En la madrugada del lunes 26 de julio Chano Moreno Charpentier fue protagonista de un violento episodio del que resultó baleado por un policía. Ocurrió en la casa que el cantante estaba habitando desde hacía un par de semanas en el Barrio Parque La Verdad, ubicado en Exaltación de la Cruz sobre la Ruta 39, en la provincia de Buenos Aires.
En los días previos a aquella fatídica noche, Marina Charpentier había recurrido a Gastón Pauls, quien está al frente de Seres Libres, ciclo en el que se habla con franqueza y crudeza sobre el infierno de las adicciones: la madre del ex líder de Tan Biónica se sintió interpelada por el mensaje del programa que se emite por Crónica HD y se contactó. “Desde que vi tu primer programa, fue muy fuerte para mí, porque no se habla de adicciones en la televisión. Y dije: ‘Por fin alguien habla de esto’. Me pegaba el programa”, contó la mujer en una entrevista con el actor, emitida este viernes.
Sobre el devenir de la adicción de Chano, Marina contó que “hace 20 años que está luchando contra la adicción. Pero la pandemia ha sido muy dura para los adictos. Todo este año estuvo complicado, no ha estado bien, y yo estaba viendo qué más podía hacer. Él estuvo internado, hizo miles de tratamientos y yo ya no sabía que hacer”. Y reveló cómo fue la conversación que tuvo con Pauls en ese momento de quiebre: “En junio ya lo veía muy mal, ya no me escuchaba y la familia me decía: ‘Ya está, esto es así, no se puede hacer más nada, que sufra las consecuencias’. Y en la desesperación, un sábado te llamé y te dije: ‘Gastón, por favor, ¿lo podés llamar, le podés mandar un mensaje? Porque ya no sé qué más hacer’. Te llamé llorando”.
“Antes de que él tuviera el balazo”, siguió Marina con su relato, “el viernes yo había pedido ayuda: había llamado a pedir por favor que viniera un psiquiatra porque él ya estaba mal, su psiquiatra me había dicho: ‘Hay que internarlo’, y él no quería internarse. Vino la ambulancia y no vino un psiquiatra, vino un médico. Mandaron otra más y otra más: tres ambulancias y las tres, sin ningún psiquiatra. Y vino la policía: los mismos psiquiatras llaman a la policía. Eso fue el viernes”.
Ese viernes, Chano llamó al 911 (”Eso fue lo que se viralízó”, apuntó Marina) pidiendo ayuda porque “mi mamá está loca, me quiere internar y yo estoy bien y quiero que se vayan de mi casa”. “Nos echaron a todos de su casa, que íbamos a ayudarlo. Yo quería que lo ayuden y dije: ‘Fracasé contra el sistema, tres médicos, tres ambulancias y dos patrulleros no pudieron hacer nada. ¿Qué más tengo que hacer?”.
Lo que sucedió en la madrugada del lunes, según el relato de Marina, para Chano supuso “el fondo más terrible, casi se muere de verdad”. Y entre lágrimas, describió cómo vivió el momento del balazo que pudo haber sido fatídico: “Yo estaba al lado. A veces pienso que me voy a levantar y decir que fue una película. Porque nunca vi en una película una escena donde haya un hijo parado, la madre a un metro y un policía disparándole. Él cae y yo me caigo de rodillas. Le digo: ‘Le disparaste, le disparaste’. ¿Cómo le van a disparar a mi hijo?”.
“Nosotros decimos que un adicto en consumo, no puede tener otro final que hospitales, cárceles o cementerios. En ese momento me puse de rodillas, y le pedía a Dios y a la Virgen: ´Por favor, salvale la vida, porque yo no puedo vivir si mi hijo está muerto. No quiero vivir un día de mi vida más que si mi hijo no está. Yo le entrego mi vida. Por favor, que me muera yo si va a pasar algo. Que me muera yo, no él’”, recordó la mamá de Chano. “Y se salvó, se salvó. Y no fue ni cárcel ni cementerio: fue hospital. No era su momento. Yo creo que esto pasó porque él tiene muchas cosas por decir todavía, tiene muchas cosas por hacer”.
Marina, además, contó cómo está viviendo la recuperación de Chano: “Hoy está otra vez, hoy tiene 29 días limpio. Hoy es mi hijo, volvió mi hijo: ese niño, esa persona amorosa, tan generoso, creativo. Él es eso. Ahora, cuando está en consumo, no. Pierde la luz, pierde la mirada, se vuelve gris. Los adictos en consumo están grises. Hoy volvió a estar muy luminoso. Dios quiera que siga limpio. Está bien, solo por hoy. Sigue internado, sigue su tratamiento, va a estar internado un tiempo más. Después va a ir a Narcóticos Anónimos”, dijo.
“Tener un hijo adicto es como andar por la vida con una cadena y una bomba por explotar: vos vivís la vida pero siempre llevás la cadena y no sabés cuando te va a sonar el teléfono y te van a decir: ‘Tuvo un accidente, se murió, no está'”, graficó Marina con crudeza. “En una parte mía está la familia, estoy comiendo con mis nietos, jugando en la quinta, haciendo mi vida... y la otra parte está pensando: ‘¿Donde está? ¿Habrá amanecido? Es sábado a la noche, ya es domingo, no me llamó, es la 1 del mediodía...’”, agregó.
También reveló que desde hace años que asiste a los grupos de familiares y amigos de adictos Nar Anon, en donde obtiene el apoyo necesario: “Ahí escuchás y tenés soluciones, respuestas. Todas esas madres habían recorrido el camino que yo recorrí. Y muchas estaban más adelante, muchas ya hahbían tenido que internar a sus hijos. Y el primer día que me hijo vino y me dijo: ‘Mamá, intername’, que tenía 24 años, yo ya sabía todo, ya sabía lo que tenía que hacer. Llamé a compañeros de grupo y me acompañaron”, recordó Marina sobre cómo fue la primera internación de su hijo.
“Esa primera vez estuvo 8 meses internado. Cuando tenía salida, venía el fin de semana a casa y a las 7 de la tarde, había que irse, prepararle el bolso con la ropa limpia y llevarlo. Yo lo llevaba a la puerta y era igual que cuando lo dejaba a los 3 años en el jardín de infantes. Se me estrujaba el corazón, me moría de tristeza, volvía llorando todo el viaje. Y me decía: ‘Estás haciendo lo correcto, lo estás soltando, estás dejando que la gente que sabe se ocupe de él’”, cerró.
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