“Perdón, estoy hace un año y pico encerrado y te hablo como si estuviéramos tomando un café. Me olvido de que estamos haciendo una entrevista”, dice Germán Daffunchio y se ríe. La voz de Las Pelotas llega por teléfono desde su bucólico refugio en Nono, apacible localidad cordobesa del valle de Traslasierra que hoy amaneció nevada y que hace cuarenta años fue el kilómetro cero de la épica de Sumo, en la que Germán fue aliado de Luca Prodan con los fascinantes ecos rítmicos su guitarra. Ahora, el tipo se disculpa porque siente haberse ido por la tangente de la conversa al descargarse contra la clase política argentina, postura congruente con la obra rockera que viene engrosando con títulos como “Capitán América”, “Chupa chupa”, “Maldito poder” o “Desaparecido”.
“No puede ser que en una provincia grande como un país de Europa la gente viva como vive. Tenemos una berretada de políticos incapaces de generar trabajos y salirse de un guión. Y aparte de la mentira eterna de que los gobiernos se encargan de los sistemas de salud, con la pandemia se demostró que lo único que importa en el mundo es la guita. Si había un momento para unirse y dejarse de hinchar las pelotas con todas las boludeces que nos separan, era este”, apunta. Y dispara: “Muchos se preguntan por qué hay gente que no se vacuna y es por la desconfianza que se creó. Porque uno, en el fondo, sabe que la medicina busca descubrimientos para hacer dinero, no para ayudar a la humanidad. Sí, te ayudan, pero si pagás”.
La excusa de la charla no era el trasfondo del coronavirus, sino Versiones desde casa: el nuevo disco en el que el grupo ensambló a distancia ocho reversiones de su repertorio en clave acústica. “Un día me llamó Sebastián (Schachtel, tecladista, compositor y productor) y me dijo: ‘Che, ¿hacemos una versión de Hasta que el sol, que lo tenemos aceitado?’. Lo hicimos cada uno tocando en nuestro lugar, filmamos con lo que teníamos y quedó: la publicamos en nuestras redes pero no llegó al disco. Empezó como un juego terapéutico e incluso el contenido del disco, la música, es bastante terapéutica, acorde al estado de ánimo de los tiempos actuales”, define Daffunchio.
“Para mí fue interesante darme cuenta de que, durante 30 años, no había parado de tocar nunca, menos de esta manera. Esto nos sirvió para poder llevar los días y, a la vez, para calmar la desazón que generó esto: en nuestro caso, habíamos hecho un discazo que no pudimos presentar. Así, canalizamos nuestra frustración en música”, agrega Germán al hablar de la suerte esquiva de Es así, el último disco de estudio de Las Pelotas, que se editó el 6 de marzo de 2020 y que iba a ser presentado en el Hipódromo de Palermo un mes después.
“Iba a ser el show más grande de nuestra carrera”, se lamenta Gabriela Martínez, bajista y fundamental en el corazón compositivo del grupo. Acostumbrada a la vida en gira, la pandemia también la afectó en lo personal: “No sirvo para estar mucho tiempo en un lugar. El encierro en la ciudad se me hizo muy áspero, sentía mucha agresión y maltrato. Necesitaba salir de esa energía y, para esta segunda parte del confinamiento, me vine a Nono: estoy a siete kilómetros de lo de Germán, a 8 de Tomás (Sussmann, guitarrista de Las Pelotas desde el comienzo), también cerca de nuestro estudio”, describe.
“Teníamos versiones de otros temas, por ejemplo de ‘Peces’, que quedó buenísima pero se iba de contexto. Emocionalmente, no era momento para salir y decir que todo era una mierda. Sino para buscar música que te lleve a lugares bonitos, generar un viaje lindo con la calidez de acompañarte en un tiempo de inacción, de espera, de incertidumbre”, retoma Daffunchio sobre el espíritu de Versiones desde casa, que tuvo como premisa fundamental la decisión de no regrabar ninguna de Es así. “Quedarán para cuando se pueda tocar como antes”, justifica.
Gabriela explica que estas nuevas versiones reconfiguraron a la banda de cara a los shows venideros en esta “nueva normalidad”, condicionados por los protocolos sanitarios. “El disco se fue armando a la par del show que hicimos para empezar a girar de vuelta: llegamos a hacer unas fechas en abril y tuvimos que cortarlo. Porque salir a hacer el mismo show rockero de siempre, cuando todo el mundo tiene que estar sentado, a una distancia, con el barbijo, sin pararse... no parecía para nada tentador”, dice.
En cuanto a los detalles especiales que pueden apreciarse en las capas de estas nuevas versiones, Daffunchio anota: “Aparecieron cosas como que Gustavo (Jove, el baterista) trabajara casi sin tocar la batería, algo inédito. Que Alejandro (El Pollo Gómez Ferrero, responsable de los vientos) tocara un cello. O la versión de ‘Víctimas del cielo’, con el arpa de Sonia Álvarez, que fue un flash, una experiencia alucinante... ¡Hay que cantar arriba de un arpa!”.
“La idea era buscar versiones, no hacer la misma canción pero más chiquita”, agrega Martínez. “Y a medida en que cada uno iba mandando cosas y el resto las bajaba, escuchábamos para que eso disparaba otra cosa. La búsqueda grupal, en nuestro caso, es lo más interesante: es lo que le da una característica y una identidad a la música que hacemos. En nuestro momento creativo siempre estamos juntos. Ahora también lo hicimos juntos, pero a la distancia”, dice.
Esa comunión vuelve a verse reflejada en la portada del álbum, en la que los integrantes de la banda aparecen reunidos alrededor de un fogón encendido digitalmente. Captura análoga al abrazo en el que se los ve apiñados en la de Es así. “Juan Daffunchio (a cargo de la identidad visual del grupo e hijo menor de Germán) nos iba dando indicaciones acerca de los planos en los que nos teníamos que filmar, para que después él dibuje este fogón imaginario, ya que era la única forma de estar juntos. Y el abrazo del disco anterior es algo que hacemos siempre antes de salir a tocar. Ahora, cuando nos reencontramos en abril, lo hicimos igual. Veníamos de estar juntos en una sala de ensayo hacía días. No había por qué no hacerlo, es nuestra burbuja”, reveló Gabriela.
De las esquirlas de los estados de ánimo de Daffunchio y Alejandro Sokol tras la muerte de Luca, surgieron Las Pelotas. Y hasta abril de 2008, Sokol era el frontman que se paraba con la palma de su lengua y el himno de su corazón en la mano cada vez que la banda tocaba en vivo, para hacer que brillen estribillos oscuros con su honda interpretación y un carisma desbordante en su desparpajo. Un tornado que arrasó ciudades y jardines primitivos, un animal de los escenarios único en su especie, de los que ya no existen. Alejandro murió el 12 de enero de 2009, nueve meses después de haber dejado la banda.
En cuanto al audio, Las Pelotas continuó su camino puliendo las asperezas de su atmósfera pesada, más enfocados en climas envolventes y dosificando el nervio de dientes apretados que signó su primera etapa (la de la trilogía compuesta por Corderos en la noche, Máscaras de sal y Amor seco). En las letras, le siguen sacando fotos a “esta sociedad que se convirtió en una espantosa sociedad de corderos”, como define Germán. En suma, una manera de enternecerse sin perder la dureza jamás, con la que editaron cuatro discos de estudio: siete de las ocho canciones de estas Versiones desde casa corresponden a este período. ¿La restante? La mejor de las excepciones.
—La única de la primera época del grupo es “Bombachitas Rosas”, originalmente cantada por Sokol. ¿Cómo se encara una canción que se volvió inolvidable con la voz de él?
—Germán Daffunchio: Si siento que lo que yo canto no está al nivel de él, es una falta de respeto al tema y a su memoria. Nunca cantaría un tema de Alejandro si siento que no puedo llegar a un lugar parecido al que él llegó. No quiero arruinar nunca los temas. Y cuando veo que no llego, invito a mi amigo Gabriel Dahbar a cantar, porque tiene un registro parecido al de Sokol. El tema no puede ser peor, tiene que ser igual o mejor. “Bombachitas” salió de nuestros propios úteros, no es un tema de Alejandro. Forma parte de mi vida, también.
—¿Y cómo fue reversionar, una vez más, un tema tan especial del repertorio de ustedes?
—Daffunchio: Es un contrapunto a lo que siempre fue el tema, que en el show en vivo explota. Esta versión fue creada desde la distancia y de la soledad de uno mismo. Y es una muestra de que los temas, cuando son de verdad, lo podés hacer de distintas maneras y siempre siguen siendo.
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