En el año 1973, William Friedkin dirigió la que muchos consideran la mejor película de terror de todos los tiempos: El exorcista. Friedkin no era un director novato, ya había dirigido varios títulos, incluyendo Contacto en Francia (1971) película ganadora del Oscar que también le valió su primera nominación y único premio de la Academia a mejor director. Pero, aunque no necesitaba mayores laureles, fue este film de terror el que terminó siendo el título más importante de toda su carrera.
La película está basada en el best seller de William Peter Blatty, que a su vez se basaba, aparentemente, en un caso verdadero. Aunque la mayoría de los espectadores no creyeran que podía ser un hecho real, la novela y la película lograban el propósito de aterrar. El exorcista dio la vuelta al mundo y fue un éxito en todas partes. Se convirtió rápidamente en un clásico de todos los tiempos y hasta el día de hoy es imitada. Incluso llegó a realizarse años más tarde un corte del director que era capaz, aunque parezca imposible, de ser más aterrador que la versión original.
Sin embargo, para William Friedkin el tema de su film más popular nunca se cerraría del todo. Durante años siguió dando vueltas alrededor de los exorcismos sin conseguir filmar nunca uno. Eso cambiaría en el año 2016, cuando logró contactarse con el Padre Amorth, un exorcista italiano que se jactaba en aquel momento de haber realizado alrededor de 30 mil exorcismos. Lo primero que supo de este exorcista de la vida real es que le gustaba mucho la película de William Friedkin. Eso dio pie a las primeras conversaciones entre ambos.
El realizador le preguntó al Padre Amorth si podía filmar uno de sus exorcismos. Hizo esta pregunta con la certeza de que no se lo permitiría. Pero sorprendentemente le dijo que lo pensaría. Más inesperado aún fue cuando le comunicó a Friedkin que aceptaba. Solo ponía una condición, que el director fuera solo y llevara una cámara de mano, nada más. Aceptada esta limitación, comenzó el momento tan esperado. Contando esa experiencia William Friedkin construyó un documental llamado The Devil and the Father Amorth (2017). El Padre Amorth le contó que había un complicado caso de posesión, una mujer a la que había tratado de liberar del diablo en varias ocasiones. Para William Friedkin esta pesadilla era un sueño hecho realidad.
Las imágenes son por momentos escalofriantes. Son muy impactantes porque si bien no se ven como en la película El exorcista, el primer sobresalto mientras que el exorcismo se realiza realmente aterra. No solo de este exorcismo está armado el relato. El propio Friedkin lo presenta y entrevista a toda clase de expertos, escépticos e incluso al propio William Peter Blatty en un material de archivo que sirve para entrar en tema.
Ahora bien. El documental tiene ciertos aspectos de estética de programa de misterio que le quita algo de credibilidad. Por momentos no sabemos si es verdad o si hay algún truco en lo que vemos. No sabemos si algunas de las cosas que se cuentan son un invento de William Friedkin para hacer una nueva película sobre el tema de los exorcismos, agregándole la estética documental como un truco más para impactar. Tampoco sabemos si han querido engañar al veterano director.
Si me preguntan a mí, yo le diría que el documental que hizo sobre el exorcismo real es menos creíble que la película El exorcista. La mejor escena de la historia está contada y no mostrada y hay algunos sonidos durante el exorcismo que muchos han considerado como un truco hecho por los realizadores y no surgido en la vida real. No son los únicos elementos dudosos que el espectador encontrará.
Pero aun así es muy interesante pensar que todo es real. Y que la realidad no logra ni por asomo ser tan espectacular o en este caso aterradora como lo es la ficción. Es cierto que no es fácil superar a la mejor película de terror de todos los tiempos. Hace años que William Friedkin ha dejado de ser un director estrella y esto de alguna manera lo vuelve a meter en su mundo. Nadie tiene más derecho a filmar un exorcismo que él.
En un mundo donde la idea del diablo no tiene el impacto que tenía años atrás, es complicado lograr que los espectadores encuentren creíble la idea de un exorcismo filmado como algo real. Para muchos incluso la idea de Satanás resulta algo forzada y muy poco verosímil más allá de la ficción. Pero como dijo el escritor Charles Baudelaire: “El mejor truco del diablo es haberle hecho creer al mundo que no existe”.
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