A principios de los años 90, el estadounidense Randolph McClain llegó a Buenos Aires para ser parte de la película Extermineitors 2: La venganza del dragón, protagonizada por Emilio Disi y Guillermo Francella, y dirigida por Carlos Galettini.
Cuenta la historia que quien acercó a McClain a este rodaje argentino fue Héctor Echavarría, actor y campeón del mundo de maestro de artes marciales argentino. Ambos se conocieron en un gimnasio de los Estados Unidos y Echavarría supo que Randolph era cinturón negro de karate y que también había trabajado como doble de riesgo de Arnold Schwarzenegger. Con esta información en la mano, el argentino creyó encontrar en el estadounidense al villano perfecto que necesitaba su personaje en la segunda película de la famosa saga.
Y así fue: el personaje conocido como “La Máquina de Matar” fue una contrafigura muy festejada por los fanáticos de la saga y en las entregas siguientes también participó, aunque ya en el bando de “los buenos”; incluso, presentado como el hermano mellizo de Francella.
Pero de su primera experiencia en el cine argentino, obtuvo también un amor, al conquistar el corazón de Adriana Salgueiro, sex symbol de aquella época. Invitada a Los Mammones (América), la actriz y modelo habló al respecto.
“Estuviste de novia con el doble de Arnold Schwarzenegger... ¿es cierto?”, disparó Jey Mammon en su segunda pregunta. “Yes, Sir” (sí, señor), le respondió ella, rotunda. “Era el que estaba en las películas, ¿no?”, quiso orientarse el conductor. “Claro, Randolph McClain”, dijo ella, despertando numerosas carcajadas en el estudio.
“¿Cuanto tiempo saliste con él?”, siguió indagando Jey. “Salí mientras estuvo acá en Buenos Aires, que no sé cuántos meses estuvo...”, dijo ella y el conductor la pinchó: “El creía que era Travolta, no lo conocía nadie”. Y ella se prendió a criticar al actor: “Pero se la re creyó. ¡Olvidate! Me contaron, porque yo ya no salía con él, que cuando volvió para la segunda película, pidió su silla. ‘¿Donde está mi silla?’ La que tenía el nombre atrás... Pero andá, ¿qué te pasa?”, se rio Adriana. Y al pasar, agregó: “Se portó horrible conmigo”.
“Vos fuiste de viaje adonde estaba su familia, ¿no? ¿Dónde vivía?”, quiso saber el conductor. “¡En Idaho! La loma del traste. Me tomé tres aviones y allí fui pensando que iba a tener mi vida en Hollywood. Fui para conocer a la familia de él, que me estaban esperando todos, me hicieron una fiesta de bienvenida”, narró Salgueiro y puso una pausa para decir: “Pero él nunca me habló: ni en los 400 kilómetros del aeropuerto hasta la casa, ni en la semana que me quedé. Nunca me habló”.
Ante el desconcierto de todos en el estudio, Adriana atinó a reírse y resumió la trunca historia, con ribetes bizarros. “Cuando se fue de Buenos Aires, me dio una caja con fotos para sus admiradoras. Él estaba buenísimo, no abría la boca, pero estaba buenísimo. Yo repartí las fotos a todas sus admiradoras, y había una carta abierta... y yo la leí. Juro por Dios que estaba abierta. Pero él se molestó porque dijo que yo había invadido su privacidad”, contó Salgueiro.
“¿Y no te habló en el viaje por eso?”, le preguntó Jey, incrédulo. “¿Por qué no me dijo eso antes de salir de Buenos Aires?”, se preguntó ella. Y agregó: “Hasta los padres lo obligaron a salir un día conmigo. A los gritos, no sabés lo que era... pero en inglés, eso es otro nivel”.
“Tengo entendido que su familia quería que sentara cabeza”, apuntó Mammón. Y Salgueiro dejó en suspenso un remate inesperado: “Claro, pensaron que se iba a casar. Después me enteré de que ya se había casado. Tenía el anillo del casamiento en el dedo del pie”, reveló sobre McClain.
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