La noche sin glamour y el efectivo truco para vender entradas en Chascomús de Gustavo Garzón

En diálogo con Adrián Korol, el actor contó dos anécdotas tan divertidas como imperdibles que vivió en la tierra de Alfonsín

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Gustavo Garzón y dos anécdotas en Chascomús

Gustavo Garzón es de esos actores que cuando habla siempre tiene algo que decir. Con un camino laboral que comenzó en los 80 fue parte de películas como “Despabílate amor”, “Roma” y “El ciudadano ilustre”. En la televisión empezó en “Aprender a vivir” allá por el año 1982 e integró programas que marcaron rumbo y época como “Los machos”, “Alta comedia”, “Todos contra Juan” y más acá “Historia de un clan” y “El Marginal”.

En tiempos de pandemia, el actor -como la mayoría- busca cómo mantenerse activo y sobre todo evitar que el pesimismo lo gane. Hoy vivió un día particular de optimismo porque recibió la vacuna contra el coronavirus según le contó a Adrián Korol en La bestia pop (92.5; Pop Chascomús). Con la compañía de sus hijos, Juan y Mariano, compartió que está dirigiendo a un grupo de actores por zoom, formato que no lo convence pero que es el único recurso con el que se cuenta en tiempos de aislamiento. “Zoom, paredón y después”, acotó el conductor de La bestia demostrando que sus reflejos de Vergara que llenaba las paredes de grafittis siguen intactos.

Gustavo Garzón y sus hijos
Gustavo Garzón y sus hijos Juan y Mariano

Pero el momento más desopilante de la entrevista se dio cuando el actor compartió dos anécdotas que vivió en la ciudad de Alfonsín. Luego de afirmar que “Chascomús es la ciudad más linda de la provincia de Buenos Aires. Es la diferente, las demás son todas muy parecidas”, contó que hace un tiempo decidió ir a pasar un fin de semana con quien era su pareja.

“Llegamos y la ciudad estaba repleta. A la entrada vimos que se estaba jugando un partido de polo y como a mí todo lo que sea deporte me llama la atención, decidimos verlo. Mi novia no estaba convencida, pero yo insistí y nos quedamos”, empezó a narrar con picardía. “No teníamos alojamiento y en el medio del partido, un señor algo ‘cheto’ que nos reconoció, se puso a conversar con nosotros y nos ofreció conseguirnos alojamiento”. Garzón y su novia aceptaron contentos. Viendo el porte del hombre pensaron que sería un lugar hermoso y elegante. Pero los llevó a una pieza que no tenía ni siquiera puerta y estaba ubicada al fondo de un restaurant por lo que pasaron toda la noche oliendo milanesas y frituras. “No había ni siquiera una cortinita, nunca entendí por qué nos lo ofreció” reveló para rematar entre risas “para mí que se vengó por mi ideología”.

La segunda anécdota la protagonizó con Daniel Fanego, “mi compañero de giras teatrales”, con una obra llegaron a la ciudad. La representarían en ese mágico teatro que es el Brazzola. Pero la magia se rompió cuando se enteraron que habían vendido menos de 15 entradas.

“En la obra yo hablaba desde un supuesto balcón con un supuesto hijo que no existía” empezó Garzón y siguió “yo le decía ‘hola hijo, ya voy, ya voy’”. Ante la escasa venta de localidades, al actor se le ocurrió una idea. Organizó un casting donde convocaron a distintos chicos para que participaran en la obra. “Vinieron como 20 nenes, elegimos uno. Le expliqué que debía decir ‘Hola papá’ y que yo le respondería ‘ya voy’”. El objetivo no era el debut actoral del nene sino que a la obra asistiera toda la familia. “Con las familiares de público vendimos 10 entradas, más obviamente”, remató con sinceridad.

Divertido, Korol le aconsejó que la próxima, en vez de un chico, haga una escena con una familia numerosa “y venden cien entradas más”. Porque si el público no va a la obra, hay que lograr que la obra vaya al público o al menos los familiares.

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