El domingo 8 de agosto pasado se celebró internacionalmente el Día del Orgasmo Femenino con el objetivo de crear conciencia sobre la sexualidad femenina y el derecho al placer de las mujeres. En este nuevo encuentro de Pamlive, Pamela David recibió a la Licenciada Mariana Kersz, sexóloga y psicóloga, autora del libro Un viaje al placer para charlar sobre la importancia de redescubrirse en la sexualidad, la búsqueda del placer individual y el autoconocimiento.
—¿Por qué existe un día para concientizar sobre el orgasmo femenino?
—Está buenísimo que nos pasen estas cosas. 10 años atrás hubiera sido impensado que dos mujeres hablen de orgasmo femenino, de placer, de sexualidad. Hubiéramos cruzado una línea hasta como agresiva diría. El 8 de agosto fue el día del orgasmo femenino y está buenísimo poder visibilizar, poder apropiarnos de nuestro placer, poder entender que no todo en el placer femenino tiene que ver necesariamente con un otro. Ese placer tiene que empezar por nosotras mismas y somos responsables de ese proceso y de esa construcción. Tenemos que repensar esta sexualidad que siempre quedó en manos de otra persona. Yo siempre digo: “tu orgasmo, tu responsabilidad”. Hasta hace no mucho saltaban talibanes del orgasmo a negarlo, y la realidad es que tu pareja puede acompañar, tu pareja puede guiar, tu pareja puede estar al lado tuyo y puede acompañar amorosamente ese momento, pero tu orgasmo es tuyo. Tu orgasmo, y tu responsabilidad es poder alcanzarlo. Si no llegas, no pasa nada. Aflojemos la presión que hay sobre el orgasmo.
—El orgasmo fingido para que el otro se sienta bien… ¿suma o resta?
—Recontra mil resta. No tiene una a favor. Lo primero que termina pasando es que nos mentimos a nosotras mismas. Marcándonos a nosotras un recorrido de placer que no es real. Por otro lado, le estamos marcando a nuestra pareja sexual un GPS equivocado. ¿Nuestra pareja qué va a hacer? Si yo le estoy diciendo que me encanta, que vaya por ahí, que siga, va a repetir esto. Y a nosotras no se nos mueve una pestaña con esto. Lo que está bueno es aflojar la exigencia. Si a veces hay orgasmo, está buenísimo, y si a veces no lo hay está buenísimo también. Aflojémoslo.
—Las generaciones de nuestras abuelas y abuelos: ¿siguen arraigadas a los pensamientos limitantes sobre el hombre o la pareja?
—Sigue y nos parece una cosa medio arcaica pero sigue súper presente. Esta es quizá la parte más grave porque acá tenemos varias cuestiones. Una, es la falta de educación sexual. Yo puedo entender que en la generación de nuestras abuelas pudieron haber pensado que el hombre tenía “necesidades”. Lo importante es que veamos en esta lectura de cómo vemos a nuestras abuelas o mamás, que no tuvieron educación sexual. Es comprensible que en esa coyuntura uno pueda entender que piensen así. Pero nosotras no estamos en esa generación. Estamos en una generación donde las mujeres llevamos la bandera de la sexualidad. Existen llaveros clítoris, pines de heladera clítoris…
—¿Qué significa tener un llavero clítoris?
—Se trata de empoderarse y empezar a decir “desde acá sale el placer”. Desde este lugar es donde yo me voy a sostener y llevar esta bandera del placer como eje de mi vida pero que no tiene que ver solo con un órgano. Como órgano no me dice nada. Lo que creo es que en todo este recorrido del placer que fuimos descubriendo y allanando las mujeres hay algo que a mí me gusta mucho pensar que es que nosotras, nuestra generación, somos una generación bisagra, venimos de no recibir educación sexual y pasamos a ser responsables por educarnos para educar a nuestras hijos e hijas. Esto es algo que ni nuestras abuelas ni nuestras madres hicieron. Es nuestra responsabilidad empezar a educarnos para poder hacer después esa bajada.
—Siempre hay excusas para no hacernos lugares para nosotras. ¿Cómo se empieza cuando todavía hay pudor para empezar a tocarnos? ¿Cómo se da ese primer paso?
—Creo que es difícil pero hay algo que es muy simple. Lo pregunto a quienes quieran responder: ¿Hace cuánto que no te observas la vulva en un espejo? Nosotras tenemos como una cuestión con la sexualidad donde nuestros propios genitales están tan escondidos que no podemos apropiarnos siquiera de nuestro propio cuerpo. Simplemente, algo tan sencillo como preguntarnos esto, es la llave de entrada para poder generar situaciones placenteras con nosotras mismas.
—Me da pudor contestarte, pero seguramente hace mucho…
—Y que probablemente, esa vez que te miraste fue por alguna cuestión técnica. Un pelito encarnado, te tenías que ir a depilar, tenías que ir al ginecólogo o pasaste el embarazo de tus hijos… por alguna cuestión que tenía que ver con otra acción pero no por el hecho de observarte porque sí.
—Hay que hacerlo con la intención de erotizarnos nosotras mismas…
—Primero nosotras, empieza por ahí. Por romper moldes y mandatos. En el arquetipo del conocimiento o del imaginario colectivo nos quedamos en este lugar de “la mujer no”, “la mujer si se toca es sucia”, “¿cómo se va a tocar?”, “¿cómo va a tener juguetes sexuales?”. Poder salir de este lugar y poder romper con la cadena de significado muy negativo en relación a la sexualidad femenina. Venimos de muchas generaciones silenciadas. Somos nosotras las que empezamos a hablar, las que venimos a llevar estas banderas y decir en los medios de comunicación “chicas, existen órganos que están relacionados con el placer, existen situaciones que están buenísimas para poder generar en pareja, generar en una misma…” Esto del autodescubrimiento, todo es paso a paso. No podemos ir de cero a mil en tres segundos y al día siguiente pretender tener un súper orgasmo, un multiorgasmo, un squirt… Tranquilas, de a poco todo se aprende y todo se logra, pero paso a paso.
—¿Cómo podemos generar espacios para hacerlo?
—Primero hay que poner la mente en modo erótico. La mente debe estar conectada con situaciones placenteras. Yo puedo estar mirándome la vulva con un espejo pero si estoy pensando si saqué la ropa del tender porque va a llover, estoy en la misma. No me sirve. ¿Cómo hago para poner la mente primero que todo? Tenemos que aquietar nuestro cerebro, nuestra mente, para que salga del exterior y pueda realmente quedarse en un aquí y ahora. Eso se logra con los cinco sentidos. Estimularlos y tomarse un momento para nosotras mismas. Una hora, dos horas por semana, con ese tiempo es suficiente para poder entrenar a nuestro cerebro en esta actividad. Con el oído, escuchemos música, relatos eróticos, podcast, música que te guste, que te genere situaciones de recuerdo, como la música de los 80, música melosa que te lleva de una. La idea es conectar y que todos los sentidos estén realmente en esa situación. El sentido del olfato tiene una injerencia directa con el cerebro. Poné perfumes en el ambiente, aromaterapia, desodorantes, perfumes, velitas perfumadas. Todo lo que genera aromas en el ambiente y aromas que te transmitan tranquilidad, que te relajen, también funcionan.
—Para empezar ¿dos veces por semana, una hora?
—Está bien con dos veces por semana. Sería un tiempo que podríamos encontrar, una hora en la semana y otra hora el fin de semana. Cuando nos ponemos a pensar la cantidad de cosas que hacemos que no tienen que ver con la sexualidad ni con el autoconocimiento, como trabajar 10 horas por día, y después estás con tus hijos, ¿qué momento tenés para vos? ¿Cuántas veces en lo largo del día pudiste pensar en sexo o en sexualidad, o en alguna situación erótica? ¿Cuánto hace que no le mandas un mensaje sexual a tu pareja? Una de las grandes quejas que hay en las parejas de la actualidad es “mi mujer no tiene deseo y yo tengo deseo todo el tiempo”. Claro, pero la realidad es que si vamos a esperar que esta persona tenga deseo porque cruza el umbral de la habitación y automáticamente se le enciende el deseo, no chicos. Esto no funciona así. Justamente es al revés: empecemos a sembrar a lo largo del día situaciones placenteras, eróticas y sensuales que puedan llevarnos a una situación erótica al final del día. Pero si estuve todo el día conectada con el colegio de mi hijo, mi trabajo, el tráfico, y después de hacer la cena, acosté a mis hijos y a las 11 de la noche mi pareja quiere tener relaciones, mi mente no está conectada.
—Silvia dice: “Tengo casi 60 años, sólo cuando fui chica me pude masturbar, hoy es imposible”. Hablemos de la sexualidad en los diferentes años de la vida…
—A los 60 años tenemos por supuesto esta cuestión de la menopausia puesta en juego, probablemente hay sequedad vaginal y hay productos excelentes para esto, pero de nuevo, la mente tiene que estar conectada. Ahí no importa la edad. Sobre todo en la menopausia, que está llena de mitos y tabúes en relación a la sexualidad entonces por ahí está bueno que sepan que la menopausia no es el fin de la vida sexual. Es el fin de la vida o función reproductiva de la sexualidad, pero no es el fin de la vida erótica. Una vez pasados los calores iniciales, los sofocos y las molestias del climaterio, si tenes una pareja estable, ya por lo menos el método anticonceptivo se terminó. No hay más preservativos, no hay hormonas, no hay nada que interrumpa el momento sexual con lo cual hay toda una sexualidad más liberada. Está buenísimo disfrutar de los encuentros sexuales entendiéndolos como formas distintas a lo largo del tiempo.
—¿Qué cosas pueden ayudar a una mujer a empezar a tocarse?
—Acordate de empezar por la mente, más allá de por el clítoris. Conectá con los cinco sentidos, cuando tu cuerpo esté relajado, empezá a tocarte despacio, de afuera hacia adentro, no vayas directo, siempre despacito. Despacito desde afuera hacia adentro y de la manera que a vos te vaya dando placer. Podes usar gel lubricante en la mano, vas a sentir sequedad vaginal, quizá por la edad, por la falta de estrógenos pero no hay problema. Empezás a acariciar tu vulva como a vos te parezca. Si en algún momento la mente se te va volvé a acariciar el resto de tu cuerpo. Volvé a la base, y volvé después al clítoris. Despacio. No estamos en una carrera. No es que sí o sí tenes que tener ocho orgasmos. Disfruta del momento con vos misma. Arma un clima para vos, perfume en el ambiente, unas velitas, algo rico para tomar, baja y aquieta la mente primero. Cuando la mente esté tranquila y el cuerpo muy predispuesto a una situación, esto funciona solito.
—¿Todas las mujeres pueden tener orgasmos?
—Sí, salvo que exista una condición previa a nivel médica. También puede haber situaciones de la vida emocional que impacten en la capacidad orgásmica. Algunos psicofármacos también afectan la capacidad de tener orgasmo. Pero sacando estas situaciones, en general, todas las mujeres podemos tener orgasmos, pero tenemos que aprender a tenerlos. Nosotras venimos de una generación que no nos habló de la educación sexual, lo único que vimos en el colegio fue el aparato reproductor, y a la vez, no entendemos demasiado bien porque vemos porno y no nos está pasando lo que le pasa a la chica del porno. Estoy confundida con mi sexualidad, no sé cómo funciona bien. Por lo cual entender que el porno es ficción, la educación sexual que no recibimos la tenemos que ir a buscar nosotras y ese placer que fue silenciado durante muchos años es nuestra propia responsabilidad. Cuando entendamos estos tres ejes vamos a aprender a tener orgasmos placenteros, y se puede. El estímulo va a estar en el roce del clítoris, pero si la mente no está conectada no va a funcionar.
—¿Con la pandemia cambió la sexualidad?
—Hubo muchos cambios para mejor. El primer cambio que te puedo nombrar es en relación a la cantidad de juguetes sexuales que se vendieron. Los sex shop durante el mismo período marzo – septiembre del año pasado y compararlo con el mismo periodo marzo-septiembre del 2019 que no estábamos en cuarentena, no había pandemia, vendieron un 200 por ciento más de juguetes sexuales. Esto tiene que ver con la exploración, con el autoconocimiento, con esta búsqueda de placer y este nuevo signo de interrogación que se generó en las mujeres con relación a cómo se hace para tener orgasmos placenteros. Cómo se hace para poder disfrutar de la sexualidad plena, tiene mucho que ver con esto.
—Lo que se aprendió también sirve para las parejas. Es un complemento a ese momento…
—Sí, y me encanta pensar que en sexo más es más. Eso significa que cuanto más te conoces, más te exploras, más jugas con tu cuerpo, mas desafiás tus propios límites, más vas a querer seguir explorando, más vas a poder repetir estas mismas experiencias con tus parejas sexuales. Cuánto más te aventures a la sexualidad y cuanto más conozcas tu cuerpo, más posibilidades de guiar a la otra persona hacia tu propio placer vas a tener.
—¿Qué pasa cuando estás tantos años con alguien? ¿Sucede que te “moldean”, te dejan una marca?
—Todas las experiencias dejan una huella. La realidad es que nosotras mismas somos responsables del camino que hacemos y las elecciones que tomamos. Si no quedamos siempre en ese rol de espectadoras de nuestras vidas. ¿Dónde estamos como actrices paradas y posicionadas en el lugar donde tomamos las riendas de nuestra vida y de nuestro placer? Esto también corre para las relaciones. Siempre es “él la dejo”, “mirá lo porquería que resultó”… pero ¿vos dónde estabas en ese momento? Para que exista un vínculo tiene que haber por lo menos dos personas. Repensar nuestro propio lugar. Parece que tiene que ver, probablemente con la llegada del feminismo, empujando esta cuestión de la mujer con la palabra, y a la vez, desde profesionales de la salud y medios de comunicación y comunicadoras, fuimos todos generando este impacto de empezar a ocupar lugares diferentes. Empecemos a hablar de cosas de las que nadie habla.
—Esto no es en contra del hombre. Es que nosotras tenemos que empezar a hacer lo que nos dijeron que estaba mal…
—Antes nos decían “los hombres tienen necesidades”, “no podes dejarlo así”. O mismo el hombre que dice “no me dejes así porque me después me duele”. ¿Qué es esto? ¿Por qué no puedo decir que no? ¿Dónde está el manual o el libro que dice que yo no puedo decir que no si no tengo ganas de tener relaciones?
—Hablemos de la primera vez pero de estas nuevas generaciones. ¿Sigue marcando tanto la primera vez como antes?
—Siempre va a haber una experiencia que deje huella y eso está bien porque a partir de ahí podemos construir. Celebro que las niñas y niños tengan tanta información y tanta ESI al alcance de su mano. Más allá de que yo sea sexóloga, lo importante es que nuestros hijos y nuestras hijas van a llegar a su primer encuentro sexual lleno de información. Información que nosotras no tuvimos, que nosotras estábamos llenas de miedo, de expectativas, de creencias irracionales, de dudas, de incertidumbre, de lo que le había pasado a la amiga de la amiga, y me parece que estos chicos y chicas llegan llenos de información, con expectativas muy reales, muy concretas respecto a lo que pueden esperar. También saben cuidarse muy bien y también pueden cuidarse de sí mismos y del cuerpo de la otra persona.
—¿Cómo se puede romper con la rutina y empezar a trabajar para tener una sexualidad plena en pareja?
-Está bueno siempre buscar situaciones nuevas, divertidas y salir un poco de la monotonía de lo que te ofrece la pareja. Por supuesto, si uno está esperando que después del nacimiento de un hijo, la pareja funcione antes del nacimiento del hijo, eso no va a pasar. No le pasa a nadie. Está bueno que nos repensemos desde roles diferentes. Dependiendo de si puedas salir o no, con el contexto que tengamos: niñera, tía, abuela, alguien que te cuide los chicos 2, 3 horas una vez por semana, te vas a un hotel de alojamiento y te volvés a poner de novio o de novia. Muchas veces la queja es “porque tengo hijas o hijos entonces no puedo hacer tal cosas”. Y la verdad es que la maternidad o la paternidad no son un impedimento en la sexualidad. No dejamos de ser pareja porque somos padres o madres. Pero a veces nos queda cómodo como excusa. Lo usamos como el comodín de la maternidad para cuando no tenemos ganas. Son dos horas un sábado, tampoco es tan grave. Es un ratito que nos podemos tomar. Para los chicos y las chicas también es divertido estar sin sus padres y sus madres. Generar espacios lúdicos y divertidos. Les pregunto: ¿cuánto hace que no chapan fuerte con sus parejas que no sea para tener un encuentro sexual? Es esto, chapar en otros momentos, hacerlo como una cotidianeidad, buscar espacios, buscar momentos, buscar situaciones placenteras para las dos personas y que nos vuelvan a unir como cuando estábamos al inicio de esa relación, cuando ese modo conquista estaba totalmente puesto en escena.
—¿Cómo sería el modo conquista? ¿Cómo volvemos a conectar con esos momentos?
—A través del beso tenemos una llave de entrada. Pero tengamos en cuenta esto: besarnos con nuestras parejas no significa necesariamente terminar en una relación sexual. Al contrario, significa generar momentos placenteros, incorporar situaciones que estén buenísimas, divertidas, cotidianas y que nos empiecen a generar como cosquillitas todos los días. Que me deje con ganas. A veces con actos pequeños como un perfume en la habitación, cambiar los hábitos, cómo haces la transición al irse a dormir, encontrarse en la cama, también modifica algunas cuestiones: conquistarse no es fácil después de tantos años, pero es mucho más difícil si lo dejamos estar. Si no hacemos nada para que eso pase difícilmente va a ocurrir.
—Tu autoestima ¿puede arruinar tu sexualidad y la de tu pareja?
—Sin duda. Tu autoestima y tu imagen corporal frente al espejo, y cómo vos te estás sintiendo con esa imagen, afecta y muchísimo. Hoy hablaba con una persona que me contaba que tenía relaciones con la luz apagada y trata de que la pareja no lo vea en ningún momento. Todo el tiempo tapándose para que la otra persona no tenga registro. Tampoco dejaba que su pareja sexual tocase nada de su cuerpo. Es muy difícil tener o exigirnos una sexualidad plena cuando todo es tan restrictivo. Cuando solo es contacto genital y rápido porque no nos gusta y nos pone nerviosos. Esta bueno darnos el espacio para encontrarnos y para disfrutarnos. Si hay un encuentro con otra persona que sea un encuentro verdaderamente placentero.
—En líneas generales, aquel que consulta con un sexólogo o con una sexóloga, ¿en cuánto tiempo puede llegar a haber cambios en su sexualidad plena?
—Depende de cada persona pero te diría que en el primer mes hay cambios. Es impresionante lo que logra. Nosotros trabajamos con un método donde vemos a los pacientes una vez por mes, y de un mes al otro los cambios son increíbles. Nuestras consultas son de tres o cuatro, después de cuatro meses vas a tener una vida transformada, absolutamente distinta a la que conoces al día de hoy.
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