La mayoría de las series se parecen entre sí, en parte porque buscan repetir éxitos, y además porque desean no espantar espectadores con propuestas demasiado extremas. Por eso cuando aparece algo como Nuevo sabor a cereza la sorpresa es grande y también bienvenida. Con ideas que van al extremo y sin medir las consecuencias, esta nueva propuesta de Netflix consigue producir una atracción irresistible y adictiva, aunque varias de sus escenas puedan producir rechazo entre las almas más sensibles.
Lisa N. Nova (Rosa Salazar) es una joven que llega a Los Ángeles decidida a dirigir su primera película. Un raro cortometraje suyo del género terror le permite dar sus primeros pasos en ese mundo, pero el productor en el cual confía la acosa primero y le roba el proyecto después cuando ella lo rechaza. Desesperada, Lisa emprenderá la más enrevesada venganza que uno pueda imaginar, con la ayuda de una misteriosa mujer que le promete triunfar en su deseo a cambio de algunas cosas que no adelantaremos aquí, pero que igualmente el lector no creería posibles hasta verlas finalmente plasmadas en la pantalla.
El cineasta argentino Luis Saslavsky vivió en Hollywood un tiempo en la década del 30 y escribió un libro llamado La fábrica lloraba de noche, el perfecto resumen de todos aquellos que llegaron a la meca del cine y se encontraron solo con frustraciones y fracasos. El cine y la televisión han tomado este tema en innumerables ocasiones, muchas de ellas de forma brillante. Aunque Nuevo sabor a cereza es muy original, en varios momentos se nota un guiño a sus admiradas antecesoras.
El clima de pesadilla, por momentos onírico y por momentos terriblemente real, hace que la serie nunca deje de inquietar. David Lynch, el gran cineasta experto en estos climas, parece ser la fuente de inspiración, en particular con dos de sus filmes: Lost Highway (1997) y Mulholland Dr. (2001). A su vez, otro clásico de cineastas frustrados se hace presente, la también oscura y gótica Sunset Blvd. (1950), de Billy Wilder. El horror físico de la serie parece también surgido de la mente de David Cronenberg, con lo que podemos ver que Nuevo sabor a cereza solo se inspira en los grandes. Las bases del cine de terror, pero elevadas al siguiente nivel.
Cuando uno empieza ver la serie y observa cómo va creciendo en locura episodio tras episodio no cree posible que este ascenso pueda seguir produciéndose, pero para placer y horror del espectador, no hay nada imposible a la hora de asombrar a los espectadores. La apuesta se acrecienta y la serie se vuelve cada vez más adictiva. Los amantes de Lynch y Cronenberg se sentirán como en casa, y los seguidores del cine y las series de terror menos complejos podrán acercarse también, y conocer algo nuevo y arriesgado.
Sorprender es algo cada vez menos habitual hoy en día. Esta historia, mezcla de las películas mencionadas con el Fausto, capaz de tener momentos de breve pero efectivo humor y un clímax para producir pesadillas a cualquiera, logra aquello que muchos esperamos y que pocas veces obtenemos de las series: que no nos decepcionen. Si tienen la valentía para enfrentarse a todo esto, entonces vale la pena que prueben Nuevo sabor a cereza.
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