En la pared de Cocodrilo, tradicional pub nocturno de Buenos Aires hoy devenido en restaurante, está enmarcada la firma que Diego Maradona hizo sobre la pared en los tiempos en los que era habitué del local. “Él tendría que estar con nosotros acá”, dicen casi al unísono los amigos del astro, que decidieron reunirse para recordarlo. Con la ausencia justificada de Guillermo Coppola, que mandó un audio desde Europa celebrando el encuentro, y la del doctor Mariano Castro, que no pudo eludir sus compromisos laborales, se juntaron alrededor de la mesa Mariano Israelit, Gabriel Buono, Leo Sucar, Sergio El Turco Chemen, Omar Suárez, Carlos Ferro Viera y Walter Montero. E, inevitablemente, las anécdotas comenzaron a brotar de la memoria de cada uno de ellos. Así, la tristeza inicial se transformó en una carcajada general. Y Teleshow fue testigo privilegiado de lo que terminó convirtiéndose en una verdadera fiesta.
—¿Qué es lo primero que les viene a la cabeza en este Día del amigo sin Diego?
GB: Es raro, porque de a poco vamos tomando conciencia de que ya no está. Al principio era como si estuviera de viaje o trabajando por el mundo, como solía hacer. Pero con el correr del tiempo nos vamos dando cuenta de que falta enserio.
—¿Solían celebrar con Maradona? ¿Les hacía regalos?
LS: ¡Claro que sí! Sobre todo los perfumes que le gustaban a él, los relojes...
OS: En un momento había sacado una línea de celulares y nos regaló uno a cada uno.
GB: Hubo un año que fue espectacular. Fue para el mundial del 2006, en Munich. Diego vio un local con luces, así que quiso ir pensando que era un boliche. ¡Pero era un sex shop! Así que, como se acercaba el Día del amigo, dijo: “Vamos a hacerle unos regalos a los pibes”. Y compró un consolador para cada uno de los jugadores, que se encargó de elegir especialmente. El tema es que después teníamos que subir al avión y él me pidió a mí que los llevara. Así que yo tenía la valija de mano llena de aparatitos. ¡Cuando tuve que pasar por el escáner me quería morir! Pero así era Diego...
—Desde su fallecimiento, ustedes decidieron comenzar a juntarse para mantenerlo presente, ¿verdad?
MI: Sí, totalmente. Hoy faltan Guillermo y Mariano. Pero la idea es no dejar de pensar en él y mantenerlo vivo, recordando los momentos que pasamos juntos.
OS: Sin ir más lejos, cuando estábamos subiendo las escaleras, nos acordábamos de todas las noches que estuvimos acá con él. Noches que a a veces se hacían mañanas y mediodías...Estas paredes hablan. Y por eso es que nos cuesta tanto caer en la cuenta de que Diego ya no está. Porque en este lugar hay fotos y anécdotas. Toda la gente lo recuerda. ¡Y ni hablar de las miles de novias que tuvo acá!
—Hablemos de eso, ¿cómo eran las noches de Maradona en Cocodrilo?
OS: Eran noches de fiesta, como las que vivía también en La Diosa, el boliche de Leo. Eran dos lugares en los que Diego se sentía cuidado porque era como su casa. Él disponía. Y no tenía a diez patovicas al lado cuidándolo, porque la gente lo respetaba. Así que disfrutaba a full. A veces nos íbamos de día y, cuando cruzábamos la calle, él se ponía a firmarle autógrafos a los chicos del Hospital de Niños que queda enfrente. Y siempre de buena manera, porque con nosotros era un tipo divertido. Pero bueno, era Maradona y las mujeres morían por él. Y no sólo acá, sino en todos los lugares del mundo adónde íbamos. Walter te lo puede decir: todas querían estar con él.
—¿Qué me podés decir, Walter?
WM: Y, sí. Siempre aparecían las chicas...
GB: Yo quiero aclarar algo, para que se entienda bien: Diego ya desde el año ‘98 estaba soltero.
CFV: Antes también: desde el año ‘97. Iba un poco a verla a Claudia (Villafañe) y a cumplir con las nenas (Dalma y Gianinna). Pero ya se había mudado a mi casa de la calle Posadas, en Recoleta. Así que no tenía ningún compromiso. Lo que pasa es que, para la gente, él seguía casado. Pero la verdad es que hacía rato que se había separado. Y cada tanto alguno le arrimaba una chica...
—¿Hablás de alguno de ustedes?
OS: Yo le he presentado muchas amigas mías solteras que lo querían conocer. Estando en un boliche, uno tiene amistades. A Leo le pasaba lo mismo. Y bueno, había relaciones públicas, volanteras, mozas...
—¿Y Diego podía discernir quién se le acercaba por él y quién por la fama o el dinero?
LS: Lo que hacíamos todos los que estamos acá, era filtrarle a las candidatas. Para llegar a Diego tenías que pasar por un embudo. Y nosotros mirábamos quién era y qué intenciones tenía cada una. Porque todas lo querían conocer. Pero nosotros le presentábamos a las que pensábamos que podían hacerle bien.
CFV: También estaban las que elegía él, ojo. ¿Cuántas veces me pidió que te preguntara qué pasaba con tal o cual chica, Leo? Cuando una le gustaba, pedía conocerla. Así fue con Laura Cibilla, por ejemplo. Ella no tiene la culpa, pero esa chica le pegó mucho. Y él sufrió en esa relación.
—¿Por qué? Si ella estaba perdidamente enamorada de él...
CFV: Porque fue un romance en el que estaba mezclada la droga y un montón de otras cosas. Así que no terminó bien eso. Pero Diego estaba muy enganchado con ella y no la pasó bien.
—¿Lo vieron sufrir mucho por amor?
WM: ¡Si, claro! Por Claudia sufrió. El murió sufriendo porque el de ella fue siempre un amor incondicional...Ella era su ángel de la guarda.
—Pero no se portó bien con Claudia...
WM: Diego era Diego. Yo no soy quien para juzgarlo. Pero lo que te puedo decir es que, cada vez que la familia lo necesitó, él estuvo.
GB: Y no se portaba mal. ¿Sabés por qué? Porque él era impune. Estaba enfermo, en adicción. Y él fue uno de los pocos que se atrevió a asumir su problema.
—¿Le adjudicás todas sus relaciones extramatrimoniales e hijos no reconocidos a la droga?
GB: Claro. Vos pensá que él declara en el año ‘82 que empezó a tener este problema. Y los conflictos con su mujer los empezó a tener en el ‘85 u ‘86.
OS: Lo que pasa es que a él se lo juzga porque era Maradona. Pero cuando Hugh Grant o Michael Douglas se declararon adictos al sexo y dijeron que por eso engañaban a sus esposas, se los consideró unos ídolos por haber reconocido su enfermedad. Y si Diego tuvo un desliz, o varios, por el solo hecho de ser él lo mataban.
—¿Y cómo tomaba él estas críticas?
MI: No le importaban mucho, ya estaba acostumbrado y estas cosas le resbalaban. Pero sí sufrió por Claudia y, en el último tiempo, por Rocío (Oliva).
CFV: Sus tres amores más grandes fueron Claudia, Laura y Rocío. Y esta última relación fue la que lo terminó de destruir.
OS: ¡Conmigo se peleó por Rocío!
—¿Y vos tuviste algo con ella?
OS: No, pero es lo que le hicieron creer.
WM: Rocío nunca estuvo con nadie: llegó a la vida de Diego virgen...(irónico) Pero los hacía pelear a todos con él porque se la pasaba ensuciando gente.
SCH: Fue la más tóxica de todas sus parejas.
CFV: No te olvides que él la metió presa....¡Qué se yo!
OS: ¿Cuántas novias que amó le conocemos? ¡Vamos a decir la verdad!
—¿Cuántas?
OS: ¿De las que no se dan los nombres? De Cuba tenés a Mavis, que lo tenía enamoradísimo. ¡La quería traer adentro de una valija!
CFV: Le pidió permiso a Fidel Castro y vino acá la chica. ¿Te acordás? Se alojó en el Sheraton.
GB: Un día se le antojó que quería regalarle un gato. Y le preguntamos a un cubano, que nos dijo que nos iba a conseguir uno. “Yo le traigo un felino para obsequiar”, dijo el tipo. Y se apareció con un cachorro de león. Diego se encariñó tanto, que después no se lo quería dar...
MI: En Cuba una vez llamó a Fidel a las tres de la mañana porque se venía un huracán y se iba a caer una palmera sobre su habitación. A los quince minutos, tenía una cuadrilla de cuatro personas con una grúa que le habían venido a solucionar el tema. ¡Tremendo!
OS: Adonay también fue su novia en Cuba. Y, después, hubo una famosa de la cual también estuvo muy enamorado. No la voy a nombrar, pero te puedo decir que por tres días no se quedó teniendo una relación con ella porque justo conoció a Verónica Ojeda. Pero ese metejón fue fuerte también.
CFV: Hubo un amor internacional, también. Yo le digo: “¿Diego, esta vieja te gusta?”. Pero él la amaba.
—¿Raffaella Carrá?
CFV: ¡Le encantaba! Estuvimos en la casa de ella, después de un programa de la RAI, y mientras estaba el marido y todos los invitados en la mesa, él se levantó y fue al baño con ella...
—Pero una cosa es un encuentro sexual y otra cosa es el amor. ¿Diego estaba enamorado de ella?
CFV: Sí, de toda la vida.
LS: Es que siempre había sido un amor platónico y, cuando lo concretó, es como que subió de categoría. Siguió siendo platónico porque ella estaba en Italia y él acá, pero él la amaba.
WM: Y después hubo otro amor que no se llegó a concretar por una cuestión de Visa nada más...
—¿Quién?
WM: Julia Roberts: ella fue su gran amor, al que nunca pudo llegar.
SCH: ¡Enamoradísimo! Siempre pedía conocerla...
—¿Y ella alguna vez se enteró de que él estaba interesado?
WM: Sí, se enteró. Pero bueno, no se llegó a dar esa proximidad que Diego estaba buscando. Se quedó con las ganas.
CFV: Pero hubo otra internacional...
—¿Quién?
CFV: La Cucinotta.
—¡Maria Grazia Cucinotta!
CFV: Festival de cine, no me acuerdo el año. Tuvieron un encuentro en la cocina.
LS: Y no cocinaron...Después la trajo a La Noche del Diez.
CFV: Hubo una nacional en la que yo hice de mozo...
OS: Si hablamos de la nacional hiciste de mozo, aplaudiste...¡Hiciste todo! (risas)
CFV: Un día voy a buscar un cheque cuando Diego compra la Ferrari, me la cruzo y me dice: “¿Vos no eras el mozo?”. Y yo le digo: “Ahora soy el chofer”. ¿Sabés qué regalo le hizo? Un collarcito de Tiffany de 17 mil dólares. Lo fui a comprar yo a Homero.
—¿Quién era ella?
CFV: Todos lo sabemos.
LS: ¡Yo no tengo ni idea!
CFV: Graciela Alfano, amigos.
—Una bomba. ¿Pero era amor o apasionamiento?
CFV: Y, le gustaba mucho...
—¿Y por qué tuviste que hacer de mozo?
CFV: En ese momento no se podía y ellos querían comer sushi...
WM: ¡Era parte del cortejo!
GB: Nosotros lo cuidábamos, así que ocupábamos todos los roles.
—¿Me están diciendo que actuaban para que nadie fuera testigo de esos encuentros?
WM: Éramos los extras de la película, digamos.
GB: Y tratábamos de todas formas de que lo que Diego hacía no saliera a la luz.
SCH: Contá, Leo, las veces que prestaste tu oficina...
—¿Cómo era eso?
LS: Era mi oficina pero en un momento pasó a ser la oficina del Diez. Yo todos los días me iba a dormir a la misma hora: a las 6:30 de la mañana. Y le dejaba la llave del boliche a Diego. Se quedaba haciendo guardia un sereno que teníamos junto con Elio Riso, que hoy es uno de los mejores DJ del mundo. Así que él podía estar ahí con quien quisiera...
—¿Y a quiénes recibió Maradona en esa oficina?
LS: ¡A muchas! Yo no daría nombres....
OS: Si no vamos a dar nombres, hay una funcionaria política, una periodista muy renombrada y dos vedettes... Una de ellas, estaba acá en el local con él tomando champagne importado, mientras Ferrito hacía de mozo y Mariano cuidaba la puerta para que no entrara nadie, porque en ese momento la chica era tapa de revista.
LS: También hubo alguna actriz... Ella estaba mal por algo que le había pasado con el novio y Diego fue a la oficina a consolarla. Y tardó mucho en consolarla.
MI: Yo hice de mozo con ella en el Cristóforo Colombo.
CVF: En ese hotel tendríamos que hacer un monumento histórico. ¿Se acuerdan que rompimos la pared para poner una mesa de pool que no entraba?
LS: Ahí yo le llevaba la comida, porque Guillermo estaba preso, y para todas era “el del delivery”. Así que también me pasó que me dijeran: “¿Pero cómo? ¿Vos no eras...?”.
SCH: Igual, aunque parezca mentira, Diego era medio introvertido. Te diría que era un poco tímido con las mujeres.
—¿De verdad?
SCH: Así como te lo digo. Él iba a los boliches, se ponía a bailar, subía al escenario, cantaba...Quería movilizar a la gente. Y todos lo respetaban. Pero no era de propasarse con nadie.
WM: Me acuerdo cuando venía a Sunset. Empezó yendo a buscar a las hijas, pero después le terminó gustando tanto el lugar que lo empezó a frecuentar él también.
—¿Iba a bailar al mismo lugar que las chicas?
WM: Iba a bailar con las chicas y sus amigos. Y, obviamente, nosotros lo acompañábamos
CFV: Todos éramos felices con Diego, pero no andábamos detrás del contrato y la plata. Los que podían lo cuidaban, yo estaba enfermo. Y el grupo me cuidaba a mí también. Pero no estábamos ni por la fama ni por el dinero
LS: No podíamos tampoco porque, en ese momento, Diego no tenía un peso.
CFV: Yo he venido con Diego acá mil veces y Omar no nos hacía pagar ni el champagne ni nada. Y no por chululo, sino porque sabía que no teníamos guita. De hecho, más de una vez le hemos mangueado plata. Yo le dije a Guillermo: ‘Contá la verdad, que vos tenías que hacer magia para conseguir un mango’. Porque Maradona en esa época no cumplía con los contratos y después venían los juicios.
OS: ¡No quería trabajar!
—¿Por qué?
CFV: Porque estaba mal por los vicios, porque tenía mal de amores...Pero lo que me contesta Guillermo es: “Yo trato de no contar para no lastimar”.
—¿A quién?
CFV: A la imagen de Diego, sobre todo. Y yo entiendo esa ética. Pero, para mí, hay que contar la verdad. Porque no hablo de mí, pero si ellos hubiera estado con Maradona, no hubiera pasado lo que pasó con él. ¡Olvidate!
OS: Cada uno tenía una función. Pero, cada vez que Maradona necesitaba algo, nosotros estábamos. Y nunca lo dejamos solo: tanto cuando estaba en Buenos Aires como cuando salía de viaje, alguno de nosotros lo acompañaba. Y así es como, entre todos, cubrimos treinta y cinco años de la vida de Diego.
SCH: Pero era una amistad sincera, aunque a muchos les cueste creerlo. ¡Se han escuchado cada cosas de la gente que lo rodeó a Maradona! Y, en nuestro caso, eso no pasó nunca. Por algo perduramos en el tiempo y por algo nadie nos ha podido contrarrestar ni media palabra de todo lo que decimos.
WM: El único objetivo nuestro era cuidarlo a Diego, mantenerlo sano. Nosotros le conocíamos los tiempos, los momentos. De repente, estábamos sentados comiendo un asado y pedíamos un avión para ir a jugar un partido de fútbol a Punta del Este. ¡Caíamos en la casa de Marcelo Tinelli! Pero con esas cosas, Maradona era feliz.
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