“El ganador de la segunda emisión de Masterchhef Celebrity es... Gastón Dalmau”, anunció el jurado del ciclo conducido por Santiago del Moro integrado por Germán Martitegui, Damián Betular y Donato de Santis. En segundo lugar quedó Georgina Barbarossa. La “tía” como la llamaban sus compañeros en el show y desde ahora también el público, habló con Teleshow de su recorrido por el programa que comenzó un tanto cabizbajo debido a la internación de su compañera Carmen Barbieri, destacó al ex Casi Ángeles como competidor, contó el origen de sus pelucas y cómo la templanza y el tomar clases de cocina hasta los domingos fueron cruciales para llegar a la final.
El jueves por la noche, la actriz vio el programa con sus hijos, los mellizos Tomás y Juan Lecouna, sus nueras y su sobrina, que vino de Córdoba a Buenos Aires a estudiar actuación y fue uno de sus pilares durante los intensos cuatro meses que duró la competencia de Telefe. El menú para ver el programa: wraps de harina integral que le cocinó Claudia la Gunda Fontán y comida hindú. “A mis hijos les gusta eso, además con esos platos gané una medalla, arroz basmati con almendras y coco, con curry, especias y estofado de garbanzos”.
—Cuando te convocaron, ¿pensaste que podrías ser finalista?
— No, yo ya gané, haber llegado a la final con Gastón, es haber ganado, pensé que en la tercera semana me iba. Sé cocinar pero esto es distinto. No me quería ir en la primer semana porque es un papelón, pero después, dije ‘espero llegar a la tercera’. Haber estado acá con estos chicos que son unos nerds en la cocina, que el público se divirtiera, poder captar al público joven que no me conocía. Ahora soy la Xuxa de los chicos que hacen videos con las pelucas de la tía. Yo sentí que gané, fue volver a un canal líder que amo, entretener a la gente, eso fue una tarea cumplida porque la misión de los actores es abrir la cabeza y el corazón, así que fui feliz.
— ¿Cómo fue competir con Gastón en la final?
— Fue conmovedor y lo tiene re contra merecido. Vino (a la Argentina) para eso, vino, ganó y se fue.
— ¿Hubo algún secreto para llegar hasta la final?
—Desde que me enteré que estaría en Masterchef que me la pasé tomando clases, con el chef Rodrigo Toso que fue cocinero mío en Movete y con Rudolph Castro, ellos fueron mis dos maestros. Yo cocinaba en casa pero para los chicos, después ellos se fueron y cocinaba cosas pero de dieta. Las clases eran los fines de semana, entonces perdí la vida social, los chicos venían el fin de semana a casa capaz y les decía ‘ni me hablen’. Fue un ritmo muy intenso porque tenía el fin de semana para practicar recetas. La práctica es fundamental y estás todo el tiempo estudiando, pero además tenés que hacerlo, es como el teatro, es acción, hasta compré utensilios que no tenía en mi casa. Nos habían dado clases, pero yo tomé aparte porque no me alcanzaban.
— ¿Cómo te sentiste en el programa?
— Fue un esfuerzo titánico, hay estrés, taquicardia y se te sale el corazón porque no llegás. No es cocinar solamente, está en juego la templanza que tengas. Había veces que tenía ganas de arrancarme la peluca. Martitegui me decía que tenía “ciclotimia gastornómica” porque las cosas me salían brutal o pésimo. Cuando tocaron carnes raras fue una tortura, porque mentalmente soy vegetariana, aunque ante un asado me rindo. Nunca en la vida había hecho conejo o yacaré, pensaba en mi gato y se me partía el alma, ahí tenés que tener la mente fría. Son pruebas para la adrenalina.
—¿Qué era lo más difícil de estar en el reality?
—Tu peor enemigo es el reloj y los tres minutos de super.
—Hiciste salmorejo en la final, en homenaje a tu familia, también cocinaste el goulash que le hacías al Vasco, ¿hay mucho de vos en tus platos?
—Sí, porque yo he cocinado y al Vasco lo conquiste cocinando, me gusta solo que a veces uno no tiene tiempo. Él era un gran cocinero y mis hijos también y cuando hay algún evento familiar, cocino. Cuando preparás de comer, estás dando amor, es movilizante, mostrás tu infancia y recetas que vienen de la época de tu bisabuela, mostrás tu alma.
—¿Cuál es “el” plato tuyo para los mellizos?
—Hago lo que ellos me pidan, una carne especial o risotto. El grupo de WhatsApp con ellos y las novias se llamaba “risotto”, porque lo hago siempre con hongos y me sale espectacular. Pero en el programa no me salió, le puse mucho queso como a los chicos le gusta y Donato me dijo que no era así, se me pasó... entonces cambiamos de nombre al grupo y le pusimos “gramajo” porque lo hice en el programa y me salió bien.
—¿Tus hijos te ayudaron?
—Sí. Para la carne de la final, la probé con distintos rellenos que armé con mi profesor y los chicos comieron. Se las hice un día que llegué como a las diez de la noche a casa, me saqué la peluca y con las cejas de Frida Kahlo se las empecé a preparar.
—¿Y tu sobrina también te acompañó?
— Sí. Hay noches que llegué llorando porque tenés que tener cierta capacidad de frustración y ella, que vino de Córdoba a estudiar doblaje y teatro y vive conmigo, fue mi gran cómplice todos estos meses.
—O sea que cuando llegabas a la noche practicabas y el fin de semana también. Todo el día cocinabas...
—Sí. Ahora tengo que adelgazar porque engordé ocho kilos. Es que en tu casa habitualmente no tenés chocolate repostero, masas de todo tipo, crema, porque si lo tenés lo comés. Lo que quedaba después de cocinar lo llevaba con mi sobrina a la gente en situación de calle, de todas formas siempre probás y comés. Yo soy gorda de alma, me encanta comer.
—'¿Cómo surgió el tema de las pelucas y los disfraces?
—Un día vino Lean el vestuarista con cinco pelucas, dije “¿te parece que voy a durar tanto tiempo?” y después había que adaptar el vestuario a eso. Santi (Del Moro) me dijo que usara peluca, me parecía divertido, y no me hacía bolsa el pelo. Después surgió la peluca de colores, soy actriz tengo que divertirme. Así que me tomé un doble trabajo, divertir a la gente, a mis compañeros y divertirme yo, sabia que una peluca celeste quedaba horrible, pero si te reís de vos, podés hacer reír. Ahora hasta hay un filtro en Instagram con pelucas de colores.
—¿Cómo viviste el comienzo del concurso, con Carmen Barbieri internada?
— Fue un golpe tremendo, la adoro y cuando dijeron que iba a terapia intensiva me acuerdo que iba al canal con Fede (Bal) y lloraba, no lo podía creer. Hay que tener cuidado porque esto (COVID-19) pega de cerca. Yo creo que ella se quedó con ganas de cocinar bien, ojalá la llamen de nuevo para otra edición.
—Después de un año muy duro para la industria audiovisual, ¿qué significó Masterchef para vos?
—¡Fue un montón de cosas! Más allá del trabajo en un momento del mundo tan difícil, fue volver al prime time de la tele, en super programa de contenido sin golpes bajos y para toda la familia. Además, fue una enseñanza de autoconocimiento, porque tenés que manejar tu templanza. Yo soy una persona de fe y desde hace dos años medito, lo que me sirvió mucho. Masterchef es para guerreros. Además de que aprendí y conocí otra cocina, yo hacía cocina de los ‘80 como me decía Martitegui. Ahora me animo a probar.
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