Para quienes siguieron la carrera de la supermodelo inglesa Liz Hurley en los 90, ver las campañas actuales de su hijo, Damian Charlas Hurley, puede ser algo impresionante. Heredero absoluto de cada una de las moléculas de ADN que hicieron de su madre, esa mezcla perfecta de belleza y seducción, a los 19 años, con su pelo largo y suelto, y animándose incluso a lucir reversiones de los looks más icónicos de la actriz de Austin Powers –como el vestido de alfileres de gancho signée Versace–, Damian se perfila como uno de los modelos con mejor proyección, en un mercado que se inclina por el género fluido y la no binariedad. Pero la herencia y la innegable bendición genética que forjaron su carrera y el estilo que lo transformó en un It boy desde que era un preadolescente, también han sido una sombra en su vida, incluso antes de que naciera.
Damian es fruto de la relación de Hurley con el guionista y productor californiano Steve Bing, que se suicidó el 22 de junio del año pasado al saltar desde el piso 27 de su departamento de Los Ángeles. El empresario de 55 años era bipolar, adicto a las drogas, y atravesaba una grave depresión que se agravó durante el confinamiento por la pandemia.
Había conocido a la modelo británica a fines de 2000, después de que ella terminara su noviazgo de 13 años con Hugh Grant, y su historia fue breve. Por entonces, Bing acababa de abrir la productora Shangri-La, desde la que más tarde hizo éxitos como Polar Express, un filme con el que se habría hecho millonario (recaudó 285 millones de dólares en un año), de no ser porque ya lo era. Aunque su padre, Peter Bing, es médico, heredó una fortuna de 600 millones de dólares del desarrollador inmobiliario Leo S. Bing.
Para cuando Hurley se enteró de que estaba embarazada, en agosto de 2001, ya no estaban juntos. Llevaba solo tres meses de gestación cuando el multimillonario hizo público un documento por el que desheredaba a su hijo en camino. “Recientemente un individuo me ha informado que ella está esperando un hijo mío. Por la presente declaro que tanto si dicho niño es mío como si no lo es, mi intención con este testamento es no incluir a este niño (ni a ningún otro del que yo pueda ser padre), tanto si está vivo en el presente como si nace en el futuro”, se lee en el escrito que firmó el 14 de noviembre de 2001.
Cuando Damian nació, el 4 de abril de 2002, Bing adujo que su relación con Hurley “no era exclusiva”, por lo que exigió una prueba de ADN para hacerse cargo de la paternidad. Por derecho de nacimiento, al niño le correspondía integrar el fideicomiso que su abuelo había establecido en 1980 “para beneficiar a sus futuros nietos”, un fondo de inversión habitual en países anglosajones para gestionar fortunas hereditarias a las que se accede al llegar a la mayoría de edad. Pero Peter Bing nunca consideró a Damian un heredero legítimo. Tampoco su hija Mary, hermana de Steve, que llegó a publicar un extenso artículo en el que acusaba a Hurley de algo tan improbable como “haberle hecho un hijo” a su hermano contra su voluntad.
Con el mismo desprecio corrió Kira Kerkorian, la hermana mayor de Damian, que solo pudo ser reconocida legalmente con un examen de ADN póstumo de Steve. La joven, que hoy tiene 23 años, es hija del millonario y la ex tenista Lisa Bonder, y lleva el apellido Kerkorian porque nació durante el matrimonio de Bonder con el kingpin de los casinos de Las Vegas Kirk Kerkorian. Fue durante su escandaloso divorcio, que un detective del magnate –que era 48 años mayor que su mujer y sospechaba que Kira no era hija suya– obtuvo material genético revolviendo la basura de Steve Bing para demostrar que el verdadero padre era él, y así evitar pagarle alimentos a Bonder. Y estaba en lo cierto, por lo que también Kira pasaría a formar parte del fideicomiso, contra la voluntad de su abuelo y su tía.
Con el testamento que ahora se sospecha que en medio de sus problemas mentales Steve habría firmado bajo la coacción de su familia, lo que hizo que fue bloquear de antemano cualquier posibilidad de que sus hijos lo heredaran.
Damian, sin embargo, creció rodeado de lujos. Ante las versiones que hicieron circular los Bing y para demostrar que no era el dinero lo que le interesaba sino el bienestar de su bebé, Hurley dijo que no aceptaría nada de la familia de su ex. Si bien se habló de un acuerdo de manutención por 11.300 euros, el monto real de esa cuota nunca trascendió, y Damian y su padre nunca se conocieron.
Con absoluta dignidad, la modelo bautizó a Damian Charles con su apellido, rodeada de quienes más la apoyaron en ese momento: los padrinos fueron su ex novio, Hugh Grant, la actriz británica Patsy Kensit, el desaparecido actor Heath Ledger, y su íntimo amigo Elton John. En un reportaje reciente con la revista Vogue, el hoy niño mimado de la moda contó como pasó su infancia jugando con Brooklyn Beckham –otro de los ahijados del cantante de Rocket Man– jugando en el guardarropas de Elton, quien, por años, aseguró que le dejaría parte de su fortuna.
Aunque durante la mayor parte de su vida su padre biológico estuvo ausente, Damian tuvo una figura paterna en el empresario indio Arun Nayar, con quien Hurley empezó a salir cuando él tenía apenas unos meses. Se casaron en 2007, pero para entonces ya vivían todos juntos en una chacra en Gloucestershire, de donde se mudaron tras el divorcio de la pareja, en 2011.
Pese a todo, en los meses previos a su muerte Steve Bing parece haber estado empeñado en arreglar las cosas con sus hijos. Según contó la propia Hurley en el posteo de Instagram con el que lo despidió, dos meses antes de terminar con su vida lo había llamado por primera vez por teléfono para saludarlo cuando cumplió 18 años. “Estoy más triste de lo que puedan imaginar por la partida de Steve –escribió la actriz–. Es un final terrible. El tiempo que pasamos juntos fue muy feliz, y aunque pasamos tiempos difíciles, son las memorias buenas de un hombre dulce y amable las que permanecen. El último año habíamos vuelto a estar cerca, y hablamos por última vez para el cumpleaños de nuestro hijo”.
Antes de saltar, el productor dejó dos cartas: una para Damian y otra para Kira. Sus amigos creen que, en medio de su desolación, se fue con la tranquilidad de que sus hijos tenían el futuro financiero asegurado.
Bing habría emprendido una batalla legal contra su propio padre y su hermana para asegurarse de que ni su hijo ni su hija fueran excluidos de los fideicomisos familiares –por los que les correspondía a cada uno un mínimo de US$250 millones– por haber nacido fuera del matrimonio. Pero a cuatro meses del suicidio de Steve, el doctor Peter Bing, de 90 años, apeló el fallo, que ahora tiene una sentencia definitiva: la fortuna se repartirá entre sus dos nietos legítimos, de su hija Mary. Por lo que ni Damian, ni Kira recibirán un centavo.
Con la altura que mantuvo durante las últimas dos décadas, una quebrada Hurley habló con el Daily Mail. “Cuando Stephen se quitó la vida, se fue pensando que sus chicos iban a estar a salvo –declaró–. Su último deseo ahora ha sido cruelmente revertido. Luchó muy duro en su último año para que sus hijos fueran reconocidos, y me dijo repetidamente lo importante que era esto para él. Sé que estaría devastado”. Algo parecido dijo Lisa Bonder: “Como mamá me pregunto: ‘¿Por qué convertir en víctimas a dos chicos inocentes?’”.
Damian también rompió el silencio con el que aprendió de Hurley a sobrellevar el abandono con el que convivió desde que nació. Lo hizo con un posteo en Instagram en el que se lo ve junto a su idéntica madre, su abuela Angela y sus primas: “Agradecido por mi hermosa familia, hoy y todos los días”, dice quien no solo heredó de la modelo la belleza, sino también la dignidad.
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