Es, probablemente, uno de los videos más recordados de Ricardo Fort. El que alcanzó millones de reproducciones y gracias al cual el empresario -que murió hace ocho años- pudo mostrar un poco más de su intimidad. Las imágenes muestran una escena de su cotidianidad, junto a algunos de sus colaboradores y su madre Marta.
Por ese entonces, el artista grababa un reality de su vida y buscaba compartir con sus fanáticos parte de su rutina habitual. Allí, se mostró comiendo en la cocina de su casa. Y, sin quererlo, su madre se convirtió en la protagonista del video, aunque sin aparecer en cámara. Al notar que Marta había provocado un corte de luz, su hijo se lo hizo saber a su manera. “¡¿Qué hicis…!?”, atinó a decir sin terminar la frase para luego pisarse sobre sus palabras.
“¡Mamá, sacá la mano de ahí, carajo!”, le dijo luego de que descubriera que el cortocircuito había sido porque introdujo un cubierto de metal en la tostadora eléctrica. “No, yo estoy con el pan nada más”, se excusó la mujer. Fort intentó explicar lo que sucedió y alertar a su madre sobre los riesgos a los que se había expuesto, y lo hizo en medio de un estado de alteración que lo llevó a cometer un furcio con la palabra cuchillo: “Acabás de cortar la electricidad la electricidad porque metiste un cutu cuchillo ahí. Te podés quedar electrificada, loca”.
“Ah bueno, no importa. De algo hay que morir”, respondió Marta, que no dejó conforme a su hijo: “Yo no puedo creer”, lamentó el empresario. “Saqué el pan, Ricardo...”, insistió su madre. “¡Mamá, cortaste toda la luz! Tocaste algo”, volvió a retarla su hijo. Segundos después de que sus colaboradores lograran establecer el servicio, Marta Fort sugirió que arreglase el artefacto que estaba en cortocircuito. Pasaron varios años de aquellas imágenes que hasta el día de hoy se volvieron virales.
Marta Campa -tal era su verdadero nombre- murió este 5 de julio después de dos años y medio en los que estaba internada por haber sufrido un ACV. Será enterrada en el cementerio privado Memorial, en la localidad de Pilar, al lado de la sepultura de su hijo Ricardo.
Era cantante lírica y si bien cuando se casó con Carlos Fort -con quien tuvo a Ricardo, Eduardo y Jorge- abandonó su carrera musical, su pasión por el arte siempre la acompañó y fue ella quien se la inculcó a Ricky. Compartían salidas familiares al teatro Colón y, por caso, en la despedida de su hijo -en noviembre de 2013- eligió recordarlo con una sonrisa y repartió discos a los presentes.
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“Hablaba seguido conmigo, porque todo el tiempo era: ‘Mamá, necesito esto’; ‘Mamá, necesito aquello’”, recordó la mujer. “Yo lo amaba como era, la gente en este país lo amaba, he perdido lo más importante de mi vida. Estoy muy dolida y muy angustiada”, lamentó Marta por ese entonces y describió a su hijo como “un genio”.
Carlos Fort buscaba que sus hijos continuaran con el legado y trabajaran en la reconocida fábrica de chocolates, pero desde chico que Ricardo quiso ser parte del ambiente artístico. Y fue su madre quien lo apoyó desde su principio en su decisión. En tanto, aunque se dedica a seguir los pasos de su padre en la empresa familiar, Eduardo Fort -hoy pareja de Rocío Marengo- también heredó la pasión de su madre por la música y en su tiempo libre toca el saxo. Lo mismo que los sobrinos de Ricky, Macarena y Thomas.
En alguna ocasión, Marta se refirió a la relación que Ricardo tenía con sus hermanos, quienes optaban por un perfil mucho más bajo que el del mediático: “Él vivió como quiso. A ellos (Jorge y Eduardo) les molestaba que no controlara sus gastos, gastaba muchísimo. Lo querían pero no lo comprendían. Espero que esto que pasó sea una forma de mantenernos unidos”.
Cuando Ricardo quiso cumplir el sueño de ser padre y viajó a los Estados Unidos para realizar los trámites de la subrogación, método por el cual nacieron Martita -en su honor-, y Felipe -en honor al fundador de la fábrica- Marta no pudo estar presente. Fueron su cuñada, Karina Antoniali, y su entrenador Claudio Borges quienes lo acompañaron durante los días que sus hijos permanecieron en una sala de neonotalogía en Los Ángeles y durante sus primeros meses en Miami hasta que obtuvieron los papeles para venir a la Argentina. Allí, la abuela conoció a sus nietos mellizos.
Aunque los flamantes abuelos en ese momento no lo acompañaron a Estados Unidos, Ricardo siempre destacó que su padre Carlos le regaló lo más lindo que tenía en la vida, ya que le facilitó el dinero para que pudiera realizar la subrogación.
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