“20 años no es nada”, se lee en el tráiler de Okupas, la serie estrenada en el 2000 y que Netflix remasterizó para sumar a su catálogo. A poco más de dos décadas del primer capítulo que se emitió por Canal 7, Ariel Staltari (Walter, en la ficción) revive con Teleshow las mejores anécdotas de las grabaciones que compartió junto a Rodrigo de la Serna (Ricardo), Diego Alonso Gómez (El Pollo) y Franco Tirri (El Chiqui).
El actor mantiene una relación personal y profesional con Bruno Stagnaro, autor y director de la serie de 11 capítulos: además de socios, son amigos desde hace muchos años. Es por eso que Ariel conocía las intenciones del también director de Pizza, birra, faso de que Okupas se volviera a emitir. Esta vez, en buena calidad: “Ahora que veo que la gente la empieza a palpitar, empiezan a invadirme diferentes sentimientos”.
Un emocionado Staltari recuerda sus principios en la serie que marcó un antes y después en la televisión argentina. “Lo primero que siento es la sensación de justicia. ¡Al fin Okupas va a tener la calidad que se merece y en el lugar que se merece!”, afirma el actor que por ese entonces tenía 26 años: “Era un pibe frágil, noble, sincero, sensible, sano, inocente, repleto de ilusiones y con un gran ánimo de juego. Estaba metido dentro de una dinámica muy lúdica. Me da mucha ternura ver a ese Ariel”.
El año anterior, en 1999, el actor había sido diagnosticado con Leucemia Linfloblástica Aguda (LLA) y realizó un tratamiento que le demandó siete meses de internación ininterrumpida en el Hospital Posadas. Al poco tiempo -todavía recuperándose- recibió la propuesta del rol protagónico en la ficción. Aceptó sin dudarlo. En tanto, cuando le tocaba sesión de quimioterapia no le avisaba a sus compañeros: iba a hacerla y luego se dirigía al set de grabación.
“Pasé de estar internado en un hospital a estar trabajar en una serie. Venía de descubrir un mundo nuevo hacia unos meses. En marzo del 2000 había empezado a estudiar teatro con Lito Cruz y en agosto empezamos a grabar: estaba metido en un cuento de hadas”, recuerda Ariel y destaca el éxito de la serie que ganó tres premios Martín Fierro.
“Mi mayor recuerdo de esa época es el descubrimiento de por qué había venido a esta vida. Tener en claro por dónde pasa tu vida no le pasa a todo el mundo, y a mí me pasó a los 26 años: bajé el martillo y dije ‘me voy a dedicar a esto por el resto de mis días’”, agrega quien también es guionista y docente de teatro.
Además de la emoción propia por el tan esperado regreso de la serie, Staltari resalta que si bien ya la había vuelto a ver en otras oportunidad, ahora le “estimula” la posibilidad de mirarla al mismo tiempo que quienes lo hacen por primera vez, las nuevas generaciones. “La voy a tratar de disfrutar como un espectador más”.
Si bien no se trata del debut en un nuevo proyecto, el regreso de Okupas a Ariel le genera ansiedad. “Aunque ahora la manejo de otra manera -aclara-. Me estoy permitiendo disfrutarlo de una manera distinta a de aquellos tiempos. Ahora, al estar más tranquilo, uno puede disfrutar a fondo de cada situación, de volver a hablar de lo que significó para nosotros. Eso es parte del viaje”.
Ariel Staltari continúa en contacto con algunos de sus ex compañeros: con Rodrigo de la Serna -asegura- habló “en este último tiempo”; en tanto, con Diego y Franco se había comunicado el año pasado cuando fue el aniversario de la serie.
“¿La anécdota que más recuerdo de aquella época? Son varias, muchas...”, se sincera el actor que luego de repasar en su memoria menciona dos escenas que terminaron siendo emblemáticas y cuyas imágenes se siguen repitiendo hasta el día de hoy, incluso como memes.
Una fue en el muelle de Quilmes. “Yo estaba tirado con Rodrigo, riéndonos -recuerda- y escuchando de fondo una canción de Los Rolling Stones. Entonces, me puse a bailar como un rollinga, y Rodrigo se empezó a morir de risa. Al verme, Bruno me pidió que la repitiera y después se transformó en el baile característico de mi personaje.
Otra escena “espectacular” -como la define Staltari- se dio en los pasillos de Dock Sud, en donde se grababa gran parte del unitario. “¿Quién es el más poronga?”, pregunta Walter mientras realiza una suerte de baile con su cuerpo y agita el arma que lleva en la mano. “Lo hice sin saber que después iba a ser algo tan característico de la serie. Incluso se ve que yo estoy tentado porque me iban cantando desde afuera lo que tenía que hacer”, recuerda sobre aquellas emblemáticas imágenes.
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