Olga Jiménez, la hermana de Gladys La Bomba Tucumana, falleció el pasado domingo 25 de abril después de ser internada debido a una complicación derivada de su cuadro de coronavirus. Una semana antes, la intérprete de La pollera amarilla le había pedido a sus seguidores que rezaran por la salud de su familiar que finalmente no pudo recuperarse.
Y este domingo en su visita a Almorzando con Mirtha Legrand con Juana Viale, la Bomba Tucumana, se emocionó al recordarla. “Creo que todas las personas saben lo que me ha pasado en esta época tan tremenda que vivimos de pandemia, que me tocó perder a mi hermana, que todavía hasta el día de hoy no lo puedo creer”, comenzó diciendo.
“No es cierto, me niego completamente a esa realidad que me pasó a mí y que le pasó a mucha gente en el mundo. Considero que Dios me hizo una mujer extremadamente fuerte porque siempre voy al frente en todo, y estoy sola, porque no tengo a nadie acá”, agregó la artista.
“Soy una mujer que está sola, yo soy una chica de Tucumán y tengo todo allá, mi vida, mi casa, mi madre. Mi hijo vive en Córdoba es todo, es mi motor para salir adelante, es el que me aconseja, es el que me habla”, completó, entre lágrimas.
En ese momento, Gladys a través de un vivo en Instagram, se había mostrado muy triste, pero aprovechó la ocasión para agradecer todo el cariño recibido. “Hace mucho que no me conecto con ustedes y un poco sentí que ahora podía ser el momento. Todavía no puedo. La gente que me sigue necesita un agradecimiento de mi parte”, comenzó diciendo. Y agregó: “Les pedí que pidieran por mi hermana, sé que muchos lo hicieron. Era para agradecerles a todos. Sentí estar acá para agradecerles”.
Por otra parte, relató cómo fue el último encuentro con ella: “Yo les dije a mis hermanas mujeres que éramos cinco que vengan, que fuéramos a comer algo juntas. Fue en mi casa la última vez que la vi a mi hermana (...) No puedo creer lo que ha pasado, no puedo creer que mi hermana ya no está, que nunca más voy a verla, que nunca más me va a abrazar, no puedo creerlo como la luchó hasta lo último. Cómo quiso vivir. Mi hermana la peleó, era una peleadora”.
Además, desmintió que estuviera peleada con su hermana. “Yo no estaba peleada con mi hermana, gracias a dios. Siempre estábamos hablando. Cuando ella estaba enferma, ella pensaba que salía y yo me quedé tranquila. El décimo día fue el que puso mal y la peleó quince días, veinte con respirador. Con toda la esperanza de que iba a salir”. Y cerró: “Mis queridos sobrinos y los otros hermanos míos, cada uno en su casa y su dolor. Nunca más vamos a ser los mismos. Ya no somos más siete, ya no somos más cinco mujeres y dos varones. Es muy duro”
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