Pamela David conversó con el doctor Mariano Allo: “Hay componentes biológicos muy importantes en la depresión"

En esta nueva edición del ciclo de entrevistas PamLive, el autor del libro “Cuando el cerebro dice basta” aporta una mirada integral sobre este cuadro clínico que alcanza cada vez a más personas

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Pamela David, con Mariano Allo (Video: PamLive)

¿Qué es la depresión? ¿Cuáles son sus causas? ¿Por qué nos deprimimos? ¿Qué podemos hacer para aliviar los nervios, la ansiedad y el estrés? Hoy más que nunca nos vemos expuestos a una crisis de salud mental que ha sido amplificada como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, previo a este evento, los números ya venían creciendo a un ritmo vertiginoso y preocupante. En un nuevo ciclo de PamLive, Pamela David entrevistó al biólogo Mariano Allo, autor del libro Cuando el cerebro dice basta. Una charla abierta y esclarecedora, desde un costado biológico y derribando los estigmas de esta enfermedad, imprescindible para capear los estragos de esta época.

—¿Cuáles son las principales causas de la depresión?

—La depresión es un síndrome donde normalmente metemos bajo una etiqueta un montón de condiciones y enfermedades diferentes que tienen muchas veces solapamientos, cosas en común, pero que no necesariamente son la misma cosa. Dentro de las cosas que tienen en común es que hay componentes biológicas muy importantes en la depresión. Siempre tenemos dos componentes principales que son la genética y lo que en biología llamamos el ambiente. En el ambiente nos referimos a la historia personal, otras enfermedades que podríamos haber tenido a lo largo de la vida, la alimentación que tuvimos, el trato que recibimos. Hasta incluso tiene que ver con la relación que tuvo el hijo con la madre en sus primeros meses de vida, el contacto físico que ha tenido. Cuando hablamos de ambientes, hablamos de cosas más visibles, más fáciles de identificar, pero este último es un buen ejemplo porque generalmente no le damos la importancia que tiene. Hay una publicación científica de hace 15 años que es muy conocida y es la que abrió la puerta a mucho de estos estudios en el cual un grupo de investigadores trabajó con ratas de laboratorio. A pesar de que podemos pensar qué tiene que ver una rata con nosotros y qué nos puede enseñar una rata de depresión, las ratas tienen un comportamiento materno muy particular. Las madres se dividen en muy cuidadoras y poco cuidadoras. Las madres muy cuidadoras suelen hacer unos movimientos especiales de posiciones con las crías, las lamen de manera particular, y esto genera cambios comportamentales muy marcados en la rata después adulta, sobre todo en cómo la rata adulta responde cuando se ve expuesto a situaciones de estrés en su vida normal. Lo que ellos muestran es que se producen unos cambios epigenéticos en la cría producto de cómo la madre se relaciona con la cría. Ese fue un ejemplo muy citado dentro de las publicaciones científicas, y si de ahí extrapolamos a la complejidad que pueden tener las conductas en humanos, es relativamente fácil entender por qué todo lo que nos pasa en edades tempranas después tiene tanta relevancia en nuestra vida adulta.

—Hay casos que exceden al niño o a la niña que haya nacido, como por ejemplo, una madre que muere en un parto. ¿De qué manera se puede resignificar esa situación de no haber tenido contacto corporal con la mamá?

—En realidad, todo lo que sucede lo podemos ver en un continuo. Quizá hay eventos como vos decís, un niño que nace prematuramente y tiene que pasar sus primeras semanas más alejado de la madre; no se puede hacer nada contra eso. Pero la historia no termina ahí, la historia continúa. Todo lo que tiene que ver con la psicología de cómo estar al lado de un hijo, de cómo apoyar a un hijo, de cómo validarle toda la parte emocional, la transferencia de afecto y cariño, todo lo que hagamos a posteriori, también va a tener un reflejo muy importante. Si bien es cierto que no se puede eliminar la etapa en la que la madre no pudo estar, sí se puede revertir, porque todos estos fenómenos tienen una característica que es muy importante: son fenómenos plásticos. Yo mencionaba recién la palabra epigenética, que puede sonar a que tiene relación con la genética y la genética tiene una diferencia muy grande, que es relativamente dura. Lo que heredamos, lo heredamos. Está o no está.

—Mientras transcurrimos lo que vivimos, ¿qué genera? ¿Un nuevo ADN? ¿Va cambiando?

—El ADN es una molécula. Para dar un ejemplo, si tenemos una biblioteca llena de recetas para generar comidas, el ADN es el tomo o volumen con todas las recetas que podemos sintetizar. Ese volumen que tiene la información sería el equivalente al ADN. Ahora, si miramos una receta puntual, como por ejemplo: “Cómo preparar una milanesa con papas fritas”, sería el equivalente a lo que la célula es un gen que tiene la información específica para cómo preparar lo que en la célula sería un plato, que en la célula son proteínas. Yo decía que es duro porque la receta está ahí. Si modificamos la receta y no hacemos lo que dice, es lo mismo que pasa en la célula cuando tenemos una molécula de ADN que sufre mutaciones y quizá el resultado va a ser que un gen, que es esa receta en particular, no va a poder sintetizar el plato que estábamos esperando y va a generar un resultado que no es. Eso es el ADN y la genética. La epigenética, imagínate que tenes en tu casa todos los libros con todas las recetas en un estante, con lockers que podes abrir y cerrar, algunos están abiertos y otros cerrados con llaves, entonces para poder acceder a esos libritos vos ponés un sistema de banderitas: banderitas rojas en los que están cerrados con llave y por lo tanto la información está ahí y no podes acceder, y banderitas azules en los que los lockers están abiertos y podés ir a buscar las recetas que tenés. Esto es una analogía de lo que ocurre con la célula en la epigenética. Nosotros podemos tener un gen que está en nuestro genoma pero si ese gen no está accesible a la maquinaria celular que necesita verlo, es lo mismo que si no lo tuviéramos. Cuando tenemos comportamientos tales como los de madres que cuidan a sus crías de una determinada manera, eso va a cambiar qué genes o qué recetas puedo acceder y a cuáles no.

—En cuanto a alimentación, ¿qué es lo que no se puede consumir porque puede favorecer a la depresión?

—El tipo de estrategia como ayunos intermitentes, son estrategias que sirven si son usadas correctamente. Consumir muchos azúcares, exceso de harina, carbohidratos, jarabe de fluctuosa o con mucha concentración de glucosa, la comida chatarra; este tipo de comidas tienen la característica de que son alimentos proinflamatorios. La inflamación es una componente muy importante en la gestación de la depresión y va a formar parte de los procesos inflamatorios en la biología de la depresión.

—Cuando decís inflamación, ¿es una alerta?

—Sí. La inflamación es un paquete biológico. Cuando tenemos una herida, una infección, ya sea bacteriana o viral, nuestras células van a empezar a señalizar esa alerta, van a empezar a mandar moleculitas dentro de nuestro organismo para avisar: “Hey, tenemos este problema, tenemos que dedicar energía y concentrarnos en solucionar esto”. Cuando estas moleculitas, por ejemplo, algunas se llaman citoquina, cuando llegan al cerebro, producirán cambios, y es lo que normalmente se conoce como el comportamiento de la enfermedad.

—¿Con qué tiene que ver esa inflamación?

—La respuesta inflamatoria es la respuesta biológica que va a disparar nuestro organismo para pelear esa infección. El cambio que se va a producir en nuestro cerebro como consecuencia de esa respuesta inflamatoria es lo que normalmente se conoce como comportamiento de la enfermedad o de la forma en que nos sentimos cuando estamos enfermos, que es horrible. Sentirse cansado, sin energía, sin apetito, con el sueño completamente afectado, sin poder concentrarnos. Ese tipo de pautas comportamentales se dan producto de la inflamación. Por eso tiene mucha relación con la depresión, o alguna de las cosas que se sienten o pasan durante el proceso de inflamación.

—¿Los pacientes con enfermedades inflamatorias tienen más predisposición a tener depresión?

—Sí.

—¿Y el sobrepeso?

—El sobrepeso es un factor que va a predisponer a tener más depresión producto de que está muy vinculado a procesos inflamatorios también. Todas esas células adiposas generan moléculas que señalizan la inflamación todo el tiempo.

—¿Cuáles son las diferencias entre estrés, ansiedad, depresión y ataques de pánico?

—Podríamos decir que el estrés es otro paquete biológico. Como recién hablaba de la respuesta inflamatoria como un paquete biológico clave, el estrés es otro paquete biológico que nos ha ayudado durante millones de años a sobrevivir y es una respuesta que se da cuando estamos en una situación de peligro de vida. Eso va a generar una respuesta biológica que va a acelerar nuestras pulsaciones, las pupilas se van a dilatar, se va a liberar la adrenalina, nuestro cerebro va a estar más alerta, se van a empezar a liberar un montón de moléculas relacionadas con la energía preparadas para luchar, los músculos se van a preparar también. Entonces, hay toda una respuesta orquestada que se da de manera directa. Se da un estímulo que no podemos procesar y automáticamente se va a dar esa respuesta. Todos en nuestra vida tuvimos un susto que uno no se espera, y de golpe sentimos que el corazón está palpitando como loco o incluso sentir la corriente de adrenalina por el cuerpo. La respuesta estrés es algo muy adaptativo, es algo que es relativamente fácil de entender por qué nos ha ayudado tanto. El problema con la respuesta estrés es que normalmente es aguda: viene, está por un par de minutos y se va. El organismo entra en un estado de equilibrio.

—¿Qué pasa cuando está sostenido y uno no lo ve?

—Ya sea porque el estrés lo estamos disparando constantemente, que es lo que suele pasar en el estilo de vida en el cual estamos inmersos, disparamos esa respuesta biológica todo el tiempo. La disparamos cientos de veces en un día cuando normalmente esa respuesta se disparaba un par de veces a la semana. Nosotros la disparamos por millones de cosas y el 99% del tiempo por cosas que obviamente no ponen en riesgo nuestra vida. Sin embargo, para nuestra biología, no tenemos forma de discernir entre qué es un riesgo real vital y qué es una situación que estamos imaginando y no tiene ese riesgo. Lo que pasa es que cuando se vuelve crónico, empieza a disparar un montón de fenómenos que van a ser nocivos, y la inflamación es una consecuencia. Puede ser una inflamación de bajo grado, pero cuando esa inflamación de bajo grado se sostiene en el cuerpo, va a terminar produciendo cambios a nivel de nuestro cerebro que, como decíamos antes, esos cambios se van a solapar en cierta manera a lo que nos pasa cuando nos sentimos enfermos. Partimos de esta concepción estigmatizada de la depresión de que muchas veces es una cuestión voluntaria, es una cuestión psicológica, estrictamente relacionada al ámbito de las emociones, y acá estamos hablando con mucha claridad de un proceso biológico que alterará cómo funciona nuestro cerebro. Va a alterar estructuras, circuitos, neurotransmisores y eso es algo que para la ciencia, hoy por hoy, es relativamente fácil de ver, de observar, de medir. Ya no hablamos de un factor que es estrictamente de la esfera psicológica, o de mi voluntad; estamos hablando de una cuestión que tiene también una componente biológica que siempre está de la mano. Cuanto más grande es la componente biológica, más dificultoso va a ser encontrarle la vuelta o la salida a esta situación.

—Esto no es cuestión de voluntad: hay un componente biológico. La persona medicada tenía mala prensa y hoy está bajo un tratamiento.

—Es complejo y sencillo a la vez. Es simple en el sentido de que estamos hablando de una enfermedad que tiene componentes biológicas y lógicamente entonces, tener un tratamiento farmacológico en muchos casos es una necesidad.

—¿A partir de qué edad se manifiesta la depresión? ¿Los niños pueden tenerla?

—Los niños pueden tener depresión. Es mucho menos común, pero puede pasar. Hoy por hoy, la edad media de la depresión se ubica en los 25 años, pero lógicamente, tenemos un abanico muy amplio. 20 años atrás, la edad promedio era 45, y si nos vamos 50 años atrás, la edad promedio era 60. Notamos que esa edad promedio va bajando notablemente. Hoy, particularmente producto de lo que ha pasado con la pandemia, vemos que la población de adolescentes está mucho más en riesgo que quizás lo estaba antes. ¿Cómo detectarlo? No es sencillo, porque tenemos una serie de estigmas alrededor de la depresión como enfermedad que lo hace muy difícil para un adulto, para uno mismo poder verse en ese sentido. Son muy amplios los cambios que pueden ocurrir porque nuestro cerebro hace millones de cosas.

—¿Cuáles podrían llegar a ser las alertas?

—Toda la esfera emocional que pueden ser estados de tristeza crónicos, estados de irritabilidad que se vuelven muy frecuentes y que antes no estaban. Puede ser el estado de anhedonia, que es como si nos desenchufaran los circuitos emocionales y de golpe no sentimos. La parte emocional es un poco más fácil de identificar, sobre todo quizás para un padre que puede notar cambios en el comportamiento de su hijo. Después tenemos la esfera cognitiva: la capacidad de focalizarse, de memorizar. Cuando esa capacidad de memoria disminuye nos cuesta mucho poder llevar adelante una conversación, cuesta poder entender cosas que antes entendíamos más fácil. Y después tenemos aspectos más sutiles, que son muy fuertes si los experimentamos por primera vez, como es por ejemplo, la toma de decisiones: cosas tan sencillas como elegir una yerba en el supermercado, y quedarte media hora en los estantes, no pudiendo decidir cuál vas a llevar. Esto, para una persona que no lo experimentó, suena ridículo, muy difícil de entender, pero es una alerta. Hay otros fenómenos de tipo somáticos, como la estructura del sueño.

—¿La estructura del sueño es cuando uno no duerme bien de noche o duerme mucho?

—Las dos cosas. Aparece gente que duerme muy poco y mal, la calidad de sueño disminuye mucho, sueño muy liviano, muy poco profundo, no logra tener un sueño reparador, entonces al otro día te despertás como si no hubieras dormido. Y otra gente tiene hipersomnia y duerme más, y aun durmiendo más tiempo, esa gente también se despierta como si no hubiera dormido y no descansa. Suele venir de la mano, y que forma parte de la etiología de la depresión: de las causas pero también de las consecuencias. Es una especie de bucle que siempre está dando vueltas. La energía es otro fenómeno clave: la falta de energía para poder hacer cosas que normalmente hacíamos, la falta de capacidad de disfrutar de esas cosas que antes disfrutábamos. También otra cosa que entra en estos fenómenos más somáticos es que cambian los umbrales de dolor. De golpe empezamos a sentir dolores todo el tiempo que antes no teníamos: dolores físicos, musculares, dolores de cuerpo.

—Cuando perdemos a un ser querido, ¿es profundo e inmenso dolor o es depresión? ¿Cómo darte cuenta de la diferencia?

—La pregunta me toca directamente porque mi primer episodio depresivo estuvo relacionado a la muerte de mi papá y yo lo vivencié como un duelo muy largo, un duelo que duró dos años, pero en ese contexto para mí fue un duelo. Todo lo que me estaba pasando, el 80% de los síntomas que te mencioné antes, los viví por dos años, pero para mí no era depresión desde ningún punto de vista. Era un duelo muy largo. Ahí es cuando es bueno tener la opinión de un profesional, donde se puede separar entre el proceso natural de duelo que uno puede estar llevando adelante y una cuestión más patológica, por decirlo de alguna manera, o no adaptativa, que forma parte del proceso que estamos viviendo. Cuando hablamos de cualquiera de estas alertas, es súper importante que quien tenga la más mínima duda vaya a ver un profesional y trate de tener un buen diagnóstico. Si no te sentís cómodo o no te gusta, andá a ver a otro y tené un segundo diagnóstico. Pero es un ejercicio que es de tremenda importancia que cuanto antes lo podamos tener, será mucho más fácil darle pelea a toda esta situación que puede ser terrible.

—¿Por qué es tan importante buscar ayuda a tiempo?

—Justamente por todo lo que hablábamos al principio. Dado que estos cambios biológicos que se van a producir, cuanto más tiempo lleven dando vuelta, más difícil será poder resolverlos. Producto de los estigmas, se tarda mucho tiempo en tener un diagnóstico, y por lo tanto toda la intervención que podamos hacer, será mucho más dificultosa. Si nosotros agarramos la depresión cuando está recién iniciándose, cuando es el primer episodio, muchas veces incluso no se necesitará medicación, haciendo una serie de cambios en nuestro estilo de vida, en nuestro día a día, será suficiente para tener una remisión eficiente. En cambio, si vamos a ver a un médico después de tener un segundo episodio donde casi no podemos salir de la cama, obviamente que va a ser mucho más complicado porque la parte biológica va a estar mucho más marcada. Es súper importante poder acompañar sin juzgar y realmente poder estar al lado de esa persona, brindándole ayuda y lo que necesite, desde el lugar de empatía, tratando de poder aprender lo que uno tiene a su alcance para poder dar ese salto y ponerse en el lugar. Porque también es cierto que no es tan fácil poder empatizar con algo que uno nunca vivió. También hay un trabajo del que tiene que aprender desde el otro lugar: por qué esa persona está pasando lo que está pasando y qué es en realidad lo que está viviendo y sintiendo.

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