La cita era a las 9 pero la entrevista no va a empezar puntual: no es irresponsabilidad, es que Paula Chaves no para. “Dame 15 minutos que termino de maquillarme, coordino la salida de mi casa y hablamos cuando me subo al auto rumbo a la grabación, que voy a estar tranquila”, se escucha del otro lado de la línea.
Se entiende, seas quien seas, no es fácil para una madre compatibilizar la vida laboral con la crianza de tres pequeños de distintas edades. Y en esos malabares anda por estos días la modelo y conductora, que dejó atrás la “calma” del hogar que comparte con Pedro Alfonso y sus tres hijos -Olivia (8), Baltazar (4) y Filipa (1)- para comandar una nueva temporada de Bake Off, el programa que se estrena esta noche por la pantalla de Telefe con producción de WarnerMedia Latin America.
“Estoy organizando todo medio tetris pero bien, lo que pasa es que Olivia va turno completo, Baltazar va medio turno y a Filipa a veces me la traigo a grabar. Tengo una persona que me ayuda hace un montón que la amo, que es Gise, que es como mi hermana, así que voy sincronizando cada día porque si me llevo a la beba conmigo no queda nadie en casa para que se quede con Balta, la típica”, arranca Paula, que recién comienza su jornada laboral y aún le quedan varias horas por delante.
Después del éxito de Masterchef Celebrity y La Voz Argentina, el canal vuelve a apostar por un reality para ganar el prime time. Así las cosas, el ciclo de pastelería amateur ya está en el horno a punto de salir y en esta tercera edición cambiará un poco su formato: serán 14 participantes con un formato diario que tendrá cada domingo una gala de eliminación. El jurado también sufrirá modificaciones, ya que con la partida de Christophe Krywonis entra al juego Dolli Irigoyen para acompañar a Damián Betular y Pamela Villar.
En una charla con Teleshow, la modelo y conductora que acaba de cumplir 37 años, habló en profundidad sobre este momento de su vida que la saca de su zona de confort y la invita a ir por más.
— ¿Cómo te preparás para el cambio de formato desde la conducción?
— Soy muy fan y ahora que es diario, más todavía. Es muy apasionante, antes conocía a un pastelero y en ese programa se iba, lo arruinaban en las pruebas y chau. Este año tienen cuatro desafíos en la semana y el quinto, que es el de la gala del domingo. Está buenísimo porque el lunes hacen maravillas, el martes también, el miércoles la explota y el jueves la termina de arruinar. Está para cualquiera.
— ¿Hay buena onda con el jurado y la incorporación de Dollli?
— A Pamela y a Damián los conozco desde que arrancamos, pegué re buena onda, son un amor y somos un grupo re unido sosteniéndonos. Y ahora la incorporación de Dolli, yo la tenía como ‘a ver qué onda’, me la imaginaba re exigente, ya arriesgaba en qué capítulo iba a hacer llorar a los pasteleros, y es un amor a otro nivel. Me trae tostadita con palta que sabe que me gustan y siempre da los consejos más constructivos.
— ¿Aprendiste algo en estas temporadas? ¿Te animarías a participar de un reality de cocina?
— No, pero estoy comiendo más, morfando lindo. A mí me encanta la pastelería pero me rebelo con las cosas que tengo: si no tengo harina leudante le meto harina de almendras; ¿lleva cuatro huevos y tengo tres? bueno serán tres; pero me encanta verlo. Damián me reta. No sé si me animo a hacer una torta con bizcocho, manteca, harina, azúcar porque soy más de otros ingredientes pero me encanta probarlo. Eso sí, los lunes y los martes preparo los snacks del colegio de los chicos, las meriendas y desayunos de toda la semana, hasta un muffin, un panquequito de manzana y banana te llego. Son mi mejor público.
— ¿Cómo es salir de casa a grabar 12 horas diarias después de la pandemia?
—En cuanto a jornada de trabajo, es más o menos lo mismo, pero la verdad es que la paso tan bien que no lo vivo como una exigencia. Sí que es un re cambio pasar de una cuarentena gestando, puerperio, recién parida, estar en casa 24x7 a salir al mundo a hacer un programa de televisión diario, prime time, Telefe. El que lo ve de afuera dice ‘guau, es un montón’, pero yo lo vivo re tranqui porque estamos grabando en un lugar lindo, no es lo mismo un estudio de televisión que estar en una carpa al aire libre, caballos, perros. Es como un ámbito que colabora y soy una afortunada por poder llevar a mis hijos a trabajar. Me armaron un camarín re lindo para que la beba no altere su rutina y pueda dormir la siesta tranquila. Es la misma productora que me descubrió en Super M, y la productora general es Patricia Martin, quien me hizo el casting en el reality en el 2003, así que me cuida muchísimo.
— De golpe se encontraron todos en casa, transitando tu embarazo, los chicos sin colegio, ¿cómo lo llevaron?
— Me costó un toque pero traté de capitalizarlo por el lado bueno y fue una linda experiencia porque estaba gestando y el hecho de poder hacerlo tranquila en casa, con mis hijos, en mi nido, me favoreció para no tener que estar a mil. Soy muy puntual así que a mí la rutina me mata, eso de tener horarios, de vivir al palo todo el día, me estreso. Entonces el hecho de poder estar en casa me conectó un montón con los chicos, verlos crecer, hacer la marquita atrás de la puerta a ver cómo crecían y tener nuevas rutinas: por ejemplo, todos los días a las 19 horas subíamos al tercer piso a que hagan tela y cosas corporales para poder descargar un poco.
— Y a vos que te encanta vivir en comunidad, tuviste que parir casi sola.
— Me encanta vivir en comunidad, soy re sociable y tengo que convivir con un marido que es más solitario entonces es como que voy buscando un intermedio, pero parir y no recibir a nadie en casa fue un placer. Obvio que extrañé a mi mamá, mi papá, mi hermana. Pensar que los veía desde la puerta de casa y no nos uníamos para no ponernos en riesgo de nada, no lo puedo creer. Me perdí varios abrazos de mis abuelos que me hubiese encantado poder darles, por suerte ahora me estoy poniendo al día, verlos disfrutar con sus bisnietos, como que todo eso me da una cuota de melancolía.
— Hace unos meses hicieron un vivo con Pedro donde sacaron a relucir esos roces de la vida cotidiana que tienen todas las parejas y les llovieron los comentarios. ¿Por qué crees que pegó tanto?
—Porque se idealiza la maternidad, la paternidad, la pareja. La palabra crisis es un montón. Todo surgió porque nos quedamos solos en casa y Pedro puso el teléfono y salió un vivo espectacular. Más allá de la gente de Instagram que nos escriben siempre, me llamaban gerentas de empresas muy importantes del país que me contratan diciéndome ‘Pau acabo de ver tu vivo, es lo mismo que me pasa con mi marido que estamos juntos hace 15 años’. Es esto de poder empatizar y dejar de pensar que somos la pareja perfecta: ‘ay qué amores ellos con tres hijos, que bien la pasan’. Pero no todo es hermoso. La crianza te pone un poco en el tapete la pareja, nosotros siempre decimos que una vez por mes tenemos que tener una charla de directores técnicos: cómo seguimos, por qué línea, ponernos de acuerdo y alinear los patos.
—A veces son inevitables las crisis…
— Muchas veces me encuentro diciéndole a Pedro: ‘Entendeme que si reacciono de una forma, no es de mala mina’. Nosotros maternamos y paternamos a la par, pero yo siento una cuota extra de cansancio que él no tiene y ése es el punto de quiebre, ahí es cuando arranca nuestra discusión siempre. Partiendo de la base de que yo no duermo, lo hago en cuotas. Me están tomando una teta y tocando la otra porque estoy con la lactancia de Filipa y todavía lo tengo a Balta pegadito, eso es un montón, amo la lactancia pero llega un momento en que necesito estar tranquila sin que me estén sobando.
— ¿Qué te pasa con los heaters en las redes y esa manía de cuestionar todo lo que hacen las madres?
— En realidad comparto lo mío para que si a alguna le resuena lo pueda tomar y se sienta acompañada. No quiero lavar cabezas. La maternidad me despertó eso, me siento una apasionada y este año estoy haciendo un curso de doula. Si no me hubiese dedicado a esta profesión creo que sería partera. Me encanta acompañar a las mujeres en los procesos de gestación, de parto, de puerperio, siento que hay como un ámbito descuidado que no se cuenta tanto. Eso de romantizar la maternidad y que todo está bárbaro y no, es re oscura la maternidad. Nos refleja con nuestra propia sombra, con nuestra propia herida de cuando somos chicos.
— ¿A vos qué te resonó?
— A mí me revolvió muy adentro mío y pude sanar un montón. A veces mis amigas me dicen ‘Pau, ¿por qué buscás tan profundo?’ y bueno, es mi necesidad, no digo que sea la misma para todos. A mí me surgió así, buscar me sirvió, por ejemplo, para intentar sanar el vínculo con mi mamá porque, aunque la ame con toda mi alma y sea mi mamá, todos tenemos esa herida primal que no está muy identificada.
— Con todo este trabajo interno personal, ¿pudiste cerrar esa herida?
— Estamos trabajando, viéndonos y es un proceso constante. Yo me siento todo el tiempo con esa dicotomía con respecto a mis hijos: los quiero con toda mi alma, los quiero criar con amor, respeto, les pongo bordes, límites, los voy tratando de acompañar y guiar, pero bueno a veces me sobrepasan y les digo ‘no, no quiero gritar, les pido perdón’. Todo el tiempo vas y venís. Son mis grandes maestros y hago lo que puedo, a veces me desbordo y siento que no está bueno pero es necesario. Somos mujeres, viviendo en este siglo, intentando criar chicos con un entorno que a veces no colabora, es mucho todo. La verdad que las mujeres somos lo más.
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