Justo unos minutos antes de su ya clásico “¡Buenas noches, América!”, Marcelo Tinelli suele recluirse en su camarín, alistándose para salir al aire con una nueva emisión de ShowMatch. Pero esta vez hace una excepción: se presenta en el imponente estudio de LaFlia para conversar a solas con Teleshow.
A su alrededor, el Chato Prada, su productor y mano derecha, más algunos asistentes, ultiman detalles para que la emisión que dará comienzo a continuación salga a la perfección. Mientras, el conductor termina de hacer algunas llamadas telefónicas y, tras saludar a cada una de las personas que harán posible esta entrevista, se presta al diálogo.
Las “pasadas de piso”, como se le llaman a los ensayos generales de los participantes que bailarán ese día en La Academia, hoy se harán un poco más tarde. Es necesario que reine el silencio más absoluto y que se genere el clima apropiado para que el anfitrión acerque sus conceptos, ahora con el micrófono en la solapa.
—¿Cómo estás viviendo este año de ShowMatch? ¿Hiciste un balance?
—Estoy muy contento con este año. Es muy pronto para hacer un balance: recién estamos en agosto. Pero soy muy feliz haciendo el programa, parándome frente a una cámara, hablándole a un montón de gente. Sé que es un momento difícil para toda la Argentina y el mundo por la pandemia. Hay mucha incertidumbre en general, uno no puede dar certezas a un montón de cosas, y hay gente muy necesitada de un espacio de diversión, de humor, de entretenimiento. Soy un agradecido de la vida de tener trabajo, de poder darle trabajo a tanta gente y de estar comunicándonos, entrando en la casa de la gente todas las noches. Si tuviera que hacer un balance, aunque es muy pronto, el balance es muy positivo para mí.
—Y en particular, justamente por la pandemia, ¿extrañaste el año pasado no estar en pantalla?
—Sí. A mí me gusta estar haciendo televisión. El año pasado un poco sentí que hice televisión desde casa, porque ya me había puesto medio obsesivo mirando el Cantando todo el tiempo y llamando permanentemente o mandando mensajes a través de Twitter. Guille me decía: “Bueno, ya está, listo, dejalos que lo hagan tranquilos”. Qué sé yo, me pasa eso... Pero sí, se extrañó un poco. Pero también estaba contento porque la gente pudo tener trabajo el año pasado. El Cantando rindió mucho, al canal le fue muy bien con el programa, así que estoy contento con eso también. Me hubiera encantado estar a mí, pero por los protocolos fue imposible.
—¿Por qué decidiste elegir a Guillermina Valdés como jurado?
—Guille tiene algo muy especial: es una persona muy sensible, muy carismática. Para mí la tiene muy clara, ni ella misma creía en ella. Me hizo acordar cuando Gustavo Yankelevich en su momento me eligió y le dije: “¿Por qué me elegís a mí?”. Bueno, así fue cuando le dije a Guille que tenía que estar. Es una mujer que le da también una entidad al programa. Me encanta que esté mi mujer acá, trabajando al lado mío: me da seguridad, me encanta verla ahí. Y le cae muy bien a la gente. Vino, hizo el reemplazo de Ángel (De Brito), y toda la gente me la pedía: “Che, que vuelva”. Está andando muy bien. Y estamos muy felices los dos de trabajar juntos.
—¿Cómo es volver a casa después de ShowMatch? ¿Se desconectan, siguen hablando del trabajo, le cuestionás algún puntaje?
—No, no. Llegamos a casa y tratamos de no hablar de trabajo. Por ahí sí algunas cositas me dice, pero en general trato de que no, ya está. Llegamos y nos dedicamos a Lolo, a los perros, a nuestros hijos. Tenemos bastante, así que hacemos tarea de hogar.
—¿Cómo viste la vuelta de Pampita al programa? Se cuestionó el poco el tiempo con el que volvió, para algunos muy pronto después de ser mamá. Y después hizo el baile del caño. ¿Cómo lo tomaste?
—Me encanta que Pampita esté en el programa. Es un animal de trabajo; bien lo digo. Es muy trabajadora, le mete mucha garra, mucha pasión, muchas ganas a todo lo que hace. Me parece que extrañaba el programa, por más que fue hermoso que sea madre, y ella lo vivió así, de esa manera. Fue muy emocionante todo, pero yo sentía que iba a volver muy rápido. Ella lo dijo: “Yo, tres días, cuatro, y ya estoy”. Porque Pampita es así. Y para mí es muy importante que ella esté y le dé tanta importancia al programa. Es una persona que vibra el programa.
—¿No vista mal que ella haya bailado el caño así tan pronto?
—Me encantó, a mí me encantó.
—Hubo mucha polémica…
—Es la opinión del otro. Un elogio y una crítica es lo mismo. A mí me vale lo que yo pienso: me encantó, la vi brillante, radiante, espectacular. Por supuesto que una persona que acaba de ser madre puede ser cuestionada por alguno, pero bueno, depende de quien lo cuestione también.
—Este año en particular también se está apelando mucho a la emoción en ShowMatch. ¿Lo sentís más emotivo el programa en ese sentido este año en particular?
—Sí. Yo creo que todos nos emocionamos un poco más, y por ahí lo antes era una discusión, un conflicto…
—No es tan confrontativo como antes.
—Sí. La sociedad argentina está un poco podrida de todo lo que es la confrontación, está cansada de esta grieta que nos metieron un día y nos encontramos acá, inmersos: tenemos que estar de un lado o del otro, y no podés compartir ni un café con alguien que puede pensar distinto. Eso me parece tremendo: ya lo mirás mal si piensa distinto. Y a eso nos ha llevado un poco en estos últimos ocho, nueve, diez años, por decir, del país. Y con una pandemia, eso se profundiza más y la gente está mucho más sensible, con las sensaciones a flor de piel…
—Como más crispado.
—Sí. Hoy va por otro lado: la gente necesita otra cosa, algo más de cercanía, emocionarse más. Ya está, ya estamos saturados de la pelea, de un lado y del otro, y lo vivimos a diario: la gente no quiere más eso. Por ahí este mensaje viene de arriba, y nosotros, en los medios, tratamos de ir por el lado de lo que la gente busca. Uno siempre trata de ver lo que la gente busca y siente, y darle eso. La sociedad lo reclama a gritos: “Basta de pelea, basta de grieta, vayamos todos por un mismo objetivo”. Y me parece que con la emoción, no va a haber grieta. Reírnos, divertirnos, pasar un buen momento: me parece que tiene que ver con eso.
—Y el año que viene, ¿querés hacer algo nuevo con el programa, algo distinto?
—Todavía es muy pronto para pensar en el año que viene. Tenemos algunos formatos nuevos que no sabemos si tirarlos este año o el próximo. Lo estamos evaluando: estamos en reuniones permanentes, con el Chato (Prada), con Fede (Hoppe), con todo el equipo de producción. Vamos a ver. Yo creo que algo nuevo vamos a tirar antes de fin de año, y algo nos guardaremos para el que viene.
—¿Cómo te ves de acá a cinco años? ¿Te ves en la tele o en algún otro ámbito?
—(Risas) No sé. Yo siempre digo que no me veía nunca en la tele, así que me cuesta mucho pensar de acá a cinco años qué voy a hacer... En el medio televisivo voy a estar, no sé en qué lugar: si delante de cámara, detrás de cámara. Amo hacer televisión. Siempre agradezco mucho a todos los que me dieron la posibilidad de trabajar en la tele.
—Fuiste un gran productor de ficciones y ahora está todo el furor de Okupas, en Netflix.
—Cuando veo Okupas en Netflix, la verdad que me llena de orgullo. Cuando Bruno Stagnaro me vino a decir un día que tenía la idea de recuperarlo y que lo pusiéramos en Netflix, me pareció un sueño. Dije: “Bueno, ojalá se nos pueda dar”. Y que hoy sea tendencia uno, dos en toda Latinoamérica, dije: “¡Wow!”. Que se empiece a hablar de algo que nosotros hicimos allá, por el año 2000, 2001, como algo artesanal... Es un sueño. Ahora estamos haciendo una ficción juvenil para Flow, una especie de comedia musical. Me encantaría que la productora siguiera creciendo. La ficción está creciendo mucho porque están cambiando muchas plataformas.
—Quería preguntarte también por otros conductores en la tele. ¿Hay alguno que destaques?
—Tengo un cariño muy especial y, más allá de la amistad, el primer día que lo vi, lo llamé y le dije: “Tenés todo para ir para adelante”. Ese es Jey Mammón. Te hace sentir muy bien en las entrevistas. Se lo dije el primer día: “Vos atrás del piano, ahí, haciendo entrevistas... ya está, cerrá el programa ahí, que ya lo tenés”. Y se reía. Cuando el año pasado me dijo que dejaba el Cantando para ir al programa de América, me pareció que estuvo muy bueno. Cada día demuestra que es un capo. Por supuesto que hay conductores que son muy buenos también: lo veo a Darío Barassi, que es muy bueno en lo que hace.
—Además de la televisión, ¿querés incursionar en algún otro ámbito, en algún cargo quizás en el futuro?
—A mí me gusta la participación de la gente en los distintos lugares: tenemos que tratar de involucrarnos y de participar. Cuando uno asume cualquier cargo siempre tiene que establecer una función social, dar servicios. Soy presidente de la Liga Profesional de Fútbol y uno tiene que servir a los clubes y al crecimiento del fútbol argentino. Soy presidente de San Lorenzo, tengo que tratar de servir a San Lorenzo y dar lo mejor, más allá de lo que pueda entender después el otro, o de cómo se puedan ver las situaciones políticas. Y la función pública es lo mismo: uno tiene que tratar de ayudar. A mí me pasó. Todavía sigo escuchando a personas que dicen: “Bueno, estuvo en la Mesa del Hambre”. Y sí, yo estuve en una foto en la Mesa del Hambre, como estuvieron un montón de famosos que hoy no aparecen, y como estuvieron un montón de funcionarios, un montón de políticos. En el 2019 me pareció algo muy bueno participar, pero en algo puntual. Yo no soy un funcionario público de este Gobierno, no soy la persona que va a determinar finalmente cómo va a quedar el índice de pobreza en la Argentina. Lo que a mí me tocó es que me hayan llamado para por lo menos solucionar cosas puntuales, y estoy muy orgulloso de haber solucionado el tema del agua en muchas comunidades aborígenes del norte, algo que muchas veces no sale en ningún lado, sino que lo más fácil es decir: “¿Y qué han hecho con la Mesa del Hambre?”. La verdad es que eso es lo más fácil de decir. Yo voy al hecho real: estoy feliz de haber podido ayudar. Seguramente, esos que hablan es porque no saben, hablan desde el desconocimiento, entonces lejos estoy de enojarme con ellos. Muchas veces se opina muy fácilmente de las cosas.
—En este momento tan crítico, lo importante es sumar.
—Sí, y eso es lo que a mí más me gusta. Cuando uno ingresa en la función pública, ya sea en un club, en el fútbol, en la parte social, siempre lo más fácil es criticar desde el otro lado. Es lo que más rápido te viene, sin conocer profundamente las cosas. Es más fácil decir: “No han hecho nada”, más que: “A ver, che, ¿qué hicieron?”. Averigüemos primero, preguntemos. Que uno pueda ir en un auto importado a una Mesa del Hambre, a mí… Yo no voy a tomarme el colectivo para hacerme el “ah, no, mirá, me vine en bondi...”. Al contrario: lejos estoy de eso. Yo lo que quiero es colaborar. No me parece que el auto marque o no una ayuda; al contrario. Yo voy a seguir colaborando y voy a seguir ayudando porque quiero a mi país: vivo acá, mis hijos viven acá. Siempre les digo que no se vayan, que estudien acá, que estudien en Argentina, que paguen sus impuestos acá, que den trabajo acá.
—Hablando de tus hijos, ¿ves en alguno de ellos un futuro en el medio?
—La veo a Juani por momentos, lo veo a Fran también en el tema de la música, el cine, con la ficción. Cande también incursionó en el canto también. Los puedo ver en los medios en diferentes lugares, no sé si agarrando un micrófono o conduciendo, pero veo que les gusta, andan por ahí. Es más, de hecho Fran estudió en la ORT la carrera de medios, así que la conoce perfectamente. Pero no soy un padre que les va a decir: “Este es el legado de papá”.
—Siguiendo en el plano familiar, ¿cómo está la salud de Soledad Aquino? Hace poco fue dada de alta, pero queremos saber cómo está su evolución.
—Sole está muy bien. Ahora está en un centro de rehabilitación, sobre todo trabando los miembros inferiores porque después de estar tanto tiempo en la cama le cuesta mucho. Está empezando a caminar y a moverse. Pero está muy bien, el hígado se adaptó muy bien al cuerpo, al organismo de Sole, y es muy importante cuando un órgano es compatible. Está generando bilis, que es fundamental en un trasplante de hígado. Estamos muy contentos. Las chicas la van a ver, yo también, Guille también. Esperemos que pronto ya pueda estar en su casa o en un departamento, y la podamos disfrutar porque siempre se la extraña.
—Y hablando un poco de Lolo, ¿cómo vivieron la final de la Copa América? Sé que son muy futboleros…
—Fue impresionante… Lolo me pregunta todo y es muy fobalero: sabe más que yo porque hoy los chicos, con la tecnología, conocen todos los jugadores. Sabía de todas las selecciones, había llenado el álbum de figuritas de la Copa América. Hasta me decía por ahí: “Tráelo para San Lorenzo, que venga tal jugador, tal otro”. “No lo podemos pagar”. “Bueno, tal otro”. Siempre está con eso: algún jugador para San Lorenzo. Pero lo vivimos todos juntos en familia, fue hermoso. Y fue hermoso también por Leo (Messi), por Angelito (Di María), por Leo Paredes, por Scaloni, por todos los muchachos. ¿Viste cuando decís: “Ay, por fin, por este grupo que se lo merece más que nadie?”. Por nosotros, los argentinos. Pero fundamentalmente por ellos. Y por Leo.
—Hablando de Messi, ¿cómo viste su pase al PSG? ¿Hablaste con él?
—Sí, sí, tengo contacto, nos hablamos. No me gustó cómo salió del Barcelona, cómo lo trató el club en la despedida. Por supuesto, me hubiera gustado que siguiera porque Barcelona es su casa, pero bueno, no se pudo dar. Son esas cosas del fútbol medias raras, que vos decís: “Qué lástima que no pudo seguir en Barcelona...”. Pero lo veo muy bien, radiante. Llegó al PSG y cambió la imagen del club. Para mí era un equipo de dueños qataríes que tenían una imagen muy distante con la gente, y siento que ahora se juntaron Neymar, Messi, Paredes, Di María y le cambiaron la cara. Es más: yo me hice hincha.
—A nivel tanto personal como profesional, ¿te queda algún sueño por cumplir?
—Siempre va a haber algún sueño: me cuesta pensar que tengo todos los sueños cumplidos. Sí me gustaría ser abuelo, que el día de mañana mis hijos me dieran un nieto. Por ahí esto me lo decías siete años atrás, antes de haber nacido Lorenzo, y te decía “no, no”. No quería. Pero hoy te digo que sí: me gustaría ser abuelo.
Aquí, la entrevista completa a Marcelo Tinelli:
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