“Ya estoy en casa. Estuve internado y bastante jodido”, le cuenta Gonzalito Rodríguez a Teleshow un par de días después de dejar el Sanatorio Agote dónde estuvo internado 20 días. “Me la pegué contra una pared a doscientos kilómetros por hora”, resume el histórico notero de CQC en clave de metáfora para contar cómo atravesó el cuadro de coronavirus que aún hoy lo tiene con neumonía y recuperándose en su casa.
“Pasé casi tres semanas internado. No llegaron a entubarme, pero estuve con bigotera todo el tiempo. Te la meten hasta el fondo y te quema la nariz. Sí me pusieron una máscara con oxigeno. Pasé varios días mirando el dedito para ver cuánto saturaba. Me sacaban el oxígeno y me bajaba a fondo. Pasé mucho miedo”, cuenta Gonzalito, quien a causa del contagio tuvo que hacer una pausa en Tardes Bestiales, de 16 a 19, por la Rock & Pop, 95.9.
“Es un bicho de mierda... Rarísimo. En la radio varios lo tuvieron pero a ninguno le pegó como me pegó a mi. Desde que me contagié hasta que empecé con síntomas pasó una semana. Ya pasaron unos días desde que salí del sanatorio y todavía me siento más o menos. Estoy al 60 por ciento. Sigo con neumonía”, revela y destaca el trabajo de los profesionales del Sanatorio Agote. “Me trataron bárbaro. Son un muy buen equipo. Y están con la terapia a full, sin más camas. Estaban esperando que yo me fuera, para armar un nuevo sector de terapia”, asegura. Y antes de despedirse, reflexiona: “El virus no pudo conmigo. Me quiso llevar, pero acá estoy. Me faltaba una bocha para vivir. Ahora hay que arrancar de nuevo”.
Periodista de gran experiencia, alguna vez repasó en charla con Teleshow: “Hice a Fidel, a Bush, a Chávez, hice como los referentes mundiales más grosos. Hice a Rodrigo Rato, cuando era el presidente del FMI. Me tocó llegar a gente importante, a decir lo que yo quería decir. Siempre corriendo, pasando por la traba de una puerta, saltando una valla. Hice mundiales, hice juegos olímpicos. No sé qué nota me faltó hacer...”
Además en aquella oportunidad agregó: “Por el periodismo social, en donde te das cuenta que todo el tiempo, en Argentina particularmente, falta que se hagan cosas. Siempre hay algo que está mal”. Y dijo: “Aprendí a hacer esto, me gusta. Es una carga negativa a veces. Pero llegás a tu casa y empezás a valorar un montón de cosas que por ahí no valorabas o a las cuales no les das importancia. Hay gente que no va al conurbano todos los días y pisa este pozo de mierda cada tres minutos. Hay gente que se va a la India por una cuestión de mística, para ver la pobreza y no es necesario. Está lleno acá. Hacés 40 minutos y es lo mismo. Tuve la suerte de ir a la India, tuve la suerte de ir a Dubai, a Japón, a China. Por eso insisto, no me la contó nadie. Me la contó la gente. Y de alguna manera te da como una capacidad de pensamiento distinta, porque la viste, la viviste, y la oliste”.
Comprometido con realidades bien diversas, apunto: “Muchas veces he dicho: “¿Es necesario que venga un pibe con una cámara de tele para que esto se solucione?” No estamos hablando de millones de dólares. Estamos hablando de gestión, han habido casos con obras sociales, con prepagas, con privadas, con públicas... hasta conseguir medicamentos, simplemente era levantar un teléfono y decir: “Che, ¿le habilitan a esta piba que se está por morir la prestación que están obligados a darle?” Te da indignación. Porque algunas cuestiones son tomadas como números y no se dan cuenta que hay una vida, no solamente de una persona, sino de toda una familia, de amigos. Es triste de verdad. Cuando llegás a tu casa decís: “Bueno, a ver ¿resolviste el problema? Sí. Ahora, ¿hay muchos más? También”. Entonces te quedás corto”.
SEGUIR LEYENDO: