra con ocho décadas cantando con la misma vitalidad y voz de sus inicios. Lavié asegura que el secreto está “en la actitud frente a la vida, las ganas que uno pone, tener pensamientos positivos de lo que uno quiere hacer y pone el pecho para lograrlas. Además soy fuerte y tengo muy buena salud”. Su amplitud y potencia vocal permanecen ajenas al paso de los años y el intérprete asegura que es porque “Dios me dio un don” para luego contar que en la década del 60 visitó a un otorrinolaringólogo muy famoso que luego de revisarlo le aseguró asombrado “pibe vos no tenés cuerdas vocales, vos tenés sogas”.
Hasta hace muy poco jugaba al fútbol, al golf, caminaba mucho pero un problema en la rodilla redujo esas actividades”. Otro secreto de s vitalidad es “relacionarse con jóvenes”. En el espectáculo, las personas que lo acompañan y a los que llama “mis chicos” tienen un promedio de edad de 30 años y un talento enorme.
Lavié asegura que cuando desea algo fervientemente se da. Por eso logró montar este espectáculo que pensó y soñó en plena pandemia; cuenta al pasar, que en el 80 en Nueva York vio la obra “Zorba, el griego” y dijo “quiero hacer esto en Buenos Aires”. Nadie lo apoyó pero años después Alejandro Romay le propuso realizar la obra y fue entonces que recordó la frase que el mítico Anthony Quinn le había profetizado años antes “si amás hacer un personaje ese personaje cuando sea el momento te va a buscar” para luego dedicarle la función que realizaba en el Coliseo.
Entre anécdotas, ese hombre definido como “la voz de Buenos Aires” cuenta esa vez que a los 14 años sus amigos lo convencieron para presentarse en un concurso de cantores. “Quedé entre los cuatro finalistas y salí cuarto”, remata pícaro o la vez que un director de una radio rosarina lo despidió porque consideraba que “desafinaba”. “Tres o cuatro meses después debutaba en radio El Mundo, en Buenos Aires. Por eso creo en el destino”.
En ese destino le debe su nombre Lavié a otro grande: Antonio Carrizo. Cuando lo contrataron, en 1956, su apellido era Peralta y en esa época como ese tipo de apellido no funcionaba lo presentaban como “La Voz”, después “Laveiz” o “Lavoise”. Hasta que entre una presentación y otra, Antonio Carrizo sentenció: “Raúl está bien, es un lindo nombre y de apellido le ponemos Lavié, que es más fácil”.
Este sábado, Piazzolla inmortal contará con una invitada de lujo: Amelita Baltar. “Ella es una de los pilares, parte fundamental, alguien importantísima para la obra de Piazzolla y Ferrer. Somos un poco los portavoces de esa época. Será un placer y un honor tenerla en el espectáculo”. Para finalizar la charla Lavié asegura que se siente “pleno como artista y como ser humano” y que desea seguir cantando muchos años más. Por lo que se ve en el espectáculo, lo que dice no es un sueño sino una maravillosa realidad.
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