Se amaron a destiempo. Darío Barassi y Lucía Gómez Centurión tenían apenas 16 años cuando se conocieron en San Juan, la provincia en la cual crecieron. Él quedó “enamoradísimo desde el minuto uno”. Y ella... ella no. Y allí mismo comenzó esta (no) historia de amor. “Era muy muy muy claro para mí que era la mujer de mi vida”, dice el conductor de 100 argentinos dicen, en El Trece, que luego de aquellos 60 segundos iniciales (”Estuve hasta las manos desde el día uno”, admite) optó por esperar.
Claro que no lo hizo de manera pasiva. Comenzó a construir una amistad con esa joven con quien tenía mucho en común, porque el destino, por entonces esquivo, le otorgó un guiño: cuando ambos -cada uno por su lado, claro- vinieron a Buenos Aires formaron parte del mismo grupo de amigos, aunque solían despegarse del resto.
Es que el teatro los apasionaba: fascinados con las luces de la Calle Corrientes, no había obra a la que no concurrieran. También iban al Colón “por dos mangos”, recuerda el actor, que sentía que la gran ciudad le “explotaba la cabeza”. Y a su lado ella, Lucía, acompañándolo en esa aventura. “Juntos descubrimos otra Baires -recuerda Darío-. Todo ese camino enriquecedor lo hice con ella. Me hacía la gamba porque a mis amigos conservas todo ese trip les importaba cero”.
Por esos años Barassi tenía otros planes. La actuación lo atrapaba desde la pasión, la Abogacía (se recibió con diploma de honor) lo retenía desde el mandato familiar. Lo que resultaba una constante era el amor hacía Lucía. Cierta noche compartida, entendió que debía decírselo. Las luces tenues del bar con pool en la calle Arenales, el clericó que le dio impulso, una frase prometedora que pronunciaron a la par: “Tengo que contarte algo”. Para Darío... ¡qué noche mágica Ciudad de Buenos Aires! Nada podía salir mal.
Lo que se dijeron después también se superpuso: “¡Me gustás!”, exclamó él. “¡Volví con mi ex!”, precisó ella. Y todo fue “engorroso”, como define Barassi. La relación regresó a foja cero: la amistad se hizo trizas, las salidas nocturnas ya no eran oportunas, la convivencia se “complicó”. Dejaron de verse.
El origen en San Juan, el desarrollo en Buenos Aires, el desenlace en Mar del Plata: en La Feliz volvieron a encontrarse más tarde. Lucía ya no estaba de novia, Darío siguió con la prudencia. En esos días de verano del 2010 tomaron sol, caminaron por la playa, se tomaron de la mano, robaron algunos besos. Y allí mismo comenzó esta historia de amor.
De regreso en Capital tuvieron la primera cita formal. Un restaurante de Palermo fue el sitio elegido en un día que no pareció casual en el almanaque: 14 de febrero. Y los nervios. “No me animaba a besarla. Entonces fuimos a su casa ‘a ver una peli...’, No tenía aire acondicionado y, pegado a un turbo, al borde de la deshidratación, le salté encima: ‘¡Vamos para adelante!’”. Ahora sí, estaban a tiempo.
La relación amorosa se afianzaba a la vez que Barassi decidía pegar el volantazo, realizar sus propias elecciones, romper con los mandatos: quería ser actor. Además, se probaba en la televisión como notero en el ciclo AM, de Vero Lozano y Leo Montero. Para la pareja, ese nuevo rumbo fue “un cimbronazo fuerte”. Así lo explica él: “Corté un año porque ella se puso de novia con el gordo pajuerano, abogado. Y de repente estaba a las 3 de la mañana persiguiendo notas”.
VER TAMBIÉN: Darío Barassi habló de su enfrentamiento con un participante en 100 argentinos dicen
La obra Chicos católicos, apostólicos y romanos fue su salto a la notoriedad y en 2013 ganó una beca en Nueva York. Tomo clases de canto con el pianista y director de Broadway Christopher Stephens y de teatro en Red Door, en el mítico West Village. Y en la Gran Manzana sucedió algo más: Darío decidió que al volver, tres meses después, le propondría casamiento a la mujer amada. Lo hizo con un video en el cual muchos de sus amigos le daban motivos a Lucía para que aceptara la propuesta.
El 20 de febrero de 2015 dieron el sí. “Esperé esa noche toda mi vida”, describió Barassi. Y se justifica: “Con ella, la remé 70 años”. En el último aniversario de casados le dedicó un mensaje en Instagram: “Esta pareja es mágica real. Gorda, sos el amor de mi vida. Brillante y bomba, simpática y sensible, inteligente y madraza. Feliz aniversario, nani mía. Sigamos juntos en esta y en todas. Porque como ya sabés, la cosa es con vos o no es. Te amo”.
No faltó oportunidad para otro recuerdo, en rigor ocurrido en la gran fiesta en La Rural. Así lo rememoró con Sebastián Wainraich cuando su amigo lo visitó en una emisión de famosos de 100 argentinos dicen. “Cuando entré al baño y encontré a esos dos haciéndolo, ¿te acordas?”, le resaltó Wainraich, cómplice, apelando a su memoria. “Dos personas hicieron el amor en mi casamiento -aceptó Barassi, divertido-. Uno que no es famoso. No lo quería contar, un amigo sanjuanino”, dijo, haciéndose el desentendido. ¿Y el otro? “Un famoso facha facha, que no está entre nosotros porque se fue de viaje”, aportó, sin revelar más pistas del invitado célebre que compartió la celebración con Peter Lanzani y Nicolás Francella, entre otros.
Pero eso es anecdótico para este hombre que admite ser “grasa y muy cursi para el amor”, capaz de prepararle a su esposa una tostada con forma de corazón. Hoy, comparten el hogar feliz con su hija, la pequeña y hermosa Emilia. Porque al fin el tiempo está del lado de los dos, al igual que el amor.
SEGUIR LEYENDO: