La lengua, la bragueta, Andy Warhol, las canciones más lindas del mundo y una banda que estaba de luto, pero que no se había enterado. Sticky Fingers es el disco que los Rolling Stones eligieron para recuperarse de la muerte de Brian Jones, y lo hicieron con creces. Lograron un disco honesto, sensible, brutal. Mick Jagger, Keith Richards, Bill Wyman, Charly Watts y Mick Taylor consiguieron, también, juntar diez de las canciones que los iban a acompañar toda la vida.
En menos de una hora de música hay rock, blues y country, que atraviesan una decena de temas perfectos y diferentes entre sí. Brian Jones había muerto en junio de 1969 y para abril del 71 los demás se estaban despachando con esto. En el medio también habían superado la tragedia y el escándalo del festival Altamont Speedway, donde la banda misma había producido aquel evento enorme que concluyó mal. La seguridad estaba a cargo del grupo de motoqueros Hells Angels, quienes manejaron el asunto a las trompadas y terminaron matando a puñaladas a un joven afroamericano en un confuso episodio. La época de los pies descalzos y la inocencia habían terminado para los Stones, entraban en una nueva era un poco más oscura y madura. Esta transición queda plasmada en Sticky Fingers.
En cuanto al escenario administrativo, habían completado su contrato discográfico con Decca y empezaban a pensar en tener su propio sello, en alejarse de su ex manager Allen Klein, y en resolver sus problemas con el fisco en Gran Bretaña. Venían de Let It Bleed (1969), otro gran disco, y necesitaban mostrar algo más, algo mejor. Así fue como invirtieron un montón de dinero y trabajaron durante más de un año en la preproducción y su posterior grabación. Para esta tarea, confirmaron la presencia de Mick Taylor, que ya había empezado a colaborar un tiempo antes, y que les dio el equilibrio que necesitaban después de la muerte de Brian Jones.
Richards lo valoró enseguida y supo que Taylor era un gran activo para la banda. En su libro autobiográfico “Life”, el guitarrista escribió: “El hecho de que Mick Taylor estuviera en la banda en esa gira del 69 ciertamente selló a los Stones de nuevo. Así que hicimos Sticky Fingers con él. Y la música cambió casi inconscientemente. Escribes con Mick Taylor y tal vez sin darte cuenta, sabiendo que él puede pensar en algo diferente, terminas consiguiendo lo que él propone. Algunas de las composiciones de Sticky Fingers se basaban en el hecho de que sabía que Taylor iba a sacar algo grandioso, realmente he disfrutado hacerlo con él”.
Pocas personas han llegado a tener charlas tan profundas y sinceras con Mick Jagger como Jann Wenner, el cofundador de la revista Rolling Stone. Fue a Wenner a quien le blanqueó, en una serie de encuentros que tuvieron a mediados de la década del 90, cómo compuso “Brown Sugar”: “Escribí esa canción en Australia en medio de un campo. Eran circunstancias realmente extrañas. Estaba haciendo la película Ned Kelly, y mi mano se había dañado mucho en una secuencia de acción. Fui tan estúpido. Estaba tratando de rehabilitar mi mano mientras probaba un nuevo tipo de guitarra eléctrica, así fue como comencé a tocar y escribí esta melodía”.
En Sticky Fingers también hay lugar para la balada rockera y ahí llega “Wild Horses”, un temazo con melodía de Richards y letra de Jagger. “Dead Flowers” es lo más americano que se puede escuchar de estos británicos en un disco que ya de por sí no tiene nada de europeo. Las raíces del blues se mezclan con el folk una y otra vez sonando más cerca de los campos de algodón del estado de Mississippi que de la flemática Londres. “Me encanta la música country, pero me resulta muy difícil tomármela en serio. En cuanto a lo armónico es muy diferente al blues”, le dijo Mick a Wenner sobre “Dead Flowers”.
En esa misma entrevista, el stone también se animó a hablar de Marianne Faithfull y su relación con la autoría de “Sister Morphine”: “Escribió un par de líneas, aunque siempre dice que lo escribió todo. Ni siquiera puedo decirte cuáles. Ella siempre se queja de que no obtiene suficiente dinero con eso. Ahora dice que debería haberlo conseguido todo”. Después de ser bastante duro con quien fuera su pareja, Jagger aclaró que el tema “se trata de un hombre después de un accidente, no se trata tanto de ser adicto a la morfina”. “Brown Sugar” sí habla abiertamente de la heroína, así como también se refiere al sexo y a la esclavitud, un combo de temas fuertes para una melodía igual de shockeante.
El álbum de 10 temas incluye, además, “Sway”, “Can’t You Hear Me Knocking”, “”You Gotta Move”, “Bitch”, “I Got Blues” y “Moonlight Mile”.
Sticky Fingers se lanzó el 23 de abril de 1971 y fue un éxito inmediato: llegó al puesto número 1 en Europa y los Estados Unidos y logró llamar la atención no solo por la música, sino también por su arte. La tapa del disco no tenía la foto del grupo, tampoco la torta lisérgica del álbum anterior, sino que apuntaba directamente a los bajos instintos. La tapa de Sticky Fingers era el vivo retrato de una bragueta de varón, una entrepierna ajustada y sugerente. La idea fue del genial artista Andy Warhol que captó en una imagen el concepto de los Stones: eran una banda sexy.
El long play original se convirtió con los años en un objeto de culto, ya que incluía un cierre y una hebilla de cinturón que se abría de verdad. Debajo aparecían unos calzoncillos de algodón. Nunca se había visto algo así y este golpe de marketing sumado a la calidad musical logró que el lanzamiento se convirtiera en un suceso mundial. Cuando años más tarde le preguntaron a Jagger si el trasero que ilustraba la contratapa era suyo, solo respondió que no, era de un amigo de Warhol.
Algunos coleccionistas argentinos aseguran que, en nuestro país, el disco venía con una calcomanía de la marca de jeans Levi´s, como parte, quizá, de una campaña promocional. En países como España, por ejemplo, la portada original fue directamente censurada por el gobierno del dictador Francisco Franco. En lugar de la bragueta, en la tapa de la edición española de Sticky Fingers se puede ver una lata de la que salen dedos, diseñada por John Pasche junto con Phil Jude. Aunque a la imagen se le pueda atribuir el juego de palabras de los “dedos pegajosos”, causa cierta impresión si se tiene en cuenta el periodo por el que estaba pasando el país. Las muertes y las torturas fueron moneda corriente durante el franquismo, y dejaron un saldo de 140 mil víctimas, según las cifras que los historiadores de ese país barajaron en los últimos años.
El álbum también estrenó el logotipo de la lengua como parte de la presentación en sociedad de Rolling Stone Records. Los labios más famosos del mundo habían sido diseñados originalmente por John Pasche en 1970, después de que Jagger le sugiriera copiar la boca con la lengua afuera de la diosa hindú Kali. Por suerte, Pasche fue más allá y logró el distintivo stone que perdurará por siempre, como las canciones de Sticky Fingers y las ganas de volver a escucharlas, aunque pase otro medio siglo.
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