“Fue un shock muy triste...”, cuenta Diego Torres, rehén de una conmoción que tardará en liberarlo. “Es un lugar que frecuento porque mi hija (Nina, de ocho años) toma clases de surf los fines de semana ahí. Hay una colonia de chicos. Hay gente desaparecida, conocidos de conocidos...”.
Viviendo en Miami desde 2015, el cantante pasó infinidad de veces por la intersección las calles 88 y Collins Avenue, en Surfside. Jamás se le ocurrió siquiera imaginar que se encontraría con el escenario desolador que se observa desde la madrugada del jueves, cuando el edificio de 12 pisos se desplomó. Por estas horas los rescatistas buscan en los escombros a las 159 personas desaparecidas. Las autoridades ya informaron cuatro muertos.
“Es muy triste”, le dice Torres a Teleshow en un fragmento de la entrevista exclusiva que podrá leerse en unos días. Allí, el músico hablará de su último material, Atlántico a pie. Pero ahora, es momento de abordar el drama que envuelve a una ciudad y estremece al mundo entero.
“Me mandé mensajes con Nico Vázquez, que está acá, y estaba en ese edificio con Gimena (Accardi). Lógicamente que le ofrecí mi ayuda, mi casa: mis puertas están abiertas. Es un shock muy difícil el que vivieron ellos -destaca Diego-. Esto va a traer muchas consecuencias. Acá son muy rigurosos con las inspecciones de los edificios, las administraciones. Así que, bueno, realmente estoy viviendo con mucha tristeza esta noticia”.
—Es un horror lo que vivieron Gimena y Nico. Ellos contaron cómo fue la situación, y realmente tuvieron un Dios aparte.
—Ayer estuve con Martín Bossi, que estaba con ellos esa noche. Así que me contó todo. Se quedaron cenando, se quedaron ahí, en el restaurante, tocando el pianito, caminaron. Todo ese retraso de haberse quedado con el pianito, cantando, haberse ido a caminar, fue lo que los salvó... ¿no? Entonces, sí, cuando en la vida te pasan esas cosas tan de cerca te das cuenta que en una fracción de segundo todo puede cambiar. A raíz de eso yo hice una canción hace unos discos atrás que se llamaba “En un segundo”, a raíz de un perro que yo tenía que era vigoroso, era un titán, mi compañero. Una enfermedad en la sangre me lo mató en menos de un mes. A veces el tiempo nos hace dar cuenta de que estamos de paso acá...
—Para vos también debe de haber sido muy fuerte esto. Tu hija va a una escuelita de surf ahí. No tocó en fin de semana, pero podría haber sido en cualquier momento.
—Realmente es algo muy feo. Sobre todo cuando empezas a ver: “Huy, ¿y los vecinos?”. Quiénes estaban ahí, qué chicos, qué familias, quiénes eran, quién no está, quién no aparece. Así que sí, es algo muy complicado.
—Muchísima gente desaparecida de las cuales ojalá tengamos buenas noticias pronto.
—Sí. Encima acá empezaron las lluvias intensas de verano y tampoco ayuda eso para el proceso de rescate.
Nicolás Vázquez y Gimena Accardi viajaron a Miami cuando se cancelaron las funciones teatrales en Buenos Aires en plena segunda ola de coronavirus. La idea era cumplir con compromisos laborales de la nueva productora del actor, y aprovechar la estadía para descansar.
Se alojaban en un departamento del tercer piso del condominio de Surfside. La noche del miércoles rompieron con la rutina: aceptaron ir a cenar a un restaurante -luego de aceptar la invitación de Martín Bossi y la periodista Alina Moine- en vez de acostarse temprano. Entretenidos con el encuentro, Gime y Nico demoraron el regreso. Cuando lo hicieron, al estacionar el coche en el garage del edificio la actriz sintió un crujido; lo atribuyó a una confusión, propia del sueño y el cansancio.
Tomaron el ascensor, que se detuvo en el lobby -así está programado-: cuando las puertas se abrieron se sorprendieron con el humo y la gente corriendo. Casi por instinto salieron a la calle; como pudieron. Al volver la mirada el edificio se derrumbó por completo. En la huida desesperada Accardi se lastimó con una palmera. Ya había salvado su vida por un milagro. Y por escasos segundos.
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