Abordar la autoestima siempre fue una encrucijada entre creencias, desvalorización propio, y falta de amor. En este encuentro de PamLive, Pamela David charló con Pablo Vázquez Kunz, psicólogo especialista en biodescodificación, para desasnar la complejidad de nuestra mente “programada” y ponerle conciencia a lo que nos sucede. Comprender lo que estamos atravesando y aceptarlo, nos empodera y nos predispone para valorarnos y vivir en unidad con los demás. Acallar las conversaciones mentales que murmullan en nuestra mente y desactivar las relaciones tóxicas que nos han acechado durante mucho tiempo.
“Qué importante es la autoestima que, para mí, parte de la aceptación. La mente crea la realidad, y eso que creamos, la misma mente no lo puede aceptar. -advierte Vásquez Kunz-. Si tomamos el modelo de referencia de los maestros esotéricos y que están diciendo, lo más denso en el universo es el pensamiento humano y nuestra frecuencia condiciona lo que llamamos nuestra realidad: la estoy creando, pero la misma mente rechaza la realidad que crea: en biodescodificación, a eso lo llamamos “baja autoestima”. No puedo aceptar o comprender lo que estoy viviendo, entonces me empiezo a desvalorizar. La autoestima ayuda a aceptar lo que tenemos enfrente, y luego buscar comprender, perdonar y aprender de lo que estamos viviendo. Hay un punto de inflexión en la experiencia humana en donde dejás de sufrir a la vida y comenzás a amarla. Hay un concepto que tenemos truncado: “Hemos venido a cambiar al mundo”. En verdad, hemos venido a amarlo, y amar significa aceptación. Pero en la baja autoestima significa: “Te tengo que cambiar para que vos seas como yo quiero que seas y llenes ese vacío que siento”. Cuando digo “te necesito” me estoy desvalorizando a mí mismo, porque significa que yo soy incompleto. Necesito de tu energía, de tu presencia, para sentirme completo, y es ahí donde se acaba el amor y la autoestima”.
—Esto aplica para todo tipo de relaciones, no solo de parejas, sino en las amistades: te desvalorizás sin darte cuenta.
—Deberíamos empezar a practicar a amar a nuestros amigos porque no hay tanto apego como con nuestros hijos o como con una pareja. Hay personas a las que le ponemos la etiqueta de “especiales” y al mismo tiempo son a los que más les exigimos. Yo soy especial para vos, pero me exigís más que a los que no lo son. Entonces prefiero no ser especial. Pero claro, tengo al autoestima baja, necesito que alguien me llene. Y me tienen que llenar aquellos a quienes les conferí poder. ¿Y cómo les confiero poder a esas personas? Sacrificándome por ellas.
—Suena tan difícil elevar la autoestima cuando una persona tiene su mente en conflicto. Entonces, ¿cómo hacer para transformar una mente en conflicto en una mente en paz?
—Tengo un ejemplo de eso. Yo estoy en Málaga ahora y quiero volver a mi casa a ver a mi hija de cinco años, pero no puedo volver, por más que tenga dos pasajes. Existe ese conflicto interno, pero yo tengo una decisión pre seteada por encima de lo que estoy viviendo, que es asumir lo que me está pasando. Significa que sumo mi conflicto. En el momento en el que una persona se abre a la experiencia de asumir su conflicto, sus conflictos tienen otro tinte. Ahora, si me quedo en ese juego new age en el que acepto lo que me gusta, estoy jodido, porque, ¿cuántas veces nos coincide eso?
—Es muy injusta nuestra experiencia humana porque los que nos quieren nos dicen: “Deberías estar ahí, disfrutando”, y yo apenas puedo aceptar la idea y vos querés que disfrute. Eso lo tenemos metido en la cabeza desde que somos chicos.
—Tener la autoestima elevada no significa que vas todo el tiempo cantando por la vida. Tener la autoestima elevada es tomar la decisión de asumir lo que te está pasando y eso no significa que vas a ser feliz, significa que, cuando estoy triste, asumo la tristeza, el miedo, el enojo y me pregunto: “¿Qué pensamientos me ponen tristes, me enojan?”.
—O sea, primero me indago, me escaneo, me hago cargo de lo que estoy sintiendo. Este es un primer paso.
—Primero tenés que tomar una decisión, pase lo que pase, por mas que patalee: voy a ver lo que me está pasando. Y ahí la mente hace una trampa, que es darle sentido a lo que te está pasando. No le busquemos el significado: asumo lo que estoy viviendo. Cuáles son los pensamientos que están detrás: “Si me quedo, pierdo”, o “Soy culpable porque dije esto o aquello”. Siempre es un juego entre lo que sucede y mi interpretación de lo que sucede. ¿Dónde ponemos nuestra atención? ¿En la vida que no queremos vivir o en la que queremos por más de que no la estemos viviendo? Nuestro presente es la emocionalidad de este momento; qué dispara esa emocionalidad del momento lo decido yo. Puedo irme a una situación en donde fui victima de violencia de mi padre, o en un futuro, en donde estoy en la playa con mi hija, y estamos corriendo, viendo las olas. Puedo elegir. Lo que entrena la biodescodifcación es la atención: la mente es una mente maleducada, nunca nadie nos enseñó a prestar atención en lo que sí queremos. La mente, que está condicionada por el programa biológico, constantemente está buscando al peligro. Si no entreno a mi mente, mi atención siempre está en la supervivencia.
—Básicamente, la biodescodificación nos enseña a entrenar la mente y hacer filtros de pensamientos.
—Y la conciencia. Mi mente es una vorágine de pensamientos, ¿pero quién es la presencia que observa esos pensamientos? Mi conciencia. En la vorágine del estrés, no le pidamos a un ser humano que observe: está sobreviviendo. Por eso la biodescodificación dice: “Usemos los problemas de supervivencia para empezar a traer a tu mente al estado observador”. La biodecodificación es un método preventivo y no curativo. Te entrena a estar más atento.
—¿Pero cuando ya pasaron aquellos momentos desagradables y los recordamos? Algunos, incluso, habitan en lo inconsciente.
—El punto de partida es el conflicto. Si es un síntoma, con la biodescodificación cierro la canilla de los pensamientos que, en el presente, generan el desajuste orgánico. La psiconeuroinmunología, que es la hermana de la biodescodificación de la medicina convencional, la famosa medicina del estrés, dice que lo que es un pensamiento inmaterial, se hace material a través de las reacciones neuroquímicas que produce el cerebro. La respuesta del cuerpo a la emoción, es un síntoma.
—¿A qué llamamos resignificar lo que nos pasó?
—A volver a mirarlo. No existen los dramas, existen las personas dramáticas. Yo estoy con un drama nivel cinco, si viene el Dalái Lama se ríe, porque tiene otro estado de conciencia. Pero mi abuelo no: él sufre peor que yo. Hay un montón de hechos que tenemos en común que son traumáticos, pero no significa que para todos sea un hecho dramático. Estamos significando constantemente: la biodescodificación resignifica para liberarte a vos. La biodescodificación desprograma y vuelve a mirar la escena: “¿Es necesario seguir sufriendo por algo que pasó hace 20 años?”. Hasta que no lo hagas consciente, tu inconsciente piensa que es necesario.
—Esto está comprobado: una vez que volvés a ver un hecho dramático, se dejan de repetir los síntomas.
—Conocí a una chica argentina acá en Málaga, de 35 años, con el estrés de que se quiere hacer ciudadana española y su padre, en Argentina, no quería enviarle la partida; él la trataba muy mal. Entonces hicimos la biodescodificación: ella estaba muy angustiada y tomo conciencia de por qué el padre hacía esto, y se dio cuenta de que el padre tenía miedo a perderla. Si él le daba los papeles, ella no volvería a la Argentina. No estamos justificando su acción. Ella entendió que su padre la extrañaba, y dejó de tener el diálogo mental feo con su padre y perdonó. A mayor conciencia, menor influencia del vecino. Siempre los “locos” son los revolucionarios. ¿A quién le puede hacer mal pensar bien del otro? Al ego. Por eso nos perdemos de vivir milagros todos los días.
—Vos explicas muy bien la palabra “soltar”: dejar de agarrse de eso, porque el que se perjudica es uno mismo.
—Para perdonar y soltar hay que comprender. Sin conciencia de unidad, de que lo que yo pienso de vos, me afecta a mi, y no a vos: no puedo soltar. Hay que hacer el ejercicio de entender para poder estar en paz. Nos hemos entrenado durante años a vivir en el caos, en la separación, en el miedo. Tenemos que entrenar vivir en la unidad y en el amor.
—¿Con qué cargas familiares nos movemos en nuestro día a día, sin tener conciencia?
—Hay muchas. La que más noto es la culpa inconsciente a que te vaya bien, a superar el estatus económico familiar. Si me va mejor, tengo miedo de que mis padres me dejen de querer. Si mis padre se peleaban y nunca se decían nada, hoy, yo tengo miedo de decirle a mi pareja qué me pasa. Cargamos con información relacionada al dinero, a las relaciones, a la salud misma. Son programas inconscientes que se manifiestan en las reacciones emocionales que tenemos todos los días. ¿Por qué reaccioné así si solo tardó en darme el café? Somos imitadores: imitamos a los que nos garantizan la supervivencia.
—¿Cuánto puede llevar aprender de estas herramientas para mejorar la vida personal? Porque cada síntoma tiene una relación con el trauma
—Yo tengo diseñados dos cursos. “La introducción a la biodescodificación”, para elevar la autoestima, la confianza, salir de las relaciones toxicas, tener una relación mejor con el dinero. Es un curso de 30 días súper económico. Y si te querés meter en el mundo de la biodescodificación, es el diplomado, que son siete meses con siete módulos, libros, tutores, exámenes, consultoría. ¿Por qué cuesta tanto salir de una relación toxica? ¿por qué uno lo ve de afuera con tanta claridad y quien lo vive no lo ve como algo tóxico? Para vivir una relación tóxica debo tener referencia de que las relaciones son así. Pensemos en las cuatro fases de una relación. Primera fase: estoy solo, desvalorizado y necesito un otro que me venga a llenar. Salgo a la búsqueda. Segunda fase: seducción. Como estoy desvalorizado voy a ocultar mis sombras y mostrar mis pocas luces, pero claro, esto dura poco. Tercera fase: la confianza, que dura pocos minutos. Te muestro lo que realmente soy y cuando te veo horrorizada, no te gusta nada. Cuarta fase: la desconfianza. Hago sacrificios para que te quedes, y vos también hacés sacrificios, porque estamos los dos desvalorizados. A un desvalorizado, un valorizado le parece un narcisista. Y al revés, lo termina aburriendo. Por lo general se encuentran dos desvalorizados, que se tienen que poseer, porque creen que el otro tiene valor para dar. Y aparece la mentira, la manipulación, el miedo a la pérdida y la toxicidad misma. Ya es tóxico ir cuando no quiero ir. Cuando te digo que te amo y te miento. No hay que ceder nunca en una relación. ¿Cómo medimos quién cede más, cómo se hace la cuenta?. No hay una tabla que diga el porcentaje de cuánto se cede.
—Mientras te escucho pienso: si estás solo te arruinás la vida vos solo, pero cuando hay hijos, están absorbiendo como una esponja esta toxicidad, como algo natural de la vida.
—A mí me toco de niño ver a mis padres en guerra durante siete años hasta que se separaron. Y con la mamá de mi hija decidimos no repetir ese modelo. Tomamos la decisión de ser padres plenos. ¿Qué es mejor, estar juntos o ser plenos? A mi hija no le miento jamás. Es una niña feliz y valorizada. El mejor regalo para mi hija es que seamos plenos. ¿Viste que muchos hijos no quieren pasar tiempo con sus padres? Uno los tiene que respetar, no porque son sus padres, sino por amor. ¿Estamos respetando por que sí o porque valoramos y amamos a esa persona? Porque respetar por miedo es absurdo.
—¿Y cómo se sale de una relación tóxica?
—Se sale haciendo un trabajo de auto indagación y de respeto profundo, que te va a llevar a tener respeto por la persona que tenés enfrente. A veces se confunden los roles. La víctima pasa a ser victimario constantemente hasta que uno de los dos dice: “Hasta acá, me voy a respetar”. El discurso romántico es tener una relación con pasión, y yo prefiero una relación pacífica. Es una elección. Lo que yo aspiro es estar en paz. ¿Queremos amar o queremos negociar? La mejor forma de terminar una relación desde el amor, es terminarla a tiempo. No hay otra. Me preguntabas cómo hacer para no elegir personas tóxicas. Lo primero es cortar uno con la toxicidad. ¿Cómo saber si uno es tóxico? Tener 30, 40 años y reclamar a los padres que sean diferentes. Esa es una persona tóxica. En la dependencia emocional surgen todos los conflictos y violencia que vemos a diario. El pasaje es de la dependencia a la independencia emocional. Los que son independientes emocionales, pueden llegar a la interdependencia, que significa: “No te necesito; te elijo, te prefiero”.
—¿Qué se puede biodescodificar con el dinero? Si tenés, por ejemplo, un emprendimiento y está trabado.
—Ponerle forma a esa energía. Ponerle nombre y personificar el dinero. ¿Qué pensás de “esa persona”? Por lo general son dos polos. Uno puede ser rechazo, sentir que estropea al mundo. La otra es: “Yo sin dinero no se quién soy”. Tengo que tener dinero para ser feliz, lo mismo que en una relación. Si estoy pensando mal de vos te alejás, y si te insisto, no vas a querer estar. Hay que pensar en “prefiero el dinero”, el merecimiento del dinero.
—Contame cómo es el curso. ¿Cada uno puede empezar cuando quiera y pueda?
—Tengo ocho cursos, está todo grabado. Lo que recomiendo es “Introducción a la biodescodificación”. Tardé dos años en hacerlo. Sinteticé ocho años para que puedan acceder todos, mi tía Olga y el señor empresario. Cada video tiene un ejercicio. Para mí es importante enseñar el cómo y, porque soy un ansioso profesional, doy ejercicios. Son 18 ejercicios para comprenderte a vos, a otros, cuál es la misión de mi vida, para qué me levanto.
—Hay que llegar a esa respuesta, ¿se puede?
—Sí. Porque el propósito de uno ya está escrito, las creencias te están limitando. Hay personas que piensan que llegaron tarde de la “repartición de talentos”, pero tienen la energía y la capacidad para hacerlo. La información está; hay que correr las creencias.
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