Tras casi dos meses Benjamín Vicuña regresó a Buenos Aires, pero la China Suárez se fue a Miami con sus hijos

El actor estuvo grabando una serie y se reencontró con sus hijos mayores. Aún no pudo ver a su mujer y a los pequeños Magnolia y Amancio, ya que acompañaron a su mamá en sus compromisos laborales

La China Suárez y Benjamín Vicuña

Eugenia la China Suárez y Benjamín Vicuña llevan más de un mes y medio distanciados, ya que en marzo el viajó a Chile para terminar una serie. Pareciera que el destino está esquivo con la pareja, ya que una vez que el pudo regresar al país, a pesar de que las fronteras están restringidas, la actriz viajó a Estados Unidos por un compromiso laboral.

De esta manera, el actor chileno que viajó a Santiago en marzo se reencontró en las últimas horas con sus hijos mayores, Bautista, Beltrán y Benicio, fruto de su relación con Pampita. Fue el mismo quien compartió una foto con los nenes en sus historias. Sin embargo, no pudo reencontrarse con sus hijos menores, Magnolia de tres años y Amancio, de nueve meses, ya que ellos viajaron con Suárez a Miami. La ex Casi Ángeles fue con ellos mientras Rufina, su hija fruto de su relación con Nicolás Cabré, se quedó con su papá.

Ella tenía que viajar hace unas semanas a Estados Unidos por trabajo, pero tras ser diagnosticada con COVID-19 tuvo que cancelar sus compromisos y aislarse en su casa hasta que finalmente le dieron el alta. Si bien tuvo algunos síntomas como dolor de cabeza o decaimiento, enseguida se pudo recuperar.

De esta manera, el reencuentro entre los protagonistas de Argentina, Tierra de Amor y Venganza tendrá que esperar. Durante la estadía de él en el vecino país, ella atravesó varios momentos, desde su cumpleaños y su cuadro de coronavirus, hasta la muerte de su amiga, Sofía Sarkany, quien una semana antes se había convertido en mamá gracias a una subrogación y que luchaba contra el cáncer desde el 2018.

Amancio en Miami
La China Suárez en las playas de Miami
Magnolia, la hija de la China Suárez y Benjamín Vicuña
La postal desde Miami de la China Suárez
La China Suárez y Amancio

Desde que llego a Miami la China compartió varias postales. “Parada técnica para fondearse una teta y seguir”, escribió en una historia desde su auto con Amancio, también subió historias de él en la playa y de Magnolia corriendo por un pasillo. Días antes, desde la playa subió una foto del mar y se la dedicó a su amiga Sarkany: Popi, un mes. Pareciera que paso muy rápido... pareciera a la vez que fue una eternidad. Cada instante te extrañamos más, tu sonrisa única, tu alegría de vivir y tu amor eterno por tu familia y amigos”.

Hace unas semanas, sin tener fecha de regreso a Buenos Aires, Vicuña había usado sus redes sociales para reflexionar sobre la incertidumbre que le generaba estar lejos de su casa y sobre la situación de los teatros en pandemia. “Para nadie es una novedad hablar sobre los tiempos desafiantes que vivimos. Tiempos comparados con guerras que al menos yo no viví. Para nadie es fácil manejar en medio de la niebla, muchas veces sin saber cuál es el camino. Qué difícil para la ciencia y para nosotros entender que el aire puede ser nuestro enemigo, un beso un kamikaze y la distancia con nuestros seres queridos, un salvavidas”, comienza junto a una foto de hace un tiempo, en la cual se lo ve sentado en la butaca de una sala vacía.

Luego, explicó su situación particular: “Como actor, cumplo con mi responsabilidad de terminar una serie nocturna en Chile desde el 6 de marzo, alejado de mi familia radicada en Buenos Aires, con fronteras cerradas que solo aceleran la ansiedad y con mis teatros sin poder abrir sus puertas hace ya más de un año”.

Aunque no dio detalles, al artista se le estaría haciendo difícil sostener el complejo Mori, que levantó en Santiago de Chile en sociedad con su colega Gonzalo Manguera Valenzuela y otro amigo de ambos, Cristóbal Vial. “Qué desolación ver como algo tan grande y noble como un centro cultural se cae a pedazos en medio del desinterés. Nada de lo que menciono se compara al dolor de perder a alguien, eso es obvio, pero sí es un dolor progresivo y aparentemente invisible”.

“Los trabajadores de la cultura hoy son invisibles, como sus familias y necesidades. Cuánto dolor e incertidumbre caminar por las sombras de lo no esencial. Este texto seguramente no es esencial ni relevante, pero sí un grito desde lo más profundo de un hombre que improvisa y extraña en tiempos violentos”, cerró.

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