La Semana Mundial de la Lactancia Materna es una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF. Este año, el lema es “Proteger la lactancia materna: una responsabilidad compartida”, alineada a la sustentabilidad, a los vínculos entre la lactancia y la supervivencia, la salud y el bienestar de las mujeres, los niños y las naciones. Es que la lactancia no es solo “cosa de mujeres”: se trata de repensar esta responsabilidad, repartida en varios actores de la sociedad, porque no puede esperarse que las madres lo hagan solas.
En esta emisión de PamLive, Pamela David estuvo junto a Paola de los Santos, puericultora universitaria, psicóloga social y autora del libro Yo doy la teta, para poner en agenda una discusión que nos debemos hace años como sociedad: cómo sostener la lactancia materna, creando espacios de contención, asesoramiento y cuidados para la madre y el lactante.
—Quiero hablar del bebé y la mamá, de la relación que tienen: esa conexión, o no, de algunas mamás. Tal vez hay madres que no pudieron vivir ese momento maravilloso de poder dar de mamar…
—No me canso de decir que es la alimentación de la especie, de nuestra especie, que es la humana. Algo que es tan básico y que nos ha garantizado la supervivencia como especie durante todos estos años, por muchos otros años se le dejó de dar importancia. No solo eso, sino que se la atacó sistemáticamente, como que era “poca cosa”.
—Me crié en una provincia, Santiago del Estero, donde dar la teta es sagrado, no se discute. ¿Por qué es tan importante que nuestros bebés tengan una buena lactancia?
—Por muchos motivos: la práctica de la lactancia materna trae beneficios a los bebés, a las mamás, a los estados, a la comunidad y al planeta. Si hablamos específicamente de los bebés, es el único alimento que se va modificando de acuerdo a los requerimientos nutricionales de cada bebé. Es tan perfecta la lactancia materna y el cuerpo de las mujeres que cada mujer produce una leche específica con los nutrientes que su bebé necesita en ese momento particular. Ni siquiera todo el tiempo es la misma leche, va cambiando. Le brinda la inmunidad necesaria desde que nace hasta cuando siga tomando la teta, y le aporta el desarrollo más óptimo. La lactancia materna es un complejo sistema de cuidados: no es solamente que el bebé crezca, engorde y no se enfermen, es un montón de cosas más. Es muy importante para que estén protegidos inmunológicamente, para que desarrollen su cerebro, que crece como nunca durante el primer año de vida. Si fuéramos conscientes de que el cerebro de una persona nueva se desarrolla como nunca antes durante el primer año de vida, si esta información se difundiese, quizás estaríamos un poco más atentas. Esto no quiere decir que sea una obligación dar la teta: cada mujer tendrá sus motivos para darla y para no darla. Está bueno estar informada para tomar una decisión al respecto.
—¿Y para las mamás, por qué es importante?
—Porque previene cáncer de ovarios, cáncer de mama, cáncer de útero, osteoporosis, accidentes cerebrovasculares, problemas cardíacos, problemas de presión y de depresión. Para la comunidad, minimiza el maltrato infantil, profundiza el vínculo ante la mamá y el bebé. En cuanto a los estados, minimiza muchísimos los costos en salud. Porque un bebé que está amamantando y una mujer que está dando la teta, cuanta más “millas” acumulen en lactancia, usan mucho menos el sistema de salud. Eso hace que disminuyan los costos. La lactancia es el único alimento renovable que no genera desperdicio. No genera huella hídrica, no genera desperdicios de plásticos, no gasta energía eléctrica, no consume gas; está ahí, disponible, lo cual no quiere decir que no sea un esfuerzo importante. Por otro lado, me parece clave mencionarlo, que le provee a todos los bebés un comienzo de vida equitativo. Y en un mundo con tanta desigualdad, que todas las personas tengan un comienzo de vida equitativo, igualitario, a mí me parece una maravilla.
—Teniendo todo esto a favor, ¿cuáles son los obstáculos más grandes a los que se enfrenta la lactancia?
—Por un lado, la desinformación. Por muchos años han criticado a la lactancia haciendo hincapié en la difusión de la leche de formula, que no estamos en contra, porque hay bebés que la necesitan y hay mujeres que por diversos motivos no pueden amamantar. Pero no son tantos los bebés que la necesitan como nos hicieron creer. La desinformación no es solo de mujeres sino también de la comunidad médica: la formación que tienen respecto a la lactancia no es suficiente. Si cada profesional de la salud no busca profesionalizarse sobre la lactancia va a brindar una atención deficiente porque no tiene los conocimientos de algo tan básico como es el alimento de la especie. Lo que me llevó a dedicarme a esto fue mi propia experiencia. Fui una mamá muy joven, a los 19 años, maltratada por el sistema de salud. Al ser tan mal asistida y atendida, algo me hacía ruido, algo no estaba bien de lo que estaba pasando. Recibí los comentarios: “tu leche no engorda”, “tu leche está aguada”, “no es suficiente”. En realidad, mi bebita lloraba porque tenía una hernia de ovario congénita y tenía dolor, pero todos lo relacionaron con el hambre y con mi “incapacidad” para amamantar. Al mes la operaron, pero hasta ese momento le daban leche de formula y yo, con las tetas “detonadas”. Fue muy difícil remontarla, y las dos hicimos lo que pudimos. A mí me empezó a hacer ruido todo lo que estaba pasando y pensé en estudiar algo que tuviera que ver con ayudar otros equipos de mamás y bebés para que no le pase lo mismo que a nosotras, que está procesado, trabajado, sanado entre nosotras inclusive. Pero esto me tocó para poder ayudar a otras mujeres a que no les pase lo mismo, y en ese camino estoy hace muchísimos años. Atiendo a un montón de mujeres y todos los días me dicen que les han dicho que deben prepararse los pezones, que su leche no es buena o no ponen en contacto a su bebé inmediatamente cuando nace con ellas.
—Esas primeras palabras que calan en la autoestima de cualquier persona, pero sobre todo en un momento tan vulnerable como es parir. ¿El personal de salud también debería prepararse más para ese momento?
—Absolutamente. Yo atiendo muchas médicas y me ha pasado de tenerlas adelante mío llorando y que me digan: “No puedo creer las cosas que le he dicho a las mujeres”, “No puedo creer cómo he minimizado la desesperación de una madre al tener que irse de una neonatología”, “No puedo creer la desesperación de una madre cuando se le cayó la leche que le iban a dar a su bebé y ellas le decían: ‘Bueno, es lo mismo’”. Punto número uno: no es lo mismo. Y punto número dos: lo que importa es cómo le impacta a esa mujer. Sabemos que la palabra tiene un poder que así como te levanta, te derrumba.
—¿Qué se le dice a una mamá que acaba de tener una cesárea? ¿Cómo se le habla a una mamá desesperada?
—Llamándola por su nombre, mirándola a los ojos, escuchando más que hablando, preguntándole de qué tiene ganas y siempre ofreciéndole alternativas, porque las hay. Lo primero y más básico que hay que hacer con una mamá que acaba de parir, y si tuvo cesárea muchísimo más, es poner a su bebé sobre el pecho en contacto piel a piel. Una vez que hay contacto piel a piel es como que se enciende y se empiezan a conectar. Cuando hubo mucha intervención durante el nacimiento es un poco más difícil. Todas tenemos un umbral del dolor diferente. Hay mujeres que tienen cinco cesáreas y se recuperan súper rápido, y está la mujer que tuvo una cesárea y dice que le pasó un colectivo por encima. Hay que ser súper empática y no pensar solo en mi experiencia porque no soy la medida de nadie. Poder centrarnos y salir de escenas. Nunca hay que agredir ni forzar. Si una mujer no quiere amamantar, no tenemos idea de cuál es la historia de la mujer detrás. Atiendo la diversidad más grande que se te ocurra y lamentablemente hay mujeres que han pasado por situaciones muy traumáticas, y no es que no amen a sus bebés. No pueden ofrecer sus tetas porque les pasó lo que les pasó. No prejuzgar. Nunca sabemos qué historia tiene cada persona.
—¿Cuál es el trabajo de una puericultora?
—Mi trabajo es con las mujeres, no con los bebés. No toco bebés ni tetas de no ser necesario. Se trata de informar durante el embarazo, porque lo que hay que preparar es la cabeza, no las tetas. Una vez que nace el bebé ayudarle con la primera prendida, con el contacto, con los inconvenientes que puedan surgir, y hacer los ajustes necesarios: por lo general siempre hay alguna cosa chiquita que acomodar. Acompañarla en todo lo que pueda surgir durante la lactancia, inclusive en el regreso al trabajo renumerado fuera de casa y con el destete. Hoy atendí una consulta de destete tan hermosa. Cada vez que una mujer quiere destetar, le digo: “¡Qué bueno!”, y me miran como diciendo: “¿Cómo decís que es bueno?”. Es que si es tu deseo, mi función es ser una facilitadora para que lo hagas porque llegó el momento, por lo que sea.
—No todos tienen la posibilidad de tener a una puericultora. ¿Hay un derecho? ¿Todas podemos llamar a que nos asistan?
—La realidad es que no todas las mujeres pueden acceder a la asistencia de una puericultura. Al día de hoy, las prepagas y las obras sociales no las cubren. Sí en la mayoría de las clínicas, hospitales y sanatorios hay puericulturas. Mi recomendación es que no se vayan de alta sin que las vean la puericultura. Que vea como está la prendida, que vea cómo estás vos, porque dos o tres días es muy poquito, la verdad.
—¿Cuál es el tiempo óptimo para destetar?
—Hay recomendaciones nacionales e internacionales que indican que, en la medida de lo posible y si todo está bien, hasta los seis meses de vida. Esto sería lactancia materna exclusiva, igual a solo leche humana hasta los 6 meses de vida. A partir de ahí se comienza a introducir la alimentación complementaria oportuna, que tiene dos palabras claves: complementaria, porque complementa la lactancia, no la reemplaza, y oportuna, porque es en ese momento y no antes. Hasta el año de vida, la leche humana o la formula modificada para bebés es el alimento principal. A partir de ahí, la recomendación es hasta los dos años o más, de la OMS, Unicef, el Ministerio de Salud de Argentina y de la mayoría de los países. No hay una edad adecuada: es una relación tan íntima de mamá y bebé que cada uno va a ir viendo. Hay bebés que se plantan, que te dejan colgada.
—Me pasó con Lola al año y nueves mese. Y con el varón tuve que hacerlo yo, porque tenía que empezar a trabajar. ¿Qué pasa con las madres que tienen que volver a trabajar porque sus licencias se terminan?
—No son eternas y son vergonzosas a nivel global, no nacional. Lamentablemente la mayoría de las mujeres tiene que volver cerca de los tres meses, o antes. Imagínate un cachorrito totalmente inmaduro y vos tenés que volver a trabajar durante 12 horas... Lo ideal es tener un extractor de leche. Empezar a hacer un mes antes la extracción para tener stock de leche y poder guardarlo en la heladera o en el freezer.
—¿Si se congela, pierde sus propiedades?
—Cualquier alimento que uno congele y descongele empieza a perder propiedades. Pero eso no quiere decir que le tengamos que dar otra cosa. Es la opción que tenemos. Si las licencias fueran por lo menos de seis meses, ideal un año, no estaríamos hablando de esto, y los bebés tomarían teta lo más tranquilos y las mujeres no estaríamos ahorcadas viendo qué hacemos. Sacarse leche idealmente tres veces por día, el mejor horario es por la mañana, porque estamos más relajadas y la oxitocina está más arriba. En cambio, a partir de esa hora la oxitocina empieza a disminuir y a la tarde es cuando todo se empieza a complicar. En el trabajo remunerado afuera de casa también va a tener que sacarse leche y ahí viene el otro inconveniente: en los lugares de trabajo renumerado no hay espacios para que las mujeres extraigan su leche, entonces terminan en los baños haciendo la extracción. ¿Qué mamá de un niño de 8 años querría para su hijo prepararle un sándwich de jamón y queso en el baño? Para un bebito, que necesita todos esos nutrientes y esa inmunidad, mandan a una mujer al baño, aunque de a poco algunos lugares ya cuentan con lactarios.
—Hablemos de la importancia del ambiente para amamantar o sacarse leche para guardar.
—Tiene que ser un lugar específicamente diseñado para esto. Tiene que tener agua corriente, una buena iluminación, una heladera, porque la leche hay refrigérala.
—¿La leche se guarda inmediatamente en la heladera?
—Depende. A temperatura ambiente, de 25 grados para abajo se conserva durante cuatro horas, inclusive un poquito más, y ni se inmuta. En la heladera se conserva durante tres días, inclusive un poco más. En el congelador se conserva durante 14 días. En el freezer que viene con la heladera, se conserva durante tres meses. Pero en el freezer independiente, que tiene más capacidad de frío, se conserva durante seis meses. La leche se aguanta un montón.
—¿Qué pasa con las mujeres que deciden volver urgente a trabajar? ¿Cuál es la diferencia de dar de mamar sin estrés? ¿Interfiere en la alimentación?
—El alimento no se modifica. Por suerte, como es un mecanismo que tiene como objetivo mantener a la especie viva, es muy resistente. Inclusivo hemos visto documentales donde hay mujeres de países muy pobres con bebitos o en emergencias climáticas donde la teta es lo que te termina salvando porque no se contamina. Siempre que el bebé esté con la mamá, va a estar bien. Después, si está sin el celular sería lo ideal. Aunque hay otra realidad: hoy hay una generación de mujeres que no saben estar sin el celular. Tratemos de dejarlo un poquito de lado pero también abrazar las nuevas realidades y decir bueno, de última scrolleás una cuenta de lactancia, o estás hablando con un grupo de amigas que te sostienen mientras das la teta, o ponés música o un audiolibro…
—El mate cocido para la lactancia: ¿mito o realidad?
—Se llaman galactosgogos y están en todas las sociedades. Son infusiones que hacen que suceda o una crea que va a suceder para aumentar la productividad de leche. La malta es muy frecuente que se indique. El fenogreco, la cúrcuma, el jengibre... Es importante siempre chequear. Hay una página web, e-lactancia, en la que chequeamos todas las profesionales que trabajamos en esto. Esta información quiero que la tengan ustedes también, que entren y se fijen. Cerveza sin alcohol, café, té: todo lo que una mujer consuma que no esté contraindicado con la lactancia y que a ella le dé seguridad es súper importante. Hay mujeres que tienen formula en su casa y que nunca usan, pero la tienen porque les da tranquilidad y no pasa nada.
—¿Se puede mezclar la leche que te sacás del día con una que tenés en la heladera?
—Sí, se puede mezclar. Vos te podes sacar leche, esa leche la podés dejar en la heladera, en lo posible arriba y atrás, porque es el lugar que tiene más frío, y se la podés sumar. Podés hacer las dos cosas: o las juntas o las dejás separadas y esperás a que se enfríen y las unís. Cualquiera de las dos opciones está bien.
—¿Cuáles son las diferentes formas de destete?
—Lo mejor es un destete guiado, armonioso. Depende la edad del bebé. Me han tocado casos no muy agradables de mujeres que han tenido que ser intervenidas de un momento para el otro y tenía un bebé de dos meses. ¿Cómo le explicás al bebé que tiene que dejar la teta? A ese bebé, por supuesto, hay que darle formula y mamadera. Si es un destete guiado de un niño pequeño o de una niña pequeña se le puede empezar a explicar que la teta se está quedando sin leche, empezar a cortar los tiempos. Muchas veces les decimos a los bebés que estamos cansadas: al bebé no le importa, esta es la realidad. El cansancio no aplica. Sí suele entrar mejor decirles que la teta tiene poquita leche, que vamos a tomar menos, acompañando de a poquito y sabiendo que la niña o el niño se puede mostrar molesto. Ahí validarle los sentimientos y decirle: “Yo te entiendo”. Explicarles que nos pasó lo mismo. No esta cosa de decir: “No podés tomar más la teta porque estás grande”. Definamos grande. O cuando una niña o un niño de un año o dos tiene un hermanito nuevo: “Vos sos la hermana mayor...”. ¡Es una bebota!
—¿Qué se hace con la teta cuando nace un nuevo hermanito?
—Si el embarazo no es de riesgo se puede continuar amamantando, inclusive si nace el bebé nuevo se puede amamantar a los dos, si la mujer lo desea y le parece bien. Se llama lactancia en tándem: amamantar a uno más grande y otro más chiquito. Nuestro cuerpo es tan espectacular que produce leche diferente para los dos.
—Pensé que era un riesgo para el embarazo…
—No, es un mito que venimos arrastrando. Se suele decir que el estímulo en las tetas va a generar contracciones, y esas contracciones van a generar un parto prematuro. La realidad es que el nivel de contracciones que tiene que tener para un parto prematuro ni se le acerca a las contracciones de la succión. Inclusive, las mujeres cuando estamos embarazadas tenemos contracciones si nos reímos, si viajamos en transporte público, si tenemos sexo… Tenemos contracciones todo el tiempo, y no por eso nos quedamos quietas.
—¿Cómo se descongela la leche?
—De manera paulatina, sacándola del freezer a la heladera, para que se vaya descongelando de forma progresiva, y de ahí vas sacando las porciones que necesitás, o la descongelás directamente del freezer a un descongelador de leche, o la ponés en un bowl en agua caliente, sin fuego directo para no cocinarla. La leche tiene que estar natural plus, como tibiecita, es mejor que esté más fría que caliente.
—El rol de la pareja: ¿cómo puede acompañar a la mujer?
—Primero, estaría bueno que acompañe, ejerciendo su rol con responsabilidad. El lema de la lactancia este año es: “la lactancia materna debe ser una responsabilidad compartida”, no solo por la pareja, sino por todos. ¿Qué puede hacer la pareja? Todo lo que no sea dar la teta: cambiar el pañal, pasearlo, dormirlo, limpiarlo. Hay algo muy importante que puede hacer la pareja, que es clave: preguntarle a la mujer “¿Qué necesitás de mí hoy?”. Nuestro desafío es responder con honestidad y en primera persona. Por ahí podés pedir un masaje: como el masaje es generador de oxitocina, es muy recomendable para la mujer que está dando la teta. Por ahí necesitamos que se lleve al más grande, por ahí necesitamos que te ayuden con algo, por ahí necesitamos que se vayan, que tengan al bebé mientras te duchás… Y esto es un aviso: llorar en la ducha es la gloria. Poné música, llorá con ruido, y cuando salís te sentís renovada porque lo transitaste.
—Cuando hablamos de responsabilidad compartida no es solo como pareja sino también como sociedad…
—No estar señalando a una mujer que da la teta en la calle, en el colectivo: “Ay, mirá como muestra la teta”. A ver: no te la está mostrando, es tu mirada; le está dando la teta a un bebé. Lo mismo con los empleos, las empresas privadas, del estado, las familias, las amigas. Insisto mucho en que las mujeres nos podemos hacer bien entre nosotras, solo que por mucho tiempo nos quisieron convencer de lo contrario. Entre mujeres, no nos juzguemos. Si tu amiga necesita volver a trabajar a los dos meses, es su historia, no es peor mamá. Si te quedaste en tu casa, no sos una vaga, es tu historia. Tu necesidad personal. Abracemos la diversidad y las maternidades, todas. Lo que se pueda. ¿Qué sabes de la vida de esa mujer? No tenes ni idea. ¿Y lo que pasa adentro de la casa? Nadie sabe.
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