Terminaba el invierno en Granada cuando Hernán Piquín recibió la propuesta de sumarse a ShowMatch. Estaba sentado en el sillón de su casa que tiene vista al mar cuando su teléfono sonó con un mensaje que no esperaba. Federico Hoppe, productor del ciclo, le escribía para decirle: “Acabamos de tener una reunión con Marcelo y surgió tu nombre para ser jurado de La Academia”. Con el sol entrando por la ventana y la calma granadina marcándole los tiempos, el bailarín contestó agradecido: “Lo pienso y te contesto”. Hoy, a un par de meses de aquella primera comunicación y ya asentado en su rol de jurado del certamen de Marcelo Tinelli, en charla con Teleshow en su camarín de los Estudios Baires, en Don Torcuato, Hernán repasa cómo y porqué tomó la decisión de dejar España por unos meses para venirse a la Argentina.
“Primero que nada lo tenía que hablar con Agustín. Estamos en pareja y vivimos juntos. Tenía que sentarme y decirle que me venía a Argentina tantos meses. ‘¿Cómo hacemos?’, pensé. Pero hablamos durante una semana... La clave es que el programa me coincidía con una venida que yo ya tenía planeada por mi espectáculo homenaje a Freddy Mercury. Podía venir a Buenos Aires, unos meses para hacer el programa y salir de gira”, cuenta Hernán sobre todo aquello que pesó para que una semana después de aquel primer mensaje de Hoppe, le devuelva el llamado asegurando que la propuesta le interesaba. Y con el apoyo de Agustín Barajas, el español que hace tres años enamoró a nuestro bailarín bonaerense y formado en el Teatro Colón.
—Después de años de ser participante del Bailando esta vez te convocaron como jurado ¿cómo te pegó?
Yo quería cumplir este rol, pero sabía que era difícil. Tenés que ‘hacer tripa corazón’ todo el tiempo. Si se van a enojar, si son amigos... Todo pesa. No es fácil para mi evaluar compañeros y que no les caiga mal. Era toda una apuesta en ese sentido. La propuesta me seducía, pero pensaba: ‘¿si voy y me matan’ o ‘¿si no les gusto como jurado?’ o ‘¿si el público, que me quiere por cómo soy, ahora me ve como un personaje malo y se me pone en contra?’. Tuve una pelea interna conmigo mismo, pero me animé.
—¿Cuándo arranca la gira de tu homenaje a Freddy Mercury?
Estamos en pleno proceso de ensayos. Por la restricciones de la pandemia no pudimos arrancar todavía. Pero tenemos fecha para lanzarnos el 6 de agosto. Vamos a recorrer el país. Será un show distinto al que hacía hace diez años. Si bien habla del líder de Queen, tiene otro libro, vestuario, una nueva coreografía pensada por La Cata (María Laura Cattalini, coach histórica del ciclo de Marcelo Tinelli). Se va a llamar El show debe continuar. Y será compatible con el programa porque saldremos de gira los viernes (que ShowMatch hace humor), sábados y domingos.
—¿Qué te llevó a radicarte en España?
—Me fui hace tres años invitado a bailar en una compañía. Hice la gira y ahí nos conocimos con Agustín, que es bailarín de flamenco. Tengo ciudadanía española desde mis cinco años porque mi padre es español. Hace un tiempo que me quería ir de la Argentina porque aquí sufrí episodios de inseguridad. Pensaba ir a Estados Unidos, porque durante cinco años viví en San Francisco. Pero España era más fácil por los papeles. Entonces me fui, conocí a Agustín y dije: “Ya está. Me quedo”. Compramos una casa a las afueras de la ciudad de Granada, con vista al mar y preciosa. Estamos instaladísimos allá. Agus participa de un programa de televisión y yo fui un par de veces a bailar. Volveré a fin de año, ni bien termine la gira de Freddy Mercury y el programa.
—¿Cómo lidias con la distancia?
—Es muy dura. Se extraña, pero bueno... Los bailarines estamos acostumbrados al desarraigo. Hacemos muchas giras solos. A los 16 años me fui a vivir a Londres solo. A los 17, a París. Nos entendemos porque los dos somos bailarines. Si Marcelo graba un par de programas seguidos y se toma unos días, yo iré para allá... Y por otro lado, Agustín está por venir. La semana que viene o la próxima lo tendremos por acá y lo van a conocer. Mientras tanto hablamos mucho por facetime. Aunque es complicado por el cambio horario. Allá son cinco horas más. Los días que el programa va en vivo, termina a las dos o tres de la mañana de allá y no lo puedo llamar. Cuando me despierto, él ya está ocupado por trabajo o en el gimnasio. Es duro. Pero lo sabemos manejar. Estoy acá por trabajo... Después de un año y medio de pandemia, se agradece.
—A varias semanas ya del debut, ¿cómo te sentís en el rol de jurado?
—Es difícil. Estoy criticado y observado por todos lados. Me siento raro porque no puedo dar una corrección técnica demasiado específica porque no son bailarines. Tenés que marcar mucho de la puesta, la actitud… Además, al ser cuarto jurado... Estoy pensando mi devolución y primero Ángel dice algo, luego Pampita completa un concepto, y después, Jimena. Entonces cuando me toca, medio que dijeron todo. Así que en segundos repaso y vuelvo a armar la devolución. Es un rol que me gusta mucho. El equipo de producción me trata muy bien y en el jurado son todos divinos. Soy el nuevo y me acogieron muy bien. Antes tenía cosas con Ángel: lo quiero, pero a veces es demasiado incisivo. Estoy disfrutando de estar acá, aunque claro que me gustaría disfrutarlo con Agustín.
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