Los que veíamos “La familia Ingalls” amábamos a la buena y valiente Laura Ingalls tanto como odiábamos a la malvada y engreída Nellie Olson. Es que la muchachita era “más mala que una araña mala”. Aunque no alcanzó a la categoría “trauma de infancia” más de un lector debe recordar ese capítulo donde Nellie cae de una yegua -que era de Laura-, finge quedar paralítica y no solo exige que maten al animal, como sabe que Laura se siente culpable la obliga a ser casi casi que su esclava. Todavía recuerdo -y si el lector emparda mi DNI seguro que también- la furia indignante que me generó ese capítulo. Si ya no soportábamos a Nellie y su constante nariz fruncida e ínfulas de princesa esa vez directamente queríamos decirle cual Mirtha Legrand “Así, no”. Por suerte y sobre todo, por guión, Laura se daba cuenta de la patraña y terminaba arrojando a Nellie con silla de ruedas y todo sobre un charco de barro.
Fue un momento de disfrute comprobar que Laura pasaba de sumisa a justiciera y que por fin a Nellie recibía su merecido. Es que la rubiecita de rulos perfectos -versus las trencitas desarregladas de Laura- era el objeto de nuestro enojo. Engreída, egoísta, trataba muy mal a su hermano, alardeaba de su dinero y eso que su papá, luego de Charles, era el hombre más bueno de todos los buenos de esa serie. Sí, Nellie Olson junto con Harriet, su madre, eran las más detestadas. Lo que nadie sabía es que ese papel le estaba salvando la vida a Alison Arngrim, la niña que en el set podía gritar, desahogar su enojo, patear y pelear, en suma canalizar la ira y sobre todo sanar su mayor herida: el abuso al que su hermano la había sometido.
Alison nació en Nueva York. Desde chica el mundo del espectáculo formó parte de su vida cotidiana. Thor Arngrim, su padre había sido un ejecutivo en Hollywood y su mamá, Norma MacMillan una actriz que aunque no era famosa trabajó en varios proyectos. La familia se completaba con Stefan, su hermano, siete años mayor.
Por cuestiones laborales o compromisos personales, el matrimonio solía pasar tiempo fuera de su casa. Stefan era un adolescente cuando comenzaron a dejarlo a cargo de su hermana que había cumplido seis años. Y el hogar se transformó en infierno.
Durante tres años, cada vez que estaban solos, Stefan abusaba de su hermana. Alison comenzó a mostrar cambios en su conducta, se hizo más retraída y evitaba el contacto con su hermano. “A esa edad realmente no sabía lo que me estaba sucediendo, yo no sabía lo que era el sexo, y eso es lo que pasa cuando los niños son abusados, no le dicen nada a sus padres. ¿Qué van a decirles? Que esta persona vino y me hizo esto, yo no sabía lo que estaba bien o mal. Nunca ocurre una sola vez., uno se encuentra atrapado en esta situación horrenda. Cuando te encuentras presa de esta pesadilla eres absolutamente presionado y amenazado para que calles y sientas culpa”.
La situación se terminó y no fue por la intervención de los adultos. Alison comenzó a recibir información “empiezas a oír a la gente diciendo, “Bueno, ya sabes, hay una cosa llamada violación, si alguien te hace tener relaciones sexuales y no quieres, es contra la ley”. Sola, en silencio, sin poder hablar con sus padres ni con un familiar que la protegiera, encaró a su abusador. Le dijo que lo que hacía con ella era ilegal y que si no se detenía iría a la policía para denunciarlo. Las agresiones cesaron. Alison calló, tardaría muchos años en poder hablar para sanar.
La vida o lo que Alison conocía como vida siguió. Con once años ya había participado en algunos comerciales y al verla tan histriónica, sus padres no dudaron en llevarla a dar una prueba para una nueva serie: La familia Ingalls. Audicionó para el rol de Mary, la primogénita de los Ingalls, pero no convenció a los productores. Se estaba por retirar cuando le ofrecieron probar como Nellie, la odiosa y malcriada hija de Nels y Harriet. Tenía que gritar, pelear, mostrarse soberbia y enojada. Los productores quedaron fascinados con su actuación, esa niña de aspecto angelical mostraba una furia inusitada. Solo años después comprenderían que no era una niña actuando sino pidiendo auxilio.
En la serie era la hija de los Olson, los “millonarios” del pueblo no por terratenientes sino por ser los dueños del almacén. Su personaje se puede definir en una palabra: detestable. Intrigante, peleadora, soberbia, un compendio de todo lo malo. Ese papel horroroso sin embargo la salvó de su propio horror. La ayudó a liberar toda la ira e impotencia que llevaba dentro. “Nellie era una chica con la que aprendí a amar, me sacó de mi casa cuando pensaba que no había escapatoria”
Como Nellie podía hacer todo lo que no podía hacer como Alison. “Yo representaba a una nena a la que todo el mundo le tenía miedo y era genial. Me pagaban para hacer de esta persona que grita, tira cosas, desahoga su ira, no le importa quién está mirando, muestra sus peores partes, hace caras terribles, y no le importa lo horrible que se ve. Fue absolutamente terapéutico”.
En el set se sentía segura y eso que no siempre la pasaba bien. Para lograr sus rizos perfectos primero la peinaban con un rizador que se calentaba en un horno. Esto además de peligroso no permitía un peinado duradero así que decidieron que use una peluca. El problema es que se la sujetaban con unas horquillas de metal que a veces se le clavaban en el cuero cabelludo y la lastimaban.
Otras veces debían grabar en el exterior con temperaturas que llegaban a los cuarenta grados por los que alguna vez se desmayó por el calor. Katherine MacGregor, la actriz que interpretaba a su insoportable madre tampoco era fácil de llevar. Formada en el teatro, solía decirle a todos en general y a su “hija” en particular cómo interpretar sus líneas. Si su texto no le gustaba, lo cambiaba lo que hacía que los demás actores no supieran cómo seguir ya que ella no les daba el pie.
Si Laura y Nellie se detestaban en la ficción, cuando se apagaban las cámaras eran muy amigas. Con Melissa Gilbert solían ir a atrapar sapos al arroyo. Al volver, lejos de retarlas, Michael Landon se los pedía y los escondía. En algún momento con su mejor cara de Charles, se los acercaba a técnicos o actores que gritaban del susto y la sorpresa. “Era uno de los hombres más graciosos que jamás haya visto, muy divertido. La gente pensaba que era como su personaje pero se equivocaban. Si bien tenía algo de Charles, él era una persona salvaje, irreverente y muy bromista” y añadió “le gustaban las mujeres y los cigarrillos. Le gustaba ir al hipódromo, contaba chistes horrendos, pero tenía una ética de trabajo increíble”. Alison nunca le reveló el infierno que vivía en su casa y lo lamenta, “Creo que probablemente hubiera sido una buena persona para acudir”.
El personaje de Nellie era detestable y logró que el público la detestara; a los 12 años vivió algunas situaciones por lo menos incómodas. Por la calle, algunas nenas se acercaban a insultarla o simplemente decirle que la odiaban. En una ocasión dos chicas se acercaron, le pegaron y terminaron empujándola lo que la hizo caer sobre el pavimento. “Me di cuenta de que me pateaban por algo que hacía mientras fingía ser otra persona. Así que en ese momento pensé: ¿Qué tan buen trabajo estoy haciendo que la gente me está volcando y atacando?”.
La serie comenzó a grabarse en 1974 y duró hasta 1981. Al terminar a Alison le costó mucho salir de su personaje. Apareció en algunas series y películas pero ni público ni productores lograban ver en ella a la actriz y no a Nellie.
Como los productores no la llamaban generó sus propias oportunidades. Se presentó en distintos lugares de comedia tanto de Estados Unidos como de Canadá. Suele ser invitada a distintos shows de televisión donde hace reír a todos contando anécdotas como “ex estrella infantil”. También participa en todas las reuniones de fanáticos de “La familia Ingalls” y en eventos en colegios.
Dispuesta a poner su granito de arena para que el mundo sea un poco mejor, cuando su compañero de serie, Steve Tracy, murió por SIDA inmediatamente comenzó a trabajar en campañas de prevención y talleres de “Sexo seguro”.
En el año 2010 decidió contar lo que durante años calló. Escribió “Confessions of a Prairie Bitch: How I Survived Nellie Oleson and Learned to Love Being Hated” (“Confesiones de una zorra de la pradera: cómo sobreviví a Nellie Oleson y aprendí a querer ser odiada”) donde narró el abuso que sufrió en su infancia y cómo su personaje le sirvió para canaliza el dolor que llevaba en su interior. “En los episodios donde gritaba, rompía cosas, o me peleaba con alguien, no tienen idea lo bien que me sentía. Volvía a casa al final de día y caía en la cama cansada, pero dormía relajada. Fue la terapia más increíble”.
Pudo hablar con sus padres de lo sucedido. Ellos se enojaron por no haberse dado cuenta. “Doy gracias porque me creyeron. Porque muchos amigos le han dicho a sus padres y estos les responden ‘No, estas loco’”. También enfrentaron a su hijo pero no lo denunciaron “cuando es alguien de tu familia, se lo enfrenta, dicen que hablarán con él pero no se lo enjuicia. Si hubiera sido un extraño, otro hubiera sido el desenlace”.
Casada hace dos décadas con Robert Paul Schoonover, ahora vive en Los Ángeles y participa en organizaciones que concientizan y visibilizan los abusos durante la infancia mientras sigue con sus giras como comediante. Con 59 años, la gente sigue viéndola como Nellie Oleson esa niña insoportable a la que todos queríamos “matar” y que a ella le salvó la vida.
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