Un disparo dio en el techo, el otro en su corazón. Las crónicas de entonces coinciden en describir los últimos días del periodista Daniel Mendoza como turbulentos.
En la cúspide de su carrera, uno de los periodistas más influyentes de su época, con una trayectoria en la que se destacó por haber realizado coberturas por todo el mundo y haber entrevistado a los personajes más salientes del siglo XX, el lunes 17 de agosto de 1992 se quitó la vida en su departamento del barrio porteño de Belgrano. Encontraron, muy cerca de donde quedó tendido, un libro de anatomía que habría consultado poco antes de morir.
Si la muerte implica siempre una dosis de misterio, el suicidio pareciera contener el doble.
"Me acuerdo que lo último que me dijo fue: 'Decile al Gallego que lo adoro'. Hizo un silencio y lo repitió: 'Decile al Gallego que lo adoro'", le cuenta a Teleshow Rosita Sueiro, la esposa del recordado Víctor, quien fue la última persona que habló telefónicamente con Mendoza antes de su trágico final. Su esposo estaba descansando convaleciente ese domingo, por lo que no quisieron despertarlo.
Antes de esas últimas palabras, el periodista le preguntó cosas que hoy, a 29 años de aquel episodio, la mujer sigue intentando comprender. Entre preguntas familiares, charlas sobre la salud de su amigo y otros temas, el periodista le consultó dónde queda exactamente el corazón en los seres humanos.
Las notas periodísticas de la época pudieron reconstruir que durante el fin de semana previo a su muerte Mendoza había discutido con su esposa mientras sostenía un arma que encontró en la casa, que ella escapó y se llevó el arma, que él intentó hablar por teléfono con varias personas y luego que compró un revólver en un local del shopping Alto Palermo.
El periodista venía de meses con mucha exposición. Durante el verano de 1992, por lo general discreto para sus cuestiones privadas, Mendoza había sido tema de conversación y protagonista, junto a la entonces modelo y compañera de trabajo en Despertar al país, Andrea Frigerio, de uno de los romances de la temporada. Habitués de las playas de Pinamar, dejaron en esa oportunidad a sus familias en esa localidad balnearia y se escaparon a Buzios, en Brasil, donde fueron encontrados "in fraganti" por el fotógrafo de una revista.
Después de ese verano, los días continuaron, con algunos sobresaltos. Al menos tres trabajadores del viejo Canal 7 le confirmaron a Teleshow que durante la primera mitad de 1992 las discusiones en los cortes del envío se intensificaron entre el conductor y la modelo.
El jueves 13 de agosto Frigerio anunció que pedía una licencia para viajar al exterior con su novio y futuro esposo, Lucas Bocchino, y los más memoriosos en el canal todavía recuerdan la reacción dolida del conductor.
El trato al aire fue gélido. El viernes 14 de agosto Mendoza condujo por última vez su programa. Avisó que el lunes siguiente, feriado nacional porque se conmemora la muerte de José de San Martín, no iría a trabajar. No explicó los motivos.
Su vida, sus mujeres y sus pasiones
Capaz de hablarles de igual a igual a Juan Domingo Perón, Richard Nixon, John Wayne o el papa Juan Pablo II, la vida de Daniel Mendoza tiene mucho de mito. Un mito que él mismo se encargó de alimentar cuando engañaba a quienes lo entrevistaban. No en vano lo apodaban El Loco.
Él decía que tenía un origen humilde y de chico de barrio, pero se educó en colegios prestigiosos y fue bilingüe desde pequeño.
Daniel Mendoza era en realidad Daniel Carlos Ruiz. Su madre se casó joven y se separó pronto, cuando Daniel (que nació el 4 de octubre de 1943) tenía unos meses. Poco después Mabel conoció al actor Alberto de Mendoza, a quien el periodista consideró siempre su padre. Tanto fue así que tomó su apellido, con el cual se hizo famoso. La familia se instaló primero en México y luego en Madrid, donde vivirían por muchos años.
La adolescencia y primera juventud del periodista transcurrirían entre viajes, cierta vida bohemia en una Europa que ebullía, y un primer acercamiento al mundo de las celebridades y los medios que lo marcaría a fuego.
Lejos de las convenciones, Mendoza también tuvo una vida personal intensa, llena de viajes, amores y una familia atípica y numerosa.
Primero se casó con Virginia Hanglin, con quien tuvo a su hija mayor, Jimena. A la conductora radial la conoció por la calle; ella salía de su trabajo en el Hotel Alvear, él la siguió varias cuadras por Recoleta. Vivieron juntos casi dos años y luego se separaron.
Un tiempo después y otra vez por un encuentro casual, Mendoza conocería en la embajada argentina en Londres a María Cossio, con quien estuvo casado por casi dos décadas. Él, conocedor al detalle de la ciudad en la que vivió muchos años, se ofreció para llevarla de paseo y, pese a algunos reparos familiares –Mendoza era bastante mayor que Cossio– no se separaron más.
Construyeron, con esfuerzo, encuentros, crisis y desencuentros, una vida familiar que para todos era intensa y a la vez "de gran contención" para el periodista. Criaron a Marina, Dolores, Mercedes y Macarena.
"Vivimos años duros y buenos. Tuvimos años de peleas y años de paz. Años de intentar programas, de hacer buenas notas, de luchar por ideales insólitos como el de Malvinas, tiempos en los que golpeaba a los guardaespaldas de Bush para conseguir una entrevista, de romper el protocolo en el Vaticano para hacer hablar al Papa. Hizo todo lo que quiso, tanto en su vida privada como profesional", aseguró Cossio en la revista Noticias en 1992, en una de las pocas entrevistas que brindó tras la muerte de su marido.
Cuatro años antes de quitarse la vida, Mendoza reconoció a Danielito, un hijo extramatrimonial que tuvo con la azafata Graciela González.
El recuerdo de sus amigos
El último programa que condujo Mendoza fue Despertar al país, que se emitió por el canal público, entonces llamado ATC (Argentina Televisora Color). Precursor de un formato que hoy está más que instalado en la televisión local, por aquellos años sin canales de noticias que transmitieran las 24 horas y sin internet, el envío matinal ofrecía la información más importante para los televidentes antes de que muchos de ellos salieran de sus casas para trabajar.
Había una mesa, donde obviamente Mendoza llevaba la conducción, y distintos columnistas que fueron cambiando con el pasar de las temporadas. Para mediados de 1992, del programa participaban, entre otros, Hugo Lamónica, Chiche Almozny, Alejandra Muro Cash, Silvia Martínez y Andrea Frigerio.
"Hay que destacar que 'Despertar' fue un hito en la televisión argentina. Se instaló de alguna manera la idea de los noticieros matinales que incluían de todo, con la fórmula de la mesa multifacética que tenía desde humor hasta información de todo tipo y siempre con la personalidad de él, que era tan impresionante", recuerda Silvia Martínez.
"A Daniel lo conocí haciendo coberturas en la calle, en conferencias. Tenía fama de ogro para los colegas, pero conmigo fue todo lo contrario. Porque en el trabajo siempre quería facilitarte las cosas. Era un tipo de mucha claridad mental. Varios lo decían y creo que es así: a Daniel lo amás o lo odiás", agrega a Teleshow Martínez, hoy una de las figuras de la señal informativa Todo Noticias.
Almozny coincide: "Daniel era un tipo especial. Lo querías o lo odiabas. Podía parecer agresivo a veces. A mí me agarró en una estación de servicio y me dijo casi a los gritos que quería que trabajara con él. Íbamos mucho a comer y para mí era un placer escucharlo. Porque además podía hablar con la misma solvencia de la obra de Borges o de alguna formación del Real Madrid. Él sabía todo. Yo creo que hasta pensaba en inglés", sostiene el periodista especializado en tenis en diálogo con Teleshow.
Otra de las personas que recuerdan a Mendoza como "un profesional entrañable" es Alejandra Muro Cash, la emblemática locutora de la Televisión Pública y la inconfundible voz que acompañaba a Mariano Grondona en su programa Hora clave. Voz en off de Despertar al país, Muro Cash asegura que conocía "al dedillo" cada gesto del conductor, a quien en sus últimos días notó "algo irascible" y "apagado".
"Conmigo siempre fue muy afectuoso. Laboralmente era muy exigente, pero así como exigía también te demostraba su afecto. Siempre fue una persona muy cálida, que amaba a su familia", rememora la locutora, y agrega: "Por eso me pareció increíble cuando nos enteramos de lo que había pasado. Hasta que no lo vi en el féretro no lo pude creer".
Últimos días turbulentos
El suicidio de un personaje tan popular provocó tal conmoción que el tema llegó a la tapa de los medios más importantes de la época, ocupó decenas de horas en televisión, y varios de los protagonistas de la historia debieron salir a hablar.
Una de las primeras que lo hizo fue la propia Andrea Frigerio quien, en una entrevista con la periodista Reneé Sallas que la revista Gente publicó el 27 de agosto de 1992, aseguró que Mendoza estaba "obsesionado" con ella.
Según relató, tuvieron un romance que ella decidió dar por terminado ese verano. "El hecho de que él fuera casado era para mí definitivo. Yo no quiero ni quise ser la clandestina. Una y mil veces le dije que primero arreglara su situación personal. Era todo muy complicado", explicó la modelo, que en ese momento se encontraba en Jamaica con su nueva pareja.
Otros amigos de Mendoza dijeron a las revistas que Daniel en los últimos tiempos les había confesado: "Me enamoré de Andrea, pero la encontré tarde".
Los medios también estuvieron detrás de la causa que se inició para reconstruir los últimos días del periodista y para investigar cómo se había producido su muerte. El juez que llevó adelante el expediente, Nerio Bonifati, convocó a la viuda de Mendoza, a distintos allegados y a la propia Frigerio a declarar. Finalmente cerró la causa y adujo que la muerte se trató de una "decisión personal cuyos motivos se desconocen".
Del último adiós, que comenzó con una suerte de capilla ardiente en un departamento de la familia de su viuda sobre la avenida Figueroa Alcorta y terminó en un cementerio privado de la localidad de Pilar, participaron además de los familiares, grandes personalidades de la política, de los medios y del mundo artístico, acompañados de cámaras y flashes. Incluso se acercó a despedirlo el entonces presidente Carlos Menem.
"Daniel se tragó la vida. Con los años empecé a entender que se fue en el momento que tenía que irse. Vivió como 90 vidas en una sola, era un tipo que nunca pasaba inadvertido", asegura Rosita Sueiro.
Se acerca un nuevo 17 de agosto y Mercedes Mendoza sabe que pronto, como le ocurre desde que tenía ocho años, soñará con su padre y se reunirá con todos sus hermanos, sus madres, sus hijos y más miembros en la familia.
Justamente eso es de lo que más le agradece a 29 años de su partida: “Estoy convencida de que papá se aseguró de que fuéramos muchos para que siempre alguno sostuviera al otro. Siempre vas a tener a alguien al lado que te va a levantar, de alguna forma u otra. Yo le agradezco haberme dado a mis hermanos. Él se encargó de dejar un clan. Y decir: ‘Bueno, vivan, y no se olviden de que hay un mundo allá afuera’”.
Aclaración: esta nota se publicó originalmente el 13 de Agosto de 2017
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