Cada vez más relegado en gran parte de la grilla de la televisión abierta local, el humor fue encontrando espacios en otras plataformas. Aunque mantuvo su importancia en el teatro y el cine, se potenció especialmente en las redes sociales. Y si bien existen ciclos como Polémica en el bar, Bendita y ahora ShowMatch, que apuestan a la risa, un nuevo ciclo se sumará a la búsqueda del humor perdido: este domingo 30, a las 23, debutará De mil humores en la pantalla de El Nueve. Con la conducción de Claudio Villarruel, se trata de un programa que, justamente desde el humor, analizará la actualidad argentina.
“Mi vida siempre estuvo signada por el humor: en las relaciones con mis amigos, en las cosas que produje, en lo que fui creando... el humor siempre salía naturalmente. En mi familia somos todos cordobeses y el humor ahí está siempre. Es una decantación de la versión televisiva de Detrás de lo que vemos, programa que hacía con Bernarda Llorente en Crónica. Es una especie de continuidad”, le dijo Villarruel a Teleshow, en la previa del debut.
Este show humorístico se verá todos los domingos a la misma hora y la propuesta es “terminar el fin de semana con una sonrisa a partir de todo lo que nos pasa a los argentinos en la política, la televisión, el espectáculo, las redes sociales y el deporte”. Contará con la participación de los humoristas Sebastián Fernández, Pablo Picotto, Jimena Vallejos, Vale Valente y Tomas Quintín Palma.
“Sebastián Fernández viene laburando conmigo y Bernarda, es el humorista que nos acompaña en la radio hace ocho años. Sin él, no podría hacer el programa desde el humor. Pablo Picotto empezó hace tres en Crónica cuando hacíamos el programa; y a Tomás Quintín Palma lo conocí cuando estaba haciendo una película: vino a grabar una escena conmigo, a mi casa y pegamos re onda. Es un gran instagrammer, un tipo muy creativo. Valeria Valente es una genia, una gran actriz que creó un personaje que se llama ‘Fachima’, una mujer un poquito neonazi, pero divertida en como cuenta la realidad desde su punto de vista. La conocí haciendo zapping por las redes. Ximena Vallejos es una locutora muy capa con una capacidad de desarrollar el humor buenísima y que de a poquito va a ir metiendo personajes. La idea fue armar un equipo de distintas fuentes de humor y que se vaya amalgamando en el programa, vamos a ver si lo logramos”, define Villarruel sobre cada uno de los integrantes del staff de humoristas.
Respecto a su capacidad de conformar equipos, el conductor cuenta: “Mi analista me dice que soy un buen cazador de talentos: me gusta mucho descubrir, encontrar el talento en la gente que muchas veces no sabe que lo tiene. O lo tiene y nadie le dio la oportunidad”. Y acerca de la razón de ser del show, dice: “Siento que la risa cura, que es sanadora. Y si a través de nuestro profesionalismo en hacer humor, logramos despertar una sonrisa en el que está del otro lado, ya nuestro laburo adquiere mucho sentido. Estoy convencido de que el humor funciona y es la mejor medicina para momentos difíciles como este. Creo que una risa ayuda a pasar este momento. Y ese es nuestro objetivo como equipo”.
“El programa es el resultado de una búsqueda que emprendí desde que dejé la dirección artística de Telefe. Después de años de estar detrás de cámaras, produciendo o dirigiendo, me di cuenta que siempre tuve ganas de subirme al escenario y así comencé a conducir, primero en radio y después en la televisión. De mil humores es consecuencia natural de lo que siempre amé hacer, humor”, agrega el conductor.
¿Tiene límites el humor? Para Villarruel, sí: “El humor está en un proceso de cambio. Con toda la evolución de todos los derechos ganados por las mujeres, creo que hay un tipo de humor que incluso muchos hicieron e hicimos, ya no va más. Ya estamos como en un proceso de deconstrucción y creo que lo que realmente más va a tener que cambiar y lo que está cambiando, es el humor para tener una sociedad mejor. Creo que el humor está en un gran y hermoso momento de transición. Obviamente que el límite para mí, siempre, es el buen gusto”, dice.
Y amplía: “Este nuevo humor va a ir encontrando sus límites y aparte tiene que ver con los ámbitos: el humor de la tele tiene sus características, el humor en el teatro es mucho más jugado, más específico. En la tele, como es más mainstream, tenés que tener en cuenta que te puede estar viendo un pibe chiquito, la familia, la abuela... tenés que trabajar mucho más el mensaje a través del chiste o la situación humorística. El límite, en todos, creo que es el buen gusto: poder decir cosas duras, desde el humor negro, pero que haya un código entre la gente que recibe eso y la gente que lo genera”. También se anima a dar ejemplos de quiénes se destacan en eso: “El caso de (Diego) Capusotto para mí es el mejor ejemplo. Desde mi punto de vista y mi gusto, Pedro Saborido y Capusotto son los más grandes creadores de humor y los más talentosos que existieron en la Argentina, lejos. Porque tocan, desde un surrealismo, la realidad. Y la realidad hoy es un gran disparador de surrealismo”.
¿Por qué el humor perdió espacio en la televisión? ¿Faltan humoristas, falta público, falta alguien que se arriesgue a producirlo? “Falta gente con ganas de arriesgar, con ganas de marcar vanguardia, con ganas de invertir a riesgo, porque la tele es un evento a riesgo”, dice Villarruel. “Y a veces la televisión se queda estancada en formatos que funcionan y se han extendido en el tiempo. En la tele no hay humor porque hay que trabajar mucho, guionar mucho, corregir mucho. Es caro hacer humor. Porque el secreto del humor es lo que queda afuera, no lo que va al aire: es la posibilidad de poder peinar y sacar lo que uno no siente que está al 90 o al 100% de lo que se imaginó. Y eso es fundamental. Yo creo que la tele, si apuesta al humor, va a empezar a levantar su nivel. Y obviamente, si apuesta a la ficción, cuando se pueda grabar con todos los protocolos”, arriesga el productor.
Y para reafirmar su punto, argumenta: “No faltan humoristas ni público. Esencialmente, cualquier persona quiere divertirse y reírse, con el tipo de humor que le guste. Y hay muchos humoristas, lo que pasa es que a veces se acotan los espacios: muchos de ellos fueron a recalar, frente a la falta de posibilidad en medios masivos, en las redes. Que es la gran competencia de la tele. Yo creo que la tele tiene una gran oportunidad, una vez que pase la pandemia y que se pueda grabar, de reposicionarse. Porque la crisis de la tele no empezó con la pandemia: fue hace cinco años cuando aparecieron otras plataformas que le compitieron y le fueron sacando, primero, a los chicos y después a los jóvenes. Y, después, a los adultos hasta 30-35 años. Creo que la tele tiene un gran desafío y entre todos los que la hacemos lo vamos a poder sacar adelante si volvemos a arriesgar en contenidos”, cerró.
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