Son días sensibles para Mirtha Legrand. Cargados de hondo pesar, de recuerdos transcurridos con personas amadas. Este sábado se cumplirá un año desde la muerte de su hermana, Goldy Legrand, a quien dejó de ver algunos días antes de su partida. La cuarenta estricta que se estableció el 20 de marzo de 2020, para enfrentar el coronavirus, hizo que las hermanas dejaran de frecuentarse, aunque no, de perder el contacto diario, obligadas por entonces a que fuera telefónico.
En la víspera del aniversario de su fallecimiento, Chiquita reveló de qué manera se enteró de la noticia que no hubiera querido escuchar jamás. “Sé lo que es la vida pero no puedo olvidar a Marcela (Tinayre, su hija) en mi cuarto, acompañada por Nacho y Juana (Viale, sus nietos), entrando y diciendo: ‘Mamá, se murió tía Goldy’. Creí morir”, recordó, en diálogo con LAM.
Al día siguiente, los restos de su hermana -con quien transitó sus primeros pasos en la pantalla grande- encontraron sagrada sepultura en un cementerio privado de Pilar. Mirtha no pudo acercarse para brindar su último adiós: lo hizo a través de una videollamada por celular. Los protocolos vigentes impedían que los entierros fueran presenciales. Tampoco hubo velatorio.
Este domingo otra destacada figura del cine nacional tendrá su paso a la eternidad. Será en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita, en horas del mediodía. Y como sucedió con su adorada hermana, Mirtha tampoco podrá despedir a una amiga: se trata de Libertad Leblanc.
La actriz, figura destacada del séptimo arte en los 60 y 70, murió en la noche del jueves en su departamento de Palermo. En el último tiempo enfrentaba un cuadro de salud muy delicado, con complicaciones cardíacas y renales, una neumonía que había provocado su internación en marzo, y un Alzheimer que cada vez se hacía sentir más. Tenía 83 años. Y su hija -la kinesióloga Leonor Barujel-Vichich- le había armado en su casa todo lo necesario para una internación domiciliaria.
Mirtha la recordó en su cuenta de Twitter, con una foto de archivo en donde se las observa espléndidas junto a Olga Zubarry en un hotel de Venezuela, en la edición de un festival de cine internacional. “QEPD, querida Libertad Leblanc”, escribió la diva, al pie de la imagen.
En sus años de esplendor profesional, Leblanc tuvo una rival en la cartelera: Isabel la Coca Sarli. Con estilos similares pero looks disímiles (eran la rubia y la morocha), en enfrentamiento estuvo un tanto fogoneada por la prensa, pero también alimentado por la propia Libertad.
En cierta ocasión, cuando fue a Venezuela a presentar La flor de Irupé (de 1962, en la que hacía un desnudo), la película fue promocionada con un afiche en el cual se leía: “Libertad Leblanc, la rival de Isabel Sarli”. La Coca nada dijo, pero el director Armando Bo sí. “Te apoyaste en el éxito de Isabel”, increpó a Leblanc, quien todavía buscaba abrirse paso en el medio. “Sí”, reconoció la actriz, y se sinceró: “No tenía dinero”. Pero fiel a su osadía, fue más allá: “¡Todavía que le hago publicidad gratis te quejás!”.
Los años pasaron, Libertad e Isabel siguieron enemistadas, hasta que Mirtha las invitó a uno de sus clásicos almuerzos. Y en la pantalla de Canal 9, firmaron la paz. “Las quería juntar... porque no era tan fácil”, explicó Chiquita, dando lugar a un diálogo entre las tres cargado de complicidad, anécdotas y buenos recuerdos. “¿Se siguen sintiendo sex symbol?”, preguntó la conductora. “Yo no me siento, ¡yo soy! Aparte, los hombres me siguen mucho”, respondió Leblanc. “Los años pasan...”, bajó la mirada Sarli, y agregó: “Siempre fuimos distintas”.
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