La información oficial sobre la salud de Susana Giménez que llega a los medios corre por cuenta de Dolores Mayol. Frente a la falta de la entrega de partes médicos por parte de las autoridades del Sanatorio Cantegril, de Punta del Este, y ante el hermetismo de su familia, es su asistente personal quien día a día aporte precisiones sobre la diva, quien se encuentra internada desde el jueves de la semana pasada.
Justo la noche anterior a ingresar al hospital Susana le había enviado un audio a Luis Novaresio para confirmar el rumor que circulaba por entonces: había contraído coronavirus. “Tengo un dolor de cuerpo horrible. No puedo hablar”, se la escuchaba decir a la diva. Al día siguiente los médicos diagnosticaron una neumonía leve y recomendaron su internación.
Desde entonces su familia cerró filas: apenas un mensaje en redes de su hermano, Patricio Giménez, buscando aportar tranquilidad, y nada más, mientras Susana -alojada en una habitación del cuarto piso del Cantegril- debía recibir oxígeno a través de una mascarilla. Si bien no levantaba fiebre, una tos persistente preocupaba a los médicos, quienes debían postergar el alta prevista para ese mismo fin de semana. El lunes su estado evidenció una desmejoría: la conductora tuvo que ser trasladada a terapia intermedia -el paso previo a la intensiva- para “estabilizar el oxígeno”, según palabras de Mayol.
La hija de la diva, Mercedes Mecha Sarrabayrouse, también cursa la enfermedad, aunque en su caso no fue necesaria una hospitalización: cumple con su aislamiento -para evitar la propagación del virus- en La Mary, la chacra esteña de su mamá. Y sigue en todo momento, aún a la distancia, la evolución de Susana, con quien se comunica a diario.
Si bien evita tomar contacto con la prensa -función que cumple Mayol-, Mercedes mantiene al tanto a sus famliares y amigos sobre la salud de la conductora, de 77 años. De acuerdo a lo que pudo saber Teleshow, la mamá de Lucía Celasco comunica por estas horas una buena noticia: “está saturando mejor”, destaca, en referencia a la principal preocupación de los médicos, esto es, la cantidad de oxígeno en sangre. No obstante -y como la propia Susana le adelantara a Novaresio en el audio-, “se agita mucho al hablar”.
El fin de semana -lo dicho- los profesionales habían evaluado el alta, para que Giménez continuara su recuperación en La Mary. Esto fue descartado por la tos, que todavía molesta a la diva. Incluso, alejándose de esa posibilidad, la trasladaron a terapia intermedia. Es por eso que Mecha opta por la prudencia al especular con su salida del Cantegril, aun cuando dice que su madre sigue “estable”, respondiendo de buena manera al tratamiento indicado por los médicos. “Tiene para varios días más”, contesta su hija cuando la consultan sobre una fecha tentativa para recibir el alta.
Susana Giménez comenzó a experimentar síntomas compatibles con COVID-19 justo después de aplicarse la segunda dosis de la vacuna de Pfizer, cuya aplicación habría adelantado por motivos que se desconocen: estaba previsto que la recibiera a fines de junio, pero pidió expresamente que fuera antes. Así fue como la inocularon el viernes 4 de junio en el Campus de Maldonado, en Uruguay. Ese mismo sábado empezaron los malestares.
Ayer, a cinco de su internación, Susana mostró una mejoría. Y hoy, el panorama también acerca aspectos positivos. “Durmió toda la noche, descansó bien y está de buen ánimo -anunció este miércoles Dolores Mayol-. Los parámetros de oxigenación se mantienen estables con el tratamiento instaurado y los marcadores inflamatorios en descenso”. Y sumando las palabras de Mercedes, será cuestión de esperar su evolución esta semana para volver a pensar en el alta. Esta vez, definitivamente.
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