Con su guitarra al hombro, como siempre, Patricio Giménez se instaló en Uruguay a mediados del año pasado. En plena pandemia por el coronavirus, los primeros meses se dedicó a dar clases de canto por Zoom y a brindar espectáculos interactivos a distancia. “Me contrataban para participar en algún festejo que se hacía por videollamada, así que yo tocaba algunos temas pero, además, tenía un ida y vuelta con la gente”, cuenta en diálogo con Teleshow. Sin embargo, a medida que se fueron habilitando los protocolos, el cantante tuvo la oportunidad de empezar a brindar sus shows en distintos pubs y eventos privados de Punta del Este. Hasta que le llegó propuesta de participar de la versión local de Masterchef Celebrity.
—¿Qué te llevó a aceptar este reality?
—A mí siempre me gustó cocinar. Obviamente, era un desafío mucho mayor, porque uno tiene sus cinco o seis platos que más o menos sabe hacer. Pero es distinto que vengan de repente y te digan: “Mañana hacé un rogel”. Hay recetas que uno nunca investigó.
—Haciendo uso de todos los prejuicios, cualquiera podría pensar que vos no sabías nada de cocina...¿Cuáles son estos platos que manejás?
—Me gusta mucho, por ejemplo, hacerme unas Gambitas al ajillo a la tarde en lugar de comerme unas tostadas...
—¡No te puedo creer!
—Es fácil, no es una preparación difícil. También me gusta hacer sushi, asado...Y me sale muy bien un plato que se llama Ropa Vieja.
—Cubano.
—¡Claro! Es como un estofado. Básicamente, pasa por ahí mi repertorio.
—¿Y quién te enseñó a cocinar?
—El tema es el siguiente: yo todavía no me hice mi casa, así que estoy viviendo en un hotel. Entonces, cuando tengo que grabar el programa, como me hice muy amigo de la gente de un bistró donde canté en el verano, Vero que es la dueña me presta la cocina y me enseña un poco.
—Eso es ahora, pero yo pregunto quién te enseñó en la vida...
—¡Ah! Me pasó que cuando me mudé a una casa y me hice mi propia huerta, empezaron a salir cosas que no sabía para qué servían. Entonces empecé a googlear. Porque antes, mi vida era más pizzas y empanadas de delivery. Y, de repente, me encontré con ocho zucchinis y tres calabazas. Así que no me quedó otra que buscar qué se podía cocinar con eso que iba cosechando.
—¿Sos un chef autodidacta?
—No: aprendí por YouTube.
—¡Claro!
—Hoy en día, si querés te recibís de médico por YouTube... Siempre y cuando encuentres el canal indicado, ¿no?
—Hay quienes cocinan porque no les queda más remedio y quienes lo disfrutan. ¿Cómo es en tu caso?
—Yo lo hago por placer. No tengo la obligación. De hecho, hubo una época en la que salíamos mucho a comer afuera con mi ex pareja. Pero, cuando me quedaba a cocinar, lo hacía porque me gustaba.
—¿Te gusta agasajar a otros con tus platos?
—Sí, soy de invitar gente a comer a casa. Pero, en el campo, también me tocaba cocinar para mí solo y lo hacía. Por ahí, preparaba una olla grande de Ropa vieja y guardaba en el freezer porciones para varios días. Es decir que no se me daba por hacer una receta al mediodía y otra a la noche, pero siempre tenía algo rico como para descongelar. Y me gustaba agasajarme a mí mismo con la comida.
—O sea que todo esto lo estás aplicando ahora en el reality...
—Hay algunas diferencias. La principal, es que uno no sabe qué va a cocinar y nadie puede abarcar todas las preparaciones. A mí, lo que más miedo me da es la repostería, porque además no me gusta mucho lo dulce y no soy de hacer tortas y todo eso. Pero bueno, sé que se vienen los desafíos, así que ya estoy probando hacer brownies como para estar preparado. Por otra parte, el mayor problema es que en el programa hay que trabajar a contra reloj.
—¡De eso se quejan todos!
—Es que es muy difícil. Porque en tu casa, si vos hacés una pasta de cero, empezás con la harina y el huevo y, recién después de que hiciste los tallarines, ponés el agua a hervir. En cambio acá, si prendés la olla después de que terminaste de amasar, ¡fuiste!
—¿Cómo vivís la repercusión que está teniendo el programa?
—La verdad es que es muy visto en Uruguay y la gente está muy enganchada. Por la calle me tiran muy buena onda. Y me sorprende mucho la repercusión que está teniendo en la Argentina mi participación, porque siempre veo el rebote en los portales.
—¿Y qué te pasa con eso? ¿Te agrada? ¿Te molesta?
—Están los comentarios lindos y también están los escándalos porque sí. Creo que tiene que ver con la envidia, pero hay gente que ni siquiera sabe por qué dice ciertas cosas. Y prefiere hacer el mal antes que hacer el bien. Pero yo ya me desconecté de eso, porque la verdad es que no dependo de esa gente para vivir.
—Es curioso que, más allá de que uno pueda coincidir o no con tu pensamiento o tu postura política, todo el que te quiere atacar dice: “Este que no trabaja”.
—Yo trabajo desde los 17 años, cuando empecé a cantar en los cruceros. De ahí en adelante, laburé siempre y me banqué solo toda la vida. Pero yo creo que es la proyección de lo que haría el que dice eso si estuviera en una situación parecida a la mía.
—¿Lo dicen porque de tener a una hermana como Susana Giménez, en una posición económica holgada, estas personas optarían porque ella los mantenga?
—Yo creo que sí. Todos los comentarios que uno hace sobre gente que no conoce, en el fondo son proyecciones de lo que le pasa a uno.
—También es cierto que esto que te dicen a vos, que sos famoso, no se lo dicen a tus otros hermanos: Federico y Carolina.
—Exacto. Pero bueno, eso es porque yo, más allá de las enormes diferencias, también estoy en el rubro del entretenimiento como Susana. En cambio ellos están fuera del showbiz.
—¿Y qué dijo tu familia de tu incorporación al certamen?
—Mis hermanos menores estaban felices porque saben que a mí me encanta cocinar. Susana, en cambio, no es muy amiga de la cocina (se ríe). Me dijo: “¡Ay, cocinar! A mí no me gusta porque se te queda todo el olor en el pelo”. Pero estaba contenta también.
—Fuiste el único participante del mundo que llegó al programa con su mascota...
—Sí, fui con Rumba, pero sólo a la presentación. Cuando voy a cocinar no la llevo porque es peligroso: estás con aceite hirviendo y corriendo de un lado para el otro. No es chiste y hay muchos que terminan con alguna quemadura o un corte. Yo, en mi casa, sí cocino con la perra al lado. Pero en la tele no.
—Dijiste que por ahora estabas viviendo en hoteles, pero que te querías hacer tu casa en Uruguay. ¿Es un proyecto concreto?
—Así es. Estoy con miras a hacerme una casita en el campo, que es lo que siempre quise. Yo lo tenía pensado como para un futuro lejano. ¿Viste cuando uno pasa por la ruta y dice: “Un día me gustaría...”. Y, de repente, la pandemia me hizo encontrarme allá. Entonces empecé a sentir que la muerte estaba cada vez más a la vuelta de la esquina. Y me replanteé esto de por qué no hacer ya eso que tenía como un plan a largo plazo.
—¿Para qué postergarse?
—Tal cual. Ahí pensé que, quizá, esa vida que soñé era ahora. Y la verdad es que está buena esa mezcla de campo con wifi.
—¿La idea es compartir esa casa con alguien? ¿Estás en pareja? ¿Tenés ganas de enamorarte?
—Tengo ganas de volver a estar en una relación. Pero creo que primero me hace falta un tiempito de estar solo, en tranquilidad, para reencontrarme conmigo mismo...
—Pero ya hace bastante que te separaste de tu última novia, ¿o no?
—Menos pregunta Dios y perdona (se ríe)
—Eso significa que hubo una de la que no nos enteramos...
—Claro. Pero bueno, mi sueño es estar con una mujer y formar una familia.
—¿Tenés ganas de ser papá?
—Tal vez, sí...
—¿Qué significa el ”tal vez”?
—Que eso tiene que ver con el momento y con la persona. Yo no soy de los que dicen: “Voy a tener un hijo”. Mi papá (Augusto Giménez Aubert) falleció cuando yo era muy chico. Y la verdad es que uno no puede manejar la muerte. Pero si puede saber cuando se ve con una pareja para toda la vida o, por lo menos, por un largo tiempo. Y a mí, si voy a traer a un niño a esta mundo, me gustaría que pudiera tener a sus padres juntos.
—O sea que depende de que aparezca la mujer indicada...
—El tema es tener un hijo por la convicción del amor y no por una cuestión de realización personal individual. ¿Se entiende?
—Perfectamente. ¿Tu idea es quedarte en Uruguay o existe la posibilidad de que regreses al país?
—Cuando alguien me de una razón para volver a la Argentina, yo vuelvo.
—¿Cuál podría ser esa razón?
—No sé...Tampoco quiero entrar en cuestiones políticas, pero la verdad es que yo no veo muchas oportunidades a futuro para mí en la Argentina. Cada uno elige dónde se proyecta mejor. Y hoy, yo me siento más en paz viviendo en Uruguay.
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