“Usaste tu fama para atraer víctimas que confiaron en ti. Fuiste cómplice esencial de los monstruosos crímenes de Raniere”, le dijo el juez Nicholas Garaufis en el tribunal federal de Brooklyn.
Allison Mack, la actriz que protagonizó Smallville, le respondió con voz pausada: “Tomé decisiones de las que me arrepentiré para siempre”.
La sentencia del tribunal la condenó a tres años de prisión, una condena mucho menor que el mínimo de 14 años que buscaban los fiscales. Tras cumplir su sentencia en una prisión federal, Mack, de 38 años, tendrá también que cumplir con otros tres años de libertad condicional y pagar una multa de USD 20 mil.
Pero ¿cómo se transformó en líder de la secta NXIVM del “hombre más inteligente del mundo” Keith Raniere, condenado a 120 años de cárcel por sus abusos? ¿Cómo reclutó bellas jóvenes para que fueran violadas, maltratadas y sometidas como esclavas a terribles orgías? ¿Cuándo comenzó a usar su fama en favor del líder de la atroz secta sexual?
Allison Mack nació en Alemania en 1982. Dos años después sus padres se mudaron a Estados Unidos. Consiguió su primer papel a los 7 años. Después con altibajos participó en muchas publicidades, obras de teatro, series y películas. Su gran oportunidad llegó en 2001 con su papel de Chloe en Smallville, la serie que cuenta la juventud de Superman. Chloe es la amiga de Clark Kent. Fueron varias temporadas de éxito.
Después de algunos traspiés y de un estancamiento en su carrera ingresó en NXIVM, llevada por una compañera de elenco. Luego de hacer algunos de los cursos iniciales de superación personal, su belleza y fama, llamaron la atención de Keith Raniere, el líder de la organización. Allison Mack cada vez se fue involucrando más con NXIVM y postergando su carrera actoral.
Raniere se llama Keith pero siempre prefirió que lo llamaran Vanguard (Vanguardia). Era el líder de NXIVM, una sociedad que al mismo tiempo era una empresa que brindaba cursos de superación personal, una secta, una agrupación delictiva y un vehículo que permitía el abuso de mujeres.
Los cursos y seminarios se presentaban como ideales para el desarrollo personal y profesional de sus participantes. Cada uno de ellos salía miles de dólares y estaban organizados de tal manera que uno se concatenaba con otro. Así la formación de un alumno/cliente insumía mucho tiempo y una ingente cantidad de dólares. Raniere se presentaba como “el hombre con el coeficiente intelectual más alto del mundo”. Su poder de convicción, con su hablar sereno y envolvente, hizo que sus adeptos se multiplicasen con los años.
La organización tenía varias células diferentes. Una de ellas estaba integrada solo por mujeres. Una especie de grupo exclusivo, con un ingreso muy restringido. A sus integrantes les hacían creer que pertenecer era un enorme y exclusivo privilegio. Ese subgrupo selecto y secreto estaba a cargo de Allison Mack. Se llamaba DOS (Dominus Obsequious Sororium). Se presentaba como un lugar de empoderamiento femenino. Esa definición no era más que un eufemismo.
El ingreso requería varios pasos. Un juramento de lealtad y de sumisión era el primero. Pero con eso no alcanzaba. Había que entregar garantías. La candidata revelaba secretos familiares (muchos inconfesables) ante una cámara. Pero la aspirante muy pronto se daba cuenta de que la confesión, el haberse desnudado emocionalmente y dejarlo registrado no alcanza. La reclutadora exigía una segunda garantía. El desnudo también tenía que ser físico. Debía enviarle fotos de ella desnuda que la otra mujer guardaba bajo amenaza de hacerlas públicas ante una defección.
Antes del ingreso se le realizaba una nueva aclaración, una nueva regla de juego hasta el momento desconocida: la novata debía someterse a la que la convocaba, una sería la esclava y la otra la ama (cada ama tenía varias esclavas), hasta que lograra subir un escalón en el organigrama y ella pueda tener sus propias esclavas que satisfagan sus deseos.
El momento del rito iniciático había llegado. La mujer se encontraba en una sala con otras tres o cuatro, que sospechaban estar en su misma situación. Ingresaba su ama. Les vendaba los ojos y les ordenaba desnudarse. Ninguna dudaba. Su voluntad estaba doblegada. Todas se sacaban la ropa en silencio. No se veían entre sí pero sabían, intuían, que las demás hacían lo mismo. Luego las empujaban hacia una camioneta. Desnudas, solo con la venda en los ojos, recorrían unos kilómetros. No sabían dónde iban.
En el destino, alguien las ayudaba a bajar. Entraban a una casa. Una de las mujeres, tal vez, espiaba por debajo de la tela y veía una casa lujosa. A la primera la acostaban en una camilla. De pronto el resto escuchaba unos gritos desgarradores y olor a carne quemada. Como si fueran ganado, las marcaban. En la ingle. Los gritos y las lágrimas no detenían la operación. La que soportaba estoica la tortura era felicitada y puesta de ejemplo. En el aire persistía el hedor dulzón de la piel carbonizada. En sus ingles quedaba, marcado a fuego, un símbolo extraño.
Ya pasado el momento, ya en sus casas, y con la ayuda de un espejo, las víctimas lo podrían descifrar. Si se lo miraba vertical, el jeroglífico se convertía en una A y una M, las iniciales de Allison Mack. De costado, con una mirada apaisada, lo que surgía no causaba sorpresa alguna. Con claridad, en ese tatuaje labrado a hierro caliente (o con un bisturí eléctrico), cauterizado en la piel, apareceían una K y una R, las primeras letras del nombre y el apellido del líder, Keith Raniere, el que luego tendrá acceso sexual a las mujeres iniciadas, las señalizadas con sus iniciales.
La arenga con la que se convocaba a las jóvenes era más o menos siempre la misma: “Somos mujeres que se reúnen y se comprometen de tiempo completo, la una con la otra, para volver nuestros yoes más poderosos, para impulsarnos a enfrentar nuestros peores miedos y exponer las mayores vulnerabilidades, a sabiendas de que estamos lado a lado sin importar lo que suceda y para cumplir nuestra palabra al sobrellevar el dolor”, decía con convicción Allison Mack.
Pero convertirse en miembro de DOS significaba convertirse en esclava. Se pasaba a ser parte de una estructura piramidal en la que las mujeres que ocupaban los puestos superiores eran las amas de las inferiores en esa jerarquía. Las esclavas debían estar disponibles las 24 horas del día por si eran llamadas por Allison Mack o Raniere. Estaban obligadas a estar bajo permanente dieta y debían someterse a las iniciativas sexuales de los líderes.
El sistema de ingreso tenía varias etapas. Primero la seducción, tentar a las futuras integrantes/víctimas con ser parte de un grupo exclusivo, prometer el acceso irrestricto y el contacto cercano con el líder, con Vanguardia, Keith Raniere. Luego se ponía en marcha el sistema de garantías: un video en el cual contaban secretos y asuntos sensibles de personas cercanas o propios. Cuando la aspirante suponía que eso era todo, unos días después, llegaba otra llamada que exigía un requisito más: fotos de ellas sin ropas o videos en medio de actos sexuales. Esas imágenes quedaban en manos de la ama que de esa manera se aseguraba la fidelidad y el silencio de su nueva esclava.
Quien violara la confidencialidad se arriesgaba a que ese material sensible e íntimo se difundiera. Ante cada acto que Mack o Raniere consideraban una indisciplina aparecía el chantaje con este material. Un procedimiento claramente extorsivo.
Luego venía la ceremonia de iniciación.
Era una secta con esclavas sexuales, lavado de cerebro y hasta marcas de propiedad como si se tratara de ganado.
Tener relaciones sexuales con Raniere tenía poderes “curativos” según la prédica de DOS y de NXIVM. A él le gustaban las mujeres muy flacas, por eso todas estaban sometidas a dietas de menos de 800 calorías diarias.
La otra gran obligación que tenían las esclavas era la de reclutar otras mujeres. Si no lo hacían Mack ejercía una presión insoportable sobre ellas, siempre blandiendo las fotos, filmaciones y datos sensibles que tenían atesorados de cada una de ellas. El incentivo era el acceso al líder, las puertas que podría abrir Mack (cada vez más cerradas desde su involucramiento en la secta) y que ellas podían tener sus propias esclavas a disposición.
Allison Mack, y su anterior fama, ejercían de imán. Las aspirantes eran jóvenes, flacas y bellas. Todas parecían seguir el mismo patrón físico, el del gusto de Raniere. Fueron muchos los testimonios que coincidieron en afirmar que Mack era la principal reclutadora y la cabeza de DOS. Utilizó su fama e influencia para ese fin.
Uno de sus intentos más notorios se dio a través de Twitter en febrero de 2016. Arrobó en un tuit a Emma Watson invitándola a su grupo. “Participo de un movimiento humanitario único para el desarrollo de las mujeres. Me encantaría hablarte de él. Como colega tuya sé que compartimos la mirada del mundo. Creo que podríamos trabajar juntas. Avisame si estás dispuesta a conversar”. Allison Mack no recibió respuesta pública de la actriz de Harry Potter.
Mack era la jefa (ama) de un pequeño ejército de casi 20 mujeres que estaban a disposición de ella y de Raniere y que no podían mantener relaciones amorosas ni sexuales con otras parejas. Tampoco podían exigir ver con mayor frecuencia a Vanguardia. Solo debían estar disponibles (y extremadamente delgadas) para cuando fueran requeridas para sesiones sexuales individuales o grupales.
La dinámica diaria de las esclavas requería que le pidieran a su ama permiso para comer (en el juicio una de las víctimas narró cómo durante semanas se culpó por los problemas de erección de Raniere porque ella tenía dos kilos de más de los que le requerían) y hasta para dormir, que reportaran sus movimientos y cada alimento que ingerían. Aunque no hubiera ninguna actividad planeada debían ponerse a disposición de su ama y de Vanguardia. Cada tanto todas, ama y esclavas, se sacaban una “Foto Familiar”. Desnudas, abrazadas y con amplias sonrisas enviaban una imagen a Raniere.
Allison Mack, en cualquier momento del día, enviaba un mensaje a una de sus esclavas. El texto solo era un signo de interrogación. La respuesta debía llegar en menos de un minuto. “Acá estoy. Lista, Ama”. Quién se retrasara sufriría castigos físicos. Golpes con lonjas de cuero, duchas heladas o algún otro martirio.
La primera vez que se enfrentó a los jueces la actriz se declaró culpable de Racketeering, algo similar a integrar una asociación ilícita, de ser parte de una organización delictiva. También reconoció haber extorsionado a múltiples mujeres. Pero dijo ser inocente en los cargos más graves: tráfico sexual, abusos y de crear también una trama de trabajo esclavo. Pidió disculpas a su familia y a las víctimas. Dijo que lo que hizo fue por “una inclinación equivocada a las enseñanzas de Raniere”. Que en el momento de ingresar a la organización ella estaba inestable emocionalmente intentando encontrar el rumbo de su carrera artística y que esa vulnerabilidad permitió que actuara de ese modo. Sostuvo que ella solo buscaba que Raniere de nuevo la volviera a convertir en una gran actriz.
En 2018, Allison Mack fue arrestada. Cumplió prisión domiciliaria. Le fijaron una fianza de 5 millones de dólares. Mack debió mudarse a casa de sus padres y le fue vedado el uso de teléfonos celulares y de cualquier dispositivo con acceso a internet excepto aquellos que utilice con fines educativos.
Horas antes de ser condenada, Mack pidió perdón a las víctimas del culto fundado por Raniere del que fue partícipe: “A aquellos que han sido perjudicados por mis acciones es de suma importancia para mí decir, desde el fondo de mi corazón, que lo siento mucho”.
“Me entregué a las enseñanzas de Keith Raniere con todo lo que tenía”, agregó, refiriéndose al fundador de NXIVM, que fue condenado el año pasado a 120 años de cárcel por tráfico sexual y otros cargos. “Creía, de todo corazón, que su mentoría me estaba llevando a una versión mejor y más ilustrada de mí misma. Le dediqué mi lealtad, mis recursos y, en última instancia, mi vida. Este fue el mayor error y arrepentimiento de mi la vida”.
“Lamento haberlos expuesto alguna vez a los esquemas nefastos y emocionalmente abusivos de un hombre retorcido. Lamento haberlos animado a usar sus recursos para participar en algo que fue en última instancia, tan feo “, señaló.
Luego de la sentencia a tres años de prisión, fue autorizada a permanecer en libertad bajo fianza con arresto domiciliario hasta su entrada a prisión el 29 de septiembre. Salió de la corte sin hablar con los periodistas.
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