Se lo ve amable, profesional y cálido como siempre. Sin embargo, hay una tristeza evidente en su mirada. Si alguien le pregunta cómo está responderá “bien, bien”, pero se nota que tiene rota el alma. Con esa humildad que solo muestran los que realmente son grandes, se presta a una charla con Teleshow. Será un encuentro breve porque en minutos saldrá a cantar y ese canto será homenaje, pero también consuelo.
—Hoy compartís escenario con Raúl Lavié en su show/homenaje a Ástor Piazzolla. ¿Qué te llevó a participar?
—Es un espectáculo ideal y presentado además por el querido Raúl, alguien a quien quiero, admiro y respeto. Hay siempre un espíritu muy bonito cada vez que dos artistas se juntan para hacer algo. En este caso, además nos une alguien tan importante como Piazzolla a quien tuvimos la suerte de conocer y cantar con él. Esto ayuda a que el espectáculo además de bien salga lindo. Lo hacemos con mucho placer.
—Al comienzo del show, se pasa una grabación donde Piazzolla afirma que Lavié “impuso mi repertorio” y que es la “voz de Buenos Aires”.
—Ástor dijo que es “La voz de Bs As” y yo soy cordobés (sonríe) pero lo que dijo Ástor es muy justo, Raúl tiene una de las voces más hermosas de la Argentina. Nunca competimos yo no viví mucho tiempo en la Argentina, cuando comencé mi carrera hace 50 años -estoy celebrando eso con una gira, la grabación de mi primer disco hace 50 años en España- y desarrollé una carrera de ahí y desde ahí. Cuando volví, tuve que empezar desde un punto medio incierto y acá estaban todos tipos consagrados. Nunca fue una competencia, siempre fue un amigo, me dio y me da mucho placer escucharlo.
—¿Qué significa Piazzolla en nuestra música?
—Creo que Piazzolla es uno de los músicos sino el compositor más universal que tenemos los argentinos porque su música nos identifica, es tan argentina. Contamos con músicos universales como Martha Argerich y Daniel Barenboim, pero creo que Ástor detenta ese lado de expresar muy bien el paisaje urbano. Además hay una serie de cosas que lo hacen único. Su capacidad innovadora, ese talento único para ser un artista de vanguardia, que rompe lo establecido y hace avanzar a la música, la hace ir adelante, nunca hacia atrás. Él no solo lo consigue sino que logra imponerlo en una música tan popular como el tango. Solo alguien con su calidad, talento y preparación puede hacerlo.
—En sus presentaciones Ástor solía ser insultado. Lavié cuenta que alguna vez hasta debió protegerlo de agresiones físicas.
—Había una actitud mezquina de la gente que lo rechazaba. No se puede rechazar a Piazzolla en el nombre de un estilo como el tango que además él dominaba a la perfección. El amaba el tango, decía que era nuestra música y trataba de aportar algo distinto, pero sabía que los innovadores, los tipos que renuevan, que se arriesgan a ser vanguardistas, no siempre tienen el camino allanado, encuentran mucha resistencia. Pero con el tiempo todas las barreras se fueron cayendo. Hay un ejemplo que no tiene que ver con la música pero sí con el espíritu de los argentinos que nos lleva a rechazar ciertas cosas en el nombre de otra. Por ejemplo, la gente rechazaba Messi porque amaba a Maradona, cosa que me parece mezquina porque uno puede amar a los dos. En el caso del tango y Piazzolla pasaba un poco eso. Hoy su música es muy reconocida en todos los ámbitos. Músicos clásicos como Yo-Yo Ma o Martha Argerich interpretan a Piazzolla. Se convirtió en un músico de repertorio, una suerte de Vivaldi porteño. Cuando surge un artista de la magnitud de Ástor es inconcebible que no se lo reconozca, porque es un talento en estado puro y hay que rendirles los honores que se merece. Más argentino que Piazzolla no hay, tal vez un folclorista como Yupanqui. Lo de Piazzolla ha sido monumental. Los artistas tienen la capacidad de cambiar lo cotidiano, Piazzolla lo hizo, lo logró. Creo que va a crecer con los años y los siglos.
—Hace poco tiempo te despediste de Teresa. ¿Cantas para sanar?
—La actividad del artista ayuda porque los artistas amamos lo que hacemos. Teresa era muy amiga de Ástor tengo recuerdos maravillosos de diálogos fantásticos entre ellos. Es un magro consuelo, pero es consuelo al fin. Hay personas que son irremplazables.
La charla llega a su fin. Un rato después, desde el escenario junto a Lavié interpretarán la “Milonga de Jacinto Chiclana”, el poema de Borges del libro Para las seis cuerdas, que Ástor musicalizó. Luego Jairo narrará la anécdota detrás de “Milonga del trovador”. En una visita a su departamento en París, Piazzolla le pidió a Ferrer: “¡Escribí la milonga de Jairo! ¿Cómo lo ves?”. Como un juglar, respondió el poeta. Como un trovador, terció el compositor. Jairo asegura que la canción fue “el regalo más hermoso que recibí en mi vida” y una siente ganas de aplaudirlo y envidiarlo. La cantará con esa voz privilegiada que lo hace un distinto.
En otro momento contará una anécdota maravillosa del creador de “Adiós nonino”. “A Ástor le interesó la aparición de Maradona en el 81″. A Jairo lo habían convocado a dar el puntapié inicial en un partido entre Boca y hoy -en ese momento no tanto- poderosísimo PSG. “En un momento Maradona la toca, la levanta, abre lo brazos y le pega directo al ángulo del arco. Golazo. Parecía un bailarín. Fue tanta la belleza que Ástor al que no le gustaba mucho el fútbol le grita un elogio que tenía que ver con su mundo: ’Sos Nijinsky”. Después entona “Los enamorados” y cuando canta “No me dejes nunca, no me dejes solo, no me dejes. Teneme apretado, decime amor mío” se sabe a quien le canta. Por eso, cuando termina estalla el aplauso. Como homenaje y como consuelo.
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