Dos rayitas fue el resultado del test casero de embarazo al que se sometió en marzo Magalí Mora. Para ese entonces estaba separada desde hacía un año de quien era el padre del bebé, Agustín. Sin embargo, seguían viéndose todas las semanas: ella sentía que lo seguía amando. Pero al contarle la noticia, la relación terminó de romper por completo. Magalí cree que fue entonces cuando se corrió el velo: “Él me dijo que me quedara sola y mis (ex) suegros me ofrecieron una casa para que abortara”, le dice a Teleshow.
“Cuando me enteré que estaba embarazada, estaba peleada con él: hacía unos días días habíamos discutido porque no fui a su cumpleaños, cansada de sus maltratos, y él creía que había ido de joda. Hasta pidió las cámaras de seguridad para saber si había salido”, cuenta la actual participante del ciclo El club de las divorciadas sobre el momento en el que se hizo el test. Y al ver el resultado positivo… “Me puse a llorar. Llegué a pensar en abortar, porque no sabía qué hacer con este hijo… si tener esté hijo. Lo pensé por mí, como mujer, por él, por la familia (de él). Pero cuando me hice la ecografía y escuché su corazón latir, dije: ‘Lo tengo que tener’”.
—¿Qué era lo que antes te hacía dudar sobre continuar con el embarazo?
—Mi duda era por su manipulación. Me decía que si yo lo amaba tenía que abortar y jugármela por él. Después pensé que si lo hacía, iba a estar haciendo algo que no quiero y que iba a ser infeliz. Vengo de un año muy heavy: sigo sufriendo por la muerte de mi viejo. Si lo hacía, iba a llegar a un pozo depresivo al que no quiero llegar. Voy a tener a mi beba y voy a ir contra todo.
—¿Cómo te sentís hoy con tu embarazo?
—Hoy puedo decir que con el bebé (una nena, que aún no sabe cómo se llamará) soy la persona más feliz del mundo: sus pataditas, en la eco veo sus manitos, me voy con una lágrima de felicidad. Dentro de cuatro meses todo va a valer más la pena, y la mejor decisión que pude haber tomado es tener a mi bebé.
—Cuando le contaste que estabas embarazada, ¿imaginaste que tu ex pareja te pediría que no lo tuvieras?
—No, porque me decía que quería una familia, pensé que sería el primer shock el pensar: “No sé qué hacer”. No voy a ser hipócrita: si no estuviera embarazada estaría con él porque lo amaba, soporté todo. Hoy, ni loca vuelvo. Me fortalecí: que me dejara sola me hizo ver todo lo que me hizo y me generó una coraza para sacarme la venda y decir “esto no era amor”.
—¿Estaban buscando un hijo? ¿Se cuidaban?
—Yo no estaba tomando pastillas, las tuve que dejar diez días por un tema hormonal. Él sabía, nunca le mentí: dice que yo le fallé porque le prometí que si quedaba embarazada abortaba, que se lo dije, pero cuando escuché los latidos se me cambió todo.
—¿Qué pasó después de que le dijiste que estabas embarazada?
—Me dijo que me quedara sola y me di cuenta que no. No tuve más diálogo, no me respondió, y pedí ayuda a su familia. Lo más tormentoso fue de parte de mis (ex) suegros: él (por el padre de su ex pareja) es misógino y maltratador. Me ofrecieron una casa para que yo abortara y que respetara la decisión de su hijo: me dijeron que si él no quería ser padre, que lo respetara. Que si entraba en razón, contaba con el apoyo de ellos y que nos compraban una casa para que viviéramos juntos.
—¿Ya habías tenido episodios de este tipo con la familia de tu ex?
—Sí. El quiebre fue en un viaje a Miami al que fuimos los cuatro. Yo estaba hablando por teléfono con mi mamá de un tema muy importante y él (su ex pareja) venía atrás y me escuchaba. Yo le dije que esperara: “Pará, no podés ser tan pelotudo”, le dije. Mi suegro se dio vuelta y me dijo que no le podía hablar así a un hombre, y a él le dijo que no podía dejar que le faltaran el respeto. Me agarraron entre los tres y terminé pidiendo perdón. A partir de ese día me acribillan, me hicieron la cruz. El padre me dice que yo iba a ser una mujer golpeada porque ningún hombre iba a dejar que le hablara de esa manera, y mi suegra asentía. Me cerraron las puertas de la casa, al tiempo, a los seis o siete meses me separo.
—¿Tu ex fue violento con vos?
—Él era similar al padre: me humillaba, decía que era una puta, que nadie iba a querer en serio, que todo el país me vio desnuda, me cuestionaba la ropa, las fotos que subía. Ya separados, me puso como condición para volver que cambiara el número de teléfono y que cerrara Instagram. Yo lo hice. Me ahorcó dos veces, nunca hice denuncia porque estaba enamorada. Me agredía y yo era: “Agus, por favor...”, y terminaba siendo yo la culpable. Me manipulaba.
—¿Cuándo fue la última vez que hablaste con él?
—Me volvió a hablar hace diez días. Le llegó mi carta documento intimándolo, la cual responde diciendo que no era el padre, que no quería hacerse cargo. A los tres días se comunica por WhastApp diciendo que le gustaría hablar conmigo, “sin gilada ni abogados”. Le dije que no, que tenía una (restricción) perimetral que él me puso. No quise juntarme a hablar porque le tengo miedo. Mi abogado ahora está haciendo la demanda por la cuota alimentaria y expondrá las capturas de pantalla con las conversaciones que conté. Si no quiere hacerse cargo desde lo afectivo que se haga cargo desde lo económico. Me da terror que (mi hija) tenga contacto con la familia, no tanto con él... Ya lo justifico pero él: es una víctima del padre y cómo fue criado por esa persona. Yo tengo derecho como mujer embarazada para reclamar una cuota; la filiación es más adelante, con un ADN. La obra social me pidió 51 mil pesos de retroactivo por el plan maternal; necesito la plata.
—¿Te preocupa que tu hija no tenga vínculo con su padre?
—Si él no la quiere ver será su problema. A mi hija no le va a faltar nada de amor: el mío, el de mi mamá, que está embobada con su primera nieta, mi amiga que es madrina, mi hermano el padrino. El que se lo pierde es él: tendrá que rendirle cuentas a mi hija. Sino, le rendirá cuentas a Dios. Este bebé es un milagro: no me quiero imaginar cuando la tenga en brazos. Tuve la esperanza de que (los padres de su ex) cambiaran de parecer, pero realmente con la actitud de esta familia no creo. Si pasa, quiero lo mejor para mi hija, si ellos van a ser buenos con ella más que encantada de que se conozcan. Quiero que ella sea feliz.
—¿Cómo estás ahora?
—Gracias a Dios, tranquila. Estoy en la semana 21, con fecha de parto para el 20 de octubre. Mi mamá me acompañará en la sala. Hace tres meses estaba desbordada, lloraba, gritaba y me preguntaba por qué. No podía comprender la maldad del padre. Es doloroso pero hoy estoy bien. Soy fuerte. Y sentir las pataditas (de la beba) me saca una sonrisa.
Si sufrís violencia de género o conocés a alguna víctima, llamá al 144: es gratis y atiende las 24 horas.
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