Al comenzar la cuarentena estricta, en marzo de 2020, Fernanda Vives invitó a su padre Rogelio a la casa que comparte con su marido Sebastián Cobelli y sus hijas, Brisa y Rocco. El hombre había comenzado la cuarentena sin compañía, en su hogar. Pero con el trascurso de los días, la depresión y la soledad comenzó a combatir en su contra, y en un operativo de traslado, Fernanda decidió llevárselo a su hogar. “Quiero cuidar y proteger a mi papá. Estoy haciendo la cuarentena como corresponde, con todos los miembros de mi familia en mi casa, señaló en aquella oportunidad en diálogo con Teleshow.
Desde aquel entonces pasaron más de quince meses pero Rogelio le tomó el gustito al cambio de domicilio y pasa mucho tiempo instalado en la casa de su hija. Y al parecer, eso trajo algunos conflictos en la pareja que lleva once años de casados, según se desprende de la visita de ambos a El club de las divorciadas, el talk show que conduce Laurita Fernández en las tardes de El Trece.
“Al principio estaba bueno, porque nos ayudaba con los chicos y demás y después se empezó a complicar un poco la cosa”, dijo la actriz para introducir el tema, mientras su marido hacía gestos de desaprobación y las imágenes mostraban al hombre en cuestión. “Mirá qué divino Rogelio! Traémelo a vivir a casa”, se enterneció la conductora pero el ex futbolista no estaba tan de acuerdo. “Ocho meses estuvo en casa”, señaló Cobelli. “Va y viene... se queda más que lo que va”, concedió su esposa, tratando de timonear una situación complicada.
A partir de allí, la pareja empezó a lavar los trapos sucios en cámara, desoyendo el consejo popular: “Me da la impresión que él es un poco celoso y le molesta porque yo lo mimo un montón a mi viejo. Le doy todos los gustos”, señaló Fernanda y justificó la decisión que había tomado a comienzos de la pandemia. “Mi papá tiene 77 años, vive en un monoambiente chiquito y me pareció que era una manera de cuidarlo”, explicó.
Pero el ex futbolista tenía una versión diferente a la de los celos, y empezó a enumerar lo que molestaba convivir con su suegro. “En verano, no se mete a la pileta si no está la caldera prendida”, señaló Cobelli, mientras la producción ponchó una foto de su suegro dándose un baño de inmersión durante unas vacaciones. Un libro en sus manos, un cigarrillo en su boca y la sensación de que iba a pasar demasiado tiempo en la bañadera. “Él hace esas cosas, vivos de Instagram. Es influencer”, aportó Fernanda en plan abogada defensora.
Al parecer el consumo de gas es un tema, porque otra de las cosas que le molesta a Sebastián es que use las hornallas de la cocina para calefaccionar el ambiente. “Volvemos a la noche y está el chabón con las manos así (sobre las hornallas). ¿Qué es, disc jockey?”, ironizó el futbolista, pero su esposa no estaba dispuesta a dar el brazo a torcer. “Tiene frío, no es para tanto”, minimizó.
Sobre el final del programa, Fernanda ventiló una discusión reciente que había tenido su marido... con Rogelio como protagonista. Según contó, el hombre está, otra vez, parando en la casa de su hija -que queda en Escobar-, pero se olvidó un medicamento en su domicilio ubicado en Morón. “Ahora después del programa me tengo que ir a Morón a buscar la pastilla para la presión. Y él, todo un escándalo en el auto cuando veníamos”, relató la actriz señalando a su esposo, que iba a contestar cuando el reloj marcó las 18 y el programa llegó a su fin. Esta historia continuará, y la conductora invitó al aire a que vaya Rogelio a dar su versión de los hechos. ¿Se animará?
SEGUIR LEYENDO: