Un genio atormentado, un disco imposible y un oscuro psiquiatra que le agitó los demonios: el camino hacia la locura de Brian Wilson, el líder de los Beach Boys

El cerebro detrás de la psicodelia californiana cumple 79 años: un viaje errático y fabuloso por melodías imbatibles, proyectos ambiciosos e ideas incomprendidas

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Brian Wilson, según pasan los
Brian Wilson, según pasan los años (Getty Images)

Los Ángeles, California, diciembre de 1965. Brian Wilson se dispone a escuchar el vinilo que tanto estaba esperando. Para calmar su ansiedad, el joven enciende un porro y deja caer la púa para que empiece a girar en su mente. Hasta allí, nada muy distinto a lo que están haciendo en simultáneo miles de jóvenes en todas partes del mundo. Pero el efecto que tuvo Rubber Soul, el sexto álbum de The Beatles en este californiano de 23 años, es diferente a cualquier otro.

A medida que pasan las canciones, Brian no solo se maravilla con las melodías, se conmueve con los arreglos y se pierde en las historias que cuentan las letras. En cada uno de estos rubros ve un progreso, cierta imagen de madurez creativa: un concepto que automáticamente se vuelve un faro y un reto. El próximo desafío para el grupo que lidera y del que cada vez se siente más aburrido.

The Beach Boys: "Surfin USA"

Por ese entonces, Brian acreditaba una frondosa discografía con The Beach Boys, el grupo en el que lo secundaba su primo Mike Love y en el que lo acompañaban sus hermanos Carl y Dennis y su amigo, Al Jardine. En menos de cuatro años habían editado diez discos en los que buscaban forjar una identidad del sonido de la Costa Oeste. Su música no variaba demasiado del estilo clásico del rock and roll y el toque playero lo daban las letras sin demasiadas pretensiones: a las ganas de andar con chicas y subirse a los autos les sumaban las aventuras a bordo de tablas de surf... que apenas podían dominar.

Como les había pasado a Los Beatles, Brian se sentía asfixiado en las métricas culturales del rock and roll y las historias que hablaran siempre de lo mismo, pero a diferencia de los de Liverpool, estaba solo en esta cruzada. Tampoco estaba tan a gusto con lo que se generaba alrededor y su cuerpo iba a hablar por él. En 1964, después de casarse con su novia Marilyn, escuchó voces alarmantes y durante una gira sufrió un colapso nervioso. Desde entonces, se apartó de los escenarios y se focalizó en la composición. Así estaban las cosas cuando Rubber soul se coló en su cabeza y le propuso un laberinto tan fascinante que nunca más pudo salir.

Los Beach Boys y el
Los Beach Boys y el surf rock: todo de lo que Brian quería huir (Getty Images)

Pet sounds y los sonidos de la locura

“Voy a hacer el disco de rock and roll más grande de la historia”. Cuando Marilyn escuchó estas palabras de la boca de su marido no sabía si hablaba en serio o era uno de sus incipientes delirios. Con el diario del 2021, las dos afirmaciones pueden tomarse como ciertas, pero por entonces Brian estaba realmente decidido a abandonar para siempre las estructuras del surf rock. Para las letras se apoyó en Tony Asher, un poeta con experiencia en jingles, para huir del costumbrismo del que abusaba su primo Mike. Para las músicas, iba a explorar al máximo las bondades del estudio, de los instrumentos y de la producción.

No fue fácil el trabajo. Brian estaba cada vez más difícil de manejar y las sesiones de composición era pequeñas batallas en una lucha épica. Pero eso era un aperitivo con lo que esperaba en el estudio. La pared de sonido de Phil Spector era otra de las obsesiones de Brian y para lograr su objetivo no le iba alcanzar con guitarras, bajos, baterías y teclados. Basta aguzar el oído y escuchar cuerdas, percusiones y sonidos de todo tipo como intrincado telón de fondo en el que brillaban las canciones.

A pesar de joyas eternas como “Wouldnt it be nice” o “God only knows”, Pet sounds chocó contra la imagen que se tenía del grupo. Los riffs de guitarras y las letras amenas de antaño dejaron su lugar a una amalgama de sonidos de difícil acceso y una lírica autocrítica e introspectiva, que interpelaban a Dios y aseguraban no encajar en esos tiempos. Como era de esperar, las ventas se desplomaron y el malestar del grupo se hizo notar. ¿Por qué cambiar la fórmula de la bebida cola? Háganselo entender al líder, que redobló la apuesta.

The Beach Boys: Wouldn't it be nice, una de las joyas de Pet sounds

Mientras del otro lado del Atlántico Los Beatles movían las piezas con otra joya, Revolver, Los Beach Boys alcanzaban el N° 1 a ambas orillas con el single “Good Vibrations”. Fue todo lo que necesitaba el líder para embarcarse en otra cruzada a la que llamó SMiLE, y donde se planteaba una pintura psicodélica de la sociedad americana. Pero los frentes abiertos eran muchos: la reticencia de sus compañeros, el recelo de la compañía discográfica, las dificultades para plasmar en sonidos lo que imaginaba su cabeza, los delirios y el consumo de drogas fuera de control.

Y en el otro rincón, Los Beatles. Si Rubber Soul había sido un incentivo para subir al ring, Revolver había elevado la vara y “Strawberry fields forever” fue el golpe de knock out. Cuando Brian escuchó en la radio esa fábula nostálgica y surrealista sintió que no tenía sentido presentar batalla y retiró la tropa. “Listo, lo hicieron”, le dijo a su asistente Michael Vosse, abriendo la puerta a veinte años de oscuridad. La publicación de Sgt. Pepper, en ese mágico 1967, no iba a hacer más que confirmarlo

The Beach Boys: Good Vibrations

Brian Wilson le puso un candado a SMiLE que sus virtuales ex compañeros se encargaron de abrir y adulterar. Con Mike Love ahora como líder indiscutible, publicaron Smiley smile, un álbum más liviano, que sonaba sin dudas a los Beach Boys pero apócrifo en un punto. Muy poco tenía que ver con el que había craneado Brian Wilson junto al poeta Van Dyke Parks, pero el tecladista no estaba en condiciones de defenderlo.

Una mente fuera de control

Los problemas del músico iban mucho más allá de los egos musicales o los diferentes estilos. Diagnosticado con bipolaridad y trastorno esquizoafectivo, Brian escuchaba voces que le decían que estaba acabado y que iba a morir. También retumbaba cada ese hogar disfuncional en el que creció, con una madre alcohólica y un padre cruel y temerario, que descargaba sus frustraciones en sus hijos, pero que al mismo tiempo era el responsable de su formación artística. Si la música como efecto recreativo había sido el antídoto para evadirse de aquellos problemas, su obsesión por el disco perfecto, sumado al consumo de drogas lo sumergieron en un laberinto del que tardó casi veinte años en encontrar la salida.

Los Beach Boys en el
Los Beach Boys en el estudio, un campo de batalla

Si bien nunca dejó de pertenecer al grupo, su aporte fue cada vez más testimonial. A su ya contemplada fobia al vivo, le sumó una participación acotada en el material de estudio. Sus ideas de vanguardia y psicodelia habían sido desplazadas por el regreso al sonido más liviano de los primeros álbumes. No estaban mal aquellos discos como Sunflowers y Surfin’ up, pero la banda había entrado en el peligroso terreno de competir contra ella misma.

Mientras tanto, el encierro se volvió improductivo y cada vez más peligroso. Brian no salía de su cama, comía mal y engordaba mucho y se sumergía en un mundo de drogas mientras descuidaba cada vez más su genio musical. A mediados de los ’70 el cuadro se tornó preocupante y encendió las alarmas de sus seres queridos: Brian Wilson necesitaba ayuda. El problema era dar con la persona indicada

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Brian Wilson en escena, una postal infrecuente de los '70 (Getty Images)

Viviendo con el enemigo

Alarmada por el estado depresivo de su esposo, Marilyn marcó el telefono de Eugene Landy, un psiquiatra con experiencia en el trato con artistas y con una metodología polémica basada en el control absoluto de sus pacientes. Trabajaron durante una temporada en la que los resultados fueron satisfactorios. Brian mostró algunas mejoras pero las prácticas del psiquiatra no convencían del todo al grupo. La gota que rebalsó el vaso fueron los honorarios del doctor, que empezaron a crecer de manera sospechosa y lo terminaron echando. Stan Love, hermano de Mike, se encargó de supervisar a Brian, que no tardó mucho en volver a las suyas.

En 1979 se separó de su esposa, y en 1982 lo separaron de su banda. Marilyn se marchó en buenos términos, cuando la situación no daba para más y quiso mantener a salvo a sus hijas, Carnie y Wendy. Sus ex compañeros dijeron basta luego de otro episodio de alcohol y cocaína. El grupo volvió a contactar a Landy, quien pidió total control del paciente y aseguró que dos años de tratamiento bastaban para recuperar al genio perdido. La primera medida fue instalarse unos meses en Hawaii para llevar a cabo un estricto proceso de desintoxicación y un régimen.

Con ese paso ya resuelto, Landy se llevó a Brian a vivir cerca suyo, en Malibu. El músico ya no tuvo más contacto con sus familiares, ni con sus compañeros ni con nada del viejo entorno. La relación terapeuta/paciente quedó chica y el psiquiatra empezó a tomar decisiones artísticas y comerciales, presentándose como un manager en las reuniones de la compañía y obteniendo un porcentaje de las regalías de Brian. A todo esto, el músico daba muestras extremas de su bipolaridad. Algunas veces negaba cualquier influencia maligna de su psiquiatra y se mostraba en sus cabales. Otras veces, buscaba escaparse de sus problemas nadando mar adentro.

La sonrisa triste de un
La sonrisa triste de un hombre atormentado (Getty Images)

En 1985 se anunció un nuevo retorno de Wilson a los Beach Boys pero Landy tenía otras intenciones: ser el productor ejecutivo de la carrera solista de su paciente. Tres años le llevaron editar el homónimo Brian Wilson, que obtuvo algunas buenas críticas y regulares ventas. Si veinte años antes competía contra Los Beatles, ahora lo hacía contra su propia sombra: The Beach Boys volvían al candelero con “Kokomo”, su primer número uno desde “Good Vibrations”, gracias al éxito de la película Cocktail.

La forzada dupla creativa Wilson/Landy trabajó en un segundo álbum que fue rechazado por la compañía y en 1991 publicó su primer libro autobiográfico junto al periodista Todd Gold. Presentado como “Mi propia historia”, el libro estuvo lleno de polémicas, incluso del propio biografeado, que llegó a desestimar lo que decían las páginas que supuestamente hablaban por él. Recibió las demandas del sello discográfico, de sus ex compañeros y de Audree Wilson, su propia madre. En todo caso, sirvió para atestiguar sus años vividos bajo la terapia de Landy, que estaban por llegar a su fin.

Brian Wilson - "Heroes and villains": el genio se salió con la suya

El amor y la sonrisa

En 1988, en pleno auge de sus Landydependencia Brian andaba en busca de un Cadillac y en la agencia de autos lo atendió Melinda Ledbetter. El amor a primera vista no fue posible, pero la mujer era el elemento externo necesario para terminar con el control del psiquiatra. Hizo una primera presentación ante la ley, pero no se podía hacer nada hasta que no intervinieran los familiares. Fue la semilla para la liberación física y mental que empezó a tomar forma en 1991, cuando una orden de restricción cayó sobre el psiquiatra y se le prohibió acercarse al paciente.

En los últimos treinta años, Brian se activó y se dispuso a recuperar el tiempo perdido. Libró batallas legales contra propios y ajenos, volvió a los conciertos en vivo con su banda y en solitario y se enfrentó con los demonios del pasado para entregar su propia versión de SMiLE. Y a esa altura, no importaba si era mejor o peor que Los Beatles: “Fue mi mujer quien me motivó a retomar el proyecto. Me dijo que el mundo estaba ahora dispuesto a sonreír. Estoy de acuerdo con ella”.

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Brian Wilson y el piano, un amor a prueba del tiempo (Getty Images)

Brian Wilson celebra sus 79 años en plena actividad, cosechando los elogios propios y extraños por sus grandes canciones. Entre tantas, las de un hombre nacido en Liverpool dos días antes que él, que suele deshacerse en elogios con algunas de sus creaciones. Se le atribuye haber dicho que “God only knows” es la mejor canción jamás escrita, o que al menos, rankea alto en su top ten. Y que Pet sounds fue el empujón necesario para crear Sgt. Pepper: “John, escuchá esto. Tenemos que hacer algo mejor”, le dijo Paul McCartney a su compadre Lennon luego de escuchar el disco verde de los Beach Boys. Cuánto afectaron estos elogios a su castigada psiquis probablemente ni él propio Brian lo sepa. Lo seguro, es que hace justicia con una de las mentes más brillantes y problemáticas de la cultura rock.

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