Kevin Hart no había cumplido 11 años cuando descubrió que el humor era una herramienta muy efectiva para sobrevivir. Lo supo esa tarde que luego de mandarse una macana grande, su madre, enfurecida, quiso pegarle con un cinturón. Kevin instintivamente levantó sus brazos como escudo protector pero al mismo tiempo dijo algo gracioso. No recuerda qué dijo, pero sí que su madre estalló en una carcajada que aplacó su furia y, sobre todo, le hizo arrojar el cinturón.
La segunda vez que Kevin comprobó que el humor sana y salva fue con su grupo de amigos de la adolescencia. A todos les había llegado el estirón, pasaban de altura niño a altura hombre, pero a él, eso centímetros de más no le llegaron nunca. Su altura se clavó en el metro sesenta y tres., colocándolo en el casillero de “objeto fácil para las bromas” o el temido “lo volamos de una piña”. En un grupo donde la hombría se medía según la capacidad de dar o aguantar golpes y piñas, el “mínimo” Kevin llevaba todas las de perder. Sabía que por tamaño no inspiraba miedo, tampoco era experto en salir corriendo y, al fin de cuentas, sus amigos eran sus amigos. Comprobó que ninguno quería pelearse con el tipo que los hacía reír y no solo eso: todos preferían estar al lado de alguien que no solo no era peligroso sino que, además, era gracioso. Y eso también incluía a las chicas, que preferían al humorista antes que al matón.
Hart no era muy conocido en este lado del planeta, pero en los Estados Unidos hace rato que es una megaestrella. Participó en una decena de películas, pero fueron sus giras nacionales con su espectáculo stand up lo que le permitió realizar 151 actuaciones, llenar estadios y ganar casi 90 millones de dólares en apenas un año. Además, reina en ese mundo a veces raro e incomprensible, y a su vez fascinante, que son las redes. Si usted, lector, está contento con sus seguidores, le aconsejo que no lea las estas cifras para no sentirse empequeñecido ante el pequeño Kevin. En Instagram cuenta con 39 millones de seguidores, en Twitter otros 30, y en Facebook, cualquiera de sus publicaciones alcanza 23 millones de likes en apenas un click. Sí, el hombre es una verdadera celebridad del mundo virtual.
La vida de Hart está rodeada de éxito, pero no siempre fue así. Nació el 6 de julio de 1979. Su llegada fue más producto de un descuido que de un deseo. Su padre, Henry Robert Witherspoon, no usó preservativo y su madre, Nancy Hart, quedó embarazada. En paralelo, Henry tendría 11 hijos con seis mujeres diferentes, uno de ellos de la misma edad de Kevin.
Kevin creció con un padre ausente. Cada vez que el hombre aparecía, su hijo se preguntaba si no era mejor seguir teniéndolo lejos: heroína, cocaína, crack; lo que sea, él lo consumía. Pasaba largos períodos en la cárcel y cuando salía volvía a consumir. El año que nació Kevin, completamente drogado entró a la casa de una mujer y se abalanzó sobre ella. Un policía vio todo y lo arrestó por intento de violación. Pasó 18 meses en la cárcel.
Al salir, lejos de rescatarse, siguió con sus problemas. Varias veces fue a la casa de Kevin. y cuando el muchacho pensaba que era para visitarlo, se daba cuenta de que le robaba dinero a su madre. En 1987 atacó a una persona para quitarle unos dólares. Su víctima terminó en el hospital y él, nuevamente en la cárcel. Cuando salió trabajó un tiempo como técnico de refrigeración, pero su adicción al crack lo hacía perder el control. Volvió a la cárcel por apuñalar a un hombre.
Harta de estar harta, Nancy decidió separarse y criar a sus hijos sola. Kevin creció en las calles de Filadelfia y al terminar el secundario se anotó en la Universidad de Temple, una institución pública. Estuvo dos años. Lo suyo no eran las aulas sino los locales de comedia.
Comenzó a actuar en locales de stand up bajo el seudónimo Lil Kev. No era fácil, le ponía garra pero no siempre lograba hacer reír. Más de una vez le arrojaron cosas al escenario y no precisamente para elogiarlo. El espectáculo no paraba la olla, así que encontró trabajo como vendedor de zapatos. Los clientes amaban a ese joven que no paraba de hacer bromas mientras les buscaba la horma perfecta.
Comenzó a mejorar su espectáculo, buscó su estilo y no imitar a otros. Poco a poco pasó de locales desconocidos a los más famosos. Estuvo en The Boston Comedy Club, Caroline’s, Stand-Up NY, The Laugh Factory y The Comedy Store en Los Ángeles. Decidió dejar de vender zapatos y apostar a la comedia. Lo bien que hizo.
Después de su aparición en el Montreal Just for Laughs Comedy Festival le llegó el gran llamado de Hollywood. Scary Movie 3 y Mi novia Polly, con Ben Stiller y Jennifer Aniston, fueron sus primeras apariciones. Desde entonces no paró de trabajar, tanto en cine como en televisión. Llegó a filmar dos películas en un año.
En Argentina, la gran popularidad le llegó por sus películas con Dwayne Johnson. Trabajaron juntos en Un espía y medio gracias a que La Roca dijo que Hart sería ideal para el papel. La película no entra en la categoría maravilla imprescindible que los cinéfilos aman, pero sí logra entretener. Las escenas se notan falsas y las situaciones inverosímiles, pero son de esos filmes que sirven para alejar el tedio y que por esos extraños misterios, si andamos haciendo zaping, la volvemos a ver sin falta.
Al año siguiente la dupla volvió a juntarse para protagonizar Jumanji y mostrar que tienen una química única en pantalla. Fuera del set los actores se hicieron grandes amigos. En la gira de promoción se notaba que eran dos grandes que la pasaban a lo grande.
La Roca suele dejar comentarios muy graciosos en las redes de su amigo: ríen juntos de sus diferentes alturas. Para las últimas elecciones, Dwayne llamó a votar, armó una fotomontaje donde se lo ve a él con un niño con la cara de Hart en sus brazos y posteó: “Sal fuera y vota. No lo hagas por mí, hazlo por nuestros pequeños”. Hart respondió con una foto donde se lo puede ver con un bebé con la cara de Dwayne y puso: “Unas charlas muy largas con este pequeño. Hablamos sobre el negocio y lo duro que trabajamos”.
Mientras su éxito no paraba de crecer, Hart tuvo algunas complicaciones en su vida afectiva. En 2003 se casó con Torrei Hart, otra artista de stand up: tuvieron a Heven Leigh y luego nació Hendrix. En 2010 el matrimonio se separó.
Hart comenzó una relación con Eniko Parrish. Se casaron en 2016 y al año siguiente Eniko quedó embarazada. Fue entonces que estalló el escándalo. Apareció un video donde se veía al actor teniendo relaciones sexuales con otra mujer. “Me enteré a través de un mensaje directo en Instagram. Alguien me envió un vídeo editado de Kevin y... bueno, ya sabes, otra mujer. Yo estaba embarazada de siete u ocho meses. Recuerdo que estaba mirando mi teléfono mientras desayunaba y, en cuanto lo leí, perdí los papeles. Le llamé llorando y furiosa, no paraba de preguntarle cómo podía haber hecho algo así, cómo podía haberme humillado públicamente”, explicó Eniko.
Puertas afuera el escándalo era mayúsculo; puertas adentro, también. “Era una batalla constante, cada día. No paraba de decirle que, si las cosas iban a ser así, yo no quería formar parte de su vida”, recordó la esposa engañada. Hart buscaba mil manera de pedir disculpas. Decidieron volver a darse una oportunidad. Kevin no quería que ese hijo que estaba por venir creciera como lo había hecho él: sin padre. “Me gusta el hecho de que tenemos una familia, de que tenemos un hogar, y me gusta el hecho de que ahora tenemos un trabajo que hacer para mejorar”, le dijo a su esposa. No fue una tarea sencilla pero lo lograron.
El 2019 fue un año que Hart decididamente debe querer olvidar. Lo convocaron para ser maestro de ceremonias de los Oscar, cuando algunos tuits homofóbicos que escribió hace una década resurgieron. “He tomado la decisión de renunciar a presentar los Oscar de este año porque no quiero ser una distracción en una noche que debería ser celebrada por tantos artistas talentosos e increíbles. Pido perdón sinceramente a la comunidad LGBTQ por mis contenidos insensibles del pasado”, explicó en Twitter, que para él resulta mucho más eficaz y barato que el mejor mánager.
En septiembre su vida dio un vuelco -literal-. Para su cumpleaños se regaló un auto clásico, un Plymouth Barracuda de 1970, y decidió dar una vuelta con un amigo. Hart viajaba en el asiento de copiloto, mientras que amigo Jared Black conducía el vehículo, y su novia, Rebecca Broxterman, iba sentada en la parte posterior.
Mientras circulaban por la autopista de Malibu Hills el auto se salió de control y terminó en una zanja varios, metros abajo. El actor logró salir del vehículo pero había sufrido tres fracturas en la columna vertebral.
“Cuando salí de cirugía, me encontré completamente indefenso. Ahí es cuando comprobás lo que realmente importa, quién realmente importa. En mi habitación se encontraba mi esposa, mis hijos, mi hermano y mis amistades más cercanas”, contó. “Mis hijos no querían ir a la escuela. Se quedaron conmigo, durmieron conmigo. Mi esposa estaba en rotación con mi hermano y su mamá”.
Hablando en broma pero también en serio, confesó que su primera meta de recuperación era limpiarse su propio trasero. El público que lo escuchaba en el estudio festejó el chiste. “Ustedes se ríen pero le dije (a mi esposa): ‘No me gusta el hecho de que tienes que venir a ayudarme. Mi primera meta es sacarte de esta posición’”.
Poco a poco el actor comenzó a mejorar hasta que logró bañarse y vestirse sin ayuda. Su verdadero triunfo no fue que lo postularan al Oscar sino cuando consiguió ponerse sus medias sin ayuda. “Corrí por toda la casa, me emocioné, gritaba: ‘¡Me puse las medias!”. El accidente unió mucho más a la pareja. “Bebé 2. En medio de todo esto, nos sentimos muy afortunados y no podríamos estar más agradecidos. Muy pronto nos convertiremos en una familia de seis”, anunció Hart en sus redes.
Recuperado, volvió con todo. Hasta hace unas semanas, Ser padre, la última película que protagonizó, era una de las más vistas de Netflix. En ella buscó un registro distinto con una propuesta entre divertida y tierna que a algunos no terminó de convencer. Hart intentó romper prejuicios. “Había un apego estereotipado a lo que era un padre negro, especialmente cuando se habla de pantallas grandes. No es una droga, no se mete en la cárcel, no se saca de la cárcel o es un inútil. Esta es una película que muestra positivamente a un padre negro”. Para componer a ese papá de ficción y ser él mismo papá en la vida real, dice que suele recordar a su propio padre y hacer exactamente lo contrario.
En la serie After life, que protagoniza ese rey del humor inteligente e irónico que es Ricky Gervais, hay un personaje de esos a los que parece que la vida siempre le cuesta. En un momento dice que lo único que la alegra es Kevin Hart. Para algunos espectadores era una burla del inglés a su par estadounidense. Otros pensamos que simplemente fue un homenaje a ese hombre pequeñito que nos hace reír a lo grande aunque nos dé algo de pudor reconocerlo.
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