El estado de salud de Susana Giménez aportó dos buenas noticias en la mañana de este lunes: la diva no presentaba fiebre y se encontraba de “buen ánimo”, aunque continuaba asistida por oxígeno -suministrado a través de una mascarilla- debido a que todavía “no satura del todo bien”. Además, la tos que la aqueja desde hace unos días aún la tenía “molesta”. Así lo informaba la secretaria privada de la conductora, Dolores Mayol, en diálogo con Teleshow.
A primera hora de la tarde el panorama se modificó sensiblemente. Los médicos que la asisten en el Sanatorio Cantegril, de Punta del Este, donde fue internada el jueves por la noche debido a una complicación en su cuadro de coronavirus -una neumonía leve-, determinaron que Susana deje la sala común del cuarto piso que ocupaba para pasar a una terapia intermedia, una instancia anterior a la terapia intensiva.
“El cambio es parte del tratamiento para estabilizar el oxígeno que, ya dijimos, se estaba teniendo que compensar -amplió Mayol-. Hasta ahora, todo lo que se está haciendo se ubica dentro del cuadro esperable de la enfermedad”.
El fin de semana los doctores habían evaluado la posibilidad de otorgarle el alta, lo que incluso había sido informado en el parte médico difundido el sábado. Pero la tos persistente hizo cambiar de idea.
Los profesionales de la clínica esteña aseguraron este domingo que Giménez respondía “bien al tratamiento” y se hallaba “estable”. Por eso habían considerado el regreso a su chacra -conocida como La Mary- para llevar adelante su recuperación de forma ambulatoria. “Susana pasó bien la noche (del sábado). Pudo descansar, está respondiendo muy bien al tratamiento. Se mantiene estable, sin fiebre, y los estudios dan todos normales”, había precisado Mayol, ante la agencia Télam.
Horas después, lo dicho, el cuadro cambió. Y el alta no solo deberá esperar, sino que la conductora tuvo que ser derivada a terapia intermedia. Como aspecto positivo los médicos remarcan que, hasta el momento, no hubo necesidad de que Susana, de 77 años, requiera de respiración asistida.
La conductora recibió en Uruguay las dos dosis de la vacuna Pfizer en el Campus de Maldonado. La primera, el 24 de mayo. La segunda, diez días atrás; si bien estaba prevista que se la dieran más adelante, la fecha se habría adelantado por un pedido expreso de Giménez, aunque esta versión nunca fue confirmada.
Luego de esta nueva inoculación Susana presentó síntomas compatibles con COVID-19, por lo que se realizó un hisopado que dio positivo. Su hija, Mercedes Mecha Sarrabayrouse, también contrajo el virus cuando, al igual que su madre, había sido vacunada en el país vecino. Del mismo modo, varias personas que trabajan en La Mary tienen coronavirus.
El miércoles, justo un día antes de que los médicos ordenaran su internación para un mayor control, Susana conversó con Luis Novaresio sobre su estado de salud. “Saturo muy bien de oxígeno, pero tengo un dolor de cuerpo horrible. No puedo hablar”, comentó. Fue la única vez que se manifestó al respecto.
Desde entonces, la familia adoptó un hermetismo -en un principio evitando, incluso, difundir los partes médicos- que fue interrumpido por el hermano de la diva, Patricio Giménez. “Entiendo que la gente quiere saber cómo está Susana. Le agradezco al periodismo la preocupación, pero pido por favor que no me llamen o me manden tantos mensajes. (Al teléfono) lo tengo que dejar abierto para los médicos, para mi familia”, dijo el cantante en un video que compartió en su cuenta de Instagram.
“Susana está bien -agregó-. Es normal que entre el día seis y el ocho sean los días donde la tos molesta más. Están haciendo los estudios que le tienen que hacer. Está súper cuidada, así que quédense tranquilos”.
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