“Más de una vez entré al cuarto de mis viejos en algún hotel de México y me encontré con Micky acostado en la cama king size junto a mi papá y mi mamá, mirando una película. Era un divino en esa época”, cuenta Matías Mc Cluskey (56), el hijo mayor de Alex Mc Cluskey, el manager argentino de Luis Miguel y socio de Hugo López. Y con un dejo de tristeza lamenta que la historia que cuenta Luis Miguel, la serie, de Netflix, no muestre a su papá tal cual era. “Vi el primer capítulo y no quise saber más nada. Me indigné con la caracterización de mi viejo”, cuenta el productor musical que siguió el camino de su padre y también trabajó como productor general de Luis Miguel. “No hablo solo por lo que me contó mi papá: hablo porque lo viví”, agrega Mc Cluskey hijo.
“Mi viejo tenía perfil bajo, pero me podrían haber rastreado de antemano para preguntarme cómo era. Porque recién me buscaron para ver qué me había parecido la serie cuando ya había terminado la primera temporada”, detalla Matías. “Mis hijos –Gerónimo (25) y María (19)– sí la ven y algo me cuentan... Sé que es ficción, pero me duele que usen el nombre de mi papá para alguien que no tiene nada que ver con él”, asegura. Y con la única intención de que se sepa verdaderamente quién era su padre, Matías se sumerge en la charla con Teleshow y desliza: “Al menos podrían haber tenido la deferencia de hacerlo pelado”.
Nacido 19 de marzo de 1937, Alex Mc Cluskey conoció la fama en la década de 60. “Tenía un grupo con sus hermanos, Los Mac Ke Macs. Cantó con Louis Armstrong, Natalie Cole... Era el hermano mayor de Donald y fue su representante. Compuso ‘Siempre fuimos compañeros’ y ese tema nos da de comer hasta el día de hoy por SADAIC”, ríe Matías con nostalgia. “Pronto se convirtió en un productor musical de primer nivel, lo que hoy sería un Daniel Grinbank. Trajo a la Argentina a figuras como Raphael, Tom Jones, Gloria Gaynor y Frank Sinatra, con Palito Ortega. Fue el director artístico internacional de las cadenas Sheraton. Y en 1982, en plena una crisis económica, y después de declinar varias ofertas de trabajo en el Exterior, aceptó una oportunidad en México”, relata Matías, que en ese entonces tenía 17 años. Así fue como Alex, su mujer, Pinty Cassagne y los seis hijos del clan se mudaron a tierra azteca, dónde ya vivía Hugo López. Y fue justamente él quien en 1984 convenció a Alex de dejar las cadena Sheraton y asociase para manejar artistas.
“Hugo López y mi papá se habían conocido unos años antes en Argentina. Eran muy amigos porque mi papá lo había sacado de la cárcel una vez que Hugo quedó detenido injustamente, culpa de un estafador. Para mi era como un segundo padre”, rememora Matías sobre el manager argentino que con Mc Cluskey creó la productora Publishow Internacional. Empezaron manejando a Vicky Carr “una artista que venía de capa caída y que después de que mi viejo le dijo que tenía que cantar rancheras, ganó un primer Grammy y se convirtió en un éxito”.
La vorágine fue tal que la artista se tomó un año sabático y ese parate le vino bien a la dupla López – Mc Cluskey: Luis Miguel entró en escena. El Sol de México había cumplido 18 años y lo único que quería era emanciparse de su padre, Luisito Rey, después de descubrir sus manejos espurios y en deuda con el fisco. “Eligió a mi papá y a Hugo López porque eran un tándem bestial. Hugo era un genio de los números y los contratos. Se encargaba de comercialización. Mientras que mi papá, del booking y la venta. Teníamos que estar las 24 horas con Luis Miguel, a sol y sombra”, rememora Matías, que desde sus 18 años trabajó con su padre y cuenta que Marcos –el hermano que le sigue– también fue parte de la productora.
—¿Cómo era tu papá?
—Era un caballero en el vestir, el ser, el hablar. No nos dejaba decir ‘boludo’, ni jamás lo hubiera dicho. Tampoco fumaba, ni tomaba… Nada de eso. No era prepotente ni mafioso. Jamás le hubiera dicho a nadie: “Me voy a asegurar de que no trabajes nunca más en esta compañía”. Ese no era papá. No era un tipo ruin, ni capaz de amenazar a nadie. No sabés la cantidad de amigos y familiares que me llaman indignados por cómo lo muestran en la serie. A mi vieja tuvimos que sacarle Netflix porque lo que vio la deprimió mucho.
—¿Qué destacás del aporte de tu padre a la carrera musical de Luis Miguel?
—Tuvo la idea del disco de boleros. Originalmente, estaban fuera de programa. Micky, que era vanidoso, solo los cantaba para que las mujeres no griten sobre él y lo escuchen. Papá tuvo la iniciativa de que les dedicara un disco y el suceso fue impresionante. Se la jugaron por la música de viejos y Luis Miguel hizo un crossover de tres generaciones para arriba, para abajo, para el costado. Su primer disco de boleros vendió 9 millones de copias. Papá tenía una sensibilidad superior. Sabía lo que podía gustar y lo que no. Pero, además, fue como un papá postizo para él. Lo aconsejaba. Y también se comió sus puteadas. A veces discutían, pero papá le hablaba tranquilo en el asiento de algún avión y Micky entraba en razón. Lo humanizaba. Era un poco lo que en la serie muestran que hacía Hugo López.
—¿Qué recordás vos de tu trabajo como productor general de Luis Miguel?
—En 1994 hice su gira más grande de aquella época. Fueron 16 recitales en Argentina. Hicimos una cena show que en dos horas vendió 3 mil boletos a mil dólares cada uno. Pero en ese entonces el diablo metió la cola…
—¿Qué pasó?
—Hugo López había muerto el 30 de noviembre de 1993 y después de eso aparecieron tres o cuatro impresentables, gente nefasta… Había un hombre, que en la serie aparece mencionado como Patricio Robles, pero cuyo nombre real es otro, que nos hizo la vida imposible. Entonces, no sé porqué Micky ‘sintonizó radio mala onda’, le bajó la cortina a mi viejo, cerró la oficina en 1995 y no le habló mas. Todo terminó con un juicio muy grande, en el que la Justicia le dio la razón a mi viejo. Y es una lástima porque después de Segundo Romance Luis Miguel no tuvo más discos así de exitosos. Papá se quedó con proyectos divinos en el tintero.
—¿Cómo siguió la carrera de tu viejo?
—Después de eso entró en una depresión profunda. Lo llamaron para trabajar personajes como Enrique Iglesias, por ejemplo. Estuvimos con Cristian Castro durante varios años. Siempre desde México. Volvimos a la Argentina en 2005 y juntos pusimos una productora para buscar nuevos talentos. Algo que siempre habíamos querido hacer. Nos fue bien, pero al año mi papá se murió.
—¡¿Cómo?!
—Sí… en mis brazos. Fue el 23 de noviembre del 2006. Íbamos a cantar en familia al Club Americano. Estábamos probándonos las corbatas para salir, se desvaneció y le dio un infarto. Tenía 69 años y era un tipo sano que caminaba, no fumaba, ni tomaba. Teníamos muchos proyectos y era muy querido… Y por todo eso me parece tan importante contar quién fue realmente.
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