“Hice la cuenta y daba 36… ¡por eso los 36!”, le dice Fidel Nadal a Teleshow como quien cuenta una obviedad. Es que llama la atención el anuncio de su inminente disco: El Negro Sigue en Guerra (36 Años de Música) es el título en el que está trabajando. Junto a una colección de invitados -que va desde Pablo Lescano hasta el Instituto Mexicano del Sonido, pasando por Los Auténticos Decadentes, Los Ángeles Azules y Santa Fe Klan- entregará nuevas versiones de canciones ya conocidas. Este tipo de celebraciones suelen coincidir con aniversarios redondos o, al menos, terminados en cinco. Pero Fidel decidió romper con esta regla tácita.
“Nunca hubiera pensado en hacer un disco aniversario de mi carrera. Yo siempre pensé en ‘Voy para adelante, hay que sacar otro disco, otro disco, otro disco… ¿qué me voy a poner a contar cuántos discos, a contar cuántos años? Las bodas de plata… ¡Pará! ¡No! Hay que seguir’. Esto es seguir, seguir, seguir, seguir hasta el fin”, cuenta. Sin embargo, lo convencieron de hacerlo “partiendo de la base de que no importara el género, sin pensar en quién es el artista, quién soy yo, cómo fue la historia de la canción anteriormente ni tener que apegarse al sonido, o usar la misma música. No. Grabar de nuevo, con una vibración fresca, nueva, sobre esa canción que fue un éxito o bastante conocida”.
Recientemente soltó el primer adelanto del álbum: con Los Caligaris montó una fiesta cuartetera sobre “Te robaste mi corazón”, uno de sus más grandes éxitos como solista. “Me mandaron el audio: ‘Acá está la canción para que vos le metas la voz’, porque yo estaba en México y ellos en Córdoba. Entonces, pongo y sale (tararea la música). Y yo dijé ‘¡Sííííí!’. Empecé a hacer así, ¿entendés?”, recuerda Fidel, mientras salta con entusiasmo sobre el motivo principal del tema.
“‘Te robaste...’ es un tema reggae más lento, que tiene mucha cadencia y la letra es un poco de desazón, medio dramática, triste, compungida. Y cuando escuché eso, que era nada más que una fiesta, me encantó, enloquecí”, asegura y cree que esta versión le disiparon los reparos que sintió, en primera instancia, con la propuesta: “Me olvidé de todo y me metí de lleno en el disco aniversario. Para mí, fue distinto hacerlo desde ese lugar”.
El trabajo cuenta con la producción de Martín Moska Lorenzo -percusionista y productor de Los Auténticos Decadentes- y Camilo Lara -factótum del Instituto Mexicano de Sonido, uno de los proyectos más vitales del país del norte, que cruza electrónica con música autóctona-. Si bien Fidel pensaba en reversionar solamente canciones de su etapa solista, también habrá lugar para Todos Tus Muertos y Lumumba, sus bandas anteriores. “Por lo menos un tema de cada uno va a haber”, promete.
El desprejuicio que Fidel propone a la hora de combinar estilos y géneros en este futuro álbum, es congruente con el devenir de su carrera musical. “En los años 80s, en los conciertos de TTM en el Parakultural, cuando tocábamos un reggae los punkies me ponían caras de desagrado. Yo preguntaba: ‘¿Por qué no les gusta?’. ‘Porque es música comercial’, me decían (se ríe). Y yo decía: ‘Nooo… es social, de crítica, de revolución’. Pero yo veía que no les gustaba. En ese momento, los géneros eran puntillosos: si vos llegabas a ser descubierto escuchando otro género, ya no eras el mismo”, recuerda. Y razona en voz alta: “Veo que muchas veces hice cosas que podían ser imposibles o que a nadie le gustaba, pero lo hice igual… y el tiempo me dio la razón. La gente lo terminó aceptando”.
Dos pequeñas muestras de estos volantazos que su público terminó entendiendo a posteriori: su retroalimentación con Manu Chao y Mano Negra en el momento más alto de TTM; y su unión con Pablo Lescano, en los albores de su carrera solista.
“Yo vivía con Sergio Rotman, uno de los fundadores de Los Fabulosos Cadillacs. Él tenía sus discos y yo los míos. Sergio se había ido de vacaciones y yo ya estaba aburrido de escuchar siempre mis discos. Entonces fui a su habitación a ver qué podía encontrar: ‘The Gun Club… nah. The Pogues… nah. Mano Negra… ja, el nombre, Mano Negra. ¿Qué es? No lo conozco. Deben ser españoles, debe ser una cagada esto. Puta’s Fever... este Sergio escuchando siempre cosas raras’, dije. Pero ya hubo un interés. Subí a mi habitación, puse el casette… y lo saqué una semana después. No quería escuchar otra cosa. Terminaba y lo daba vuelta. Y lo daba vuelta. Y lo daba vuelta. Me despertaba y lo ponía”, recuerda Nadal de la epifanía que tuvo a comienzos de 1992 con el segundo álbum de Mano Negra.
“Fue como sentir que alguien me estaba leyendo la mente y las cosas que yo no hacía y no podía hacer, estaban hechas ahí. Había un tema medio ska, otro con trompeta, otro medio gitanos, después venía un hip hop tipo Run-DMC, después uno medio punk, ¡era una locura! Sergio todavía no había vuelto y yo ya pensaba: ‘Se lo robo, esto no lo quiero dejar de escuchar’”, ilustra. Casualmente, los Mano Negra estaban en Buenos Aires para tocar en Obras Sanitarias y Fidel se les pegó hasta casi el final del grupo: fue parte de su formación y grabó en el icónico Casa Babylon. También convidó a Manu Chao a participar de Dale Aborigen, el disco más logrado de Todos Tus Muertos. Fidel considera que este fue “un momento muy importante, de quiebre en mi carrera”.
Después de la disolución de TTM, Nadal encaró su carrera solista desde una óptica más política, con textos “muy culturales, Selassie I, África, repatriación, Marcus Garvey...”, con música más volcada hacia el dancehall y el ska. Hasta que escuchó que alguien cerca suyo habló de la “cumbia villera y Damas Gratis. Y los empecé a buscar porque me volví loco con el nombre y con que existiera un género que se llamara así. El destino nos unió, porque yo lo estaba buscando sin saber que él también me estaba buscando. Esa mezcla tenía que suceder”, recuerda Fidel. “El primer día que quedamos en grabar en mi estudio, me falló, no pudo venir. Pero al otro día cayó en un Mitsubishi rojo, una nave impresionante. La puerta de atrás estaba abierta y de espaldas había un chabón en equipo de gimnasia y pelo largo, haciendo fuerza para sacar cosas. Se da vuelta y me dice: (lo imita) ‘Guacho, ayudame’. Tenía tres teclados gigantes, pesadísimos. Y me dice: (vuelve a imitarlo) ‘Como no sabía que sonido querías, traje todos los teclados’. Y así grabamos ‘Vamos a robar’, año 2001″, cuenta.
“La cumbia era tabú: cualquier estilo de música que hicieras, despreciabas la cumbia. Cuando salió el tema, nadie me lo decía en la cara, pero yo en los pasillos escuchaba: ‘¿Viste lo que hizo Fidel? Cualquier cosa, vendió el reggae’. Lo decían los mismos que ahora hacen así (hizo una reverencia) y si los llega a llamar Pablito, salen descalzos corriendo”, dice.
—¿Por qué creés que ese sectarismo en la música comenzó a disolverse?
—Creo que las personas fueron aceptando de que le gustaban canciones de otros géneros, entonces fueron acercándose. Dejaron de rechazarlos. Y, después, aceptaron que algunas canciones de acá o de allá, le gustaban. Antes, si vos eras tal cosa, te podía gustar tal y tal género, pero tal y tal otro, no. Y uno se quería pegar a su tribu. Si bien uno siempre va a tener un estilo preferido, a todo el mundo le gustan canciones de cualquier género.
—En el título del disco volvés a poner sobre el tapete tu negritud y a pensarte en pie de guerra desde ese aspecto. ¿Qué significa?
—Este es un país racista: en la escuela, el único negro era yo. Imaginate todas las desventajas que significa eso y con lo que te encontrás en comparación con una persona blanca. Todo el mundo en su vida tiene obstáculos, pero en mi caso le tenés que poner el plus de ser negro. Creo que está bien el título. Y si bien estamos haciendo un aniversario musical, implica una gran lucha.
—Y por lo que venís contando, en el aspecto musical también se te presenta una lucha, ¿no?
—¡Sí! ¡Siempre! En los 80s, la combinación con el reggae no la quería nadie; ahora a todos le encanta. En los 90s, Dale Aborigen también tuvo sus cuestionamientos de parte de los puristas, los que decían: “Ahora es mucho ragga, mucho reggae, mucho rasta, no suena igual que antes”. Cuando empezamos con Lumumba, con el soundsystem, había gente que decía: “Esto es un robo, no hay una banda tocando atrás”. Cuando me largué solista, con letras rastas, algunos decían: “Uh, se volvió loco, ¿qué hace?”. Sí, quizás hubo una lucha... La vida es una guerra, la verdad.
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