“Me recuperé. Me dieron el alta ayer”, contó Dady Brieva en Lo de Mariana, el programa de Mariana Fabbiani por El Trece. Y contó que los cuatro –su esposa, Mariela Anchipi, y sus hijos menores, Felipe (10) y Rosario (8)– estuvieron “metidos adentro y aislados”. Hablaba, claro, del contagio por coronavirus que sufrieron hace un par de semanas.
“Me sentí mal. Te da una cierta cantidad de incertidumbres. Cuando tuve hepatitis ibas blanco y orinabas Coca Cola. Acá hay una serie de síntomas distintos. Es bastante embromado. Me asusté mucho. No sabés para dónde se va a disparar. Un día te dicen ‘vos’ y no estas preparado. Empezás a pensar en los hijos…”, contó el actor y dijo que no tiene idea de cómo se contagió. “Me he cuidado. No nos hemos relajado. Hice teatro todo protocolizado”, agregó Brieva.
Entonces, Mariana aprovechó para preguntarle si era así como lo había leído decir, que el contagio podía venir del colegio de los chicos. “No, no”, contestó el humorista acerca de las declaraciones que hizo ni bien se contagió y no ahondó en el tema. Sí volvió a cómo transitó la enfermedad: “Es como una domiciliaria, pero con tobillera espiritual”. Y buscó no meterse de una en la polémica en torno a la suspensión de las clases presenciales.
Entonces la mesa, integrada por médicos y periodistas, además quiso saber qué pensaba de la discusión mediática y política en materia de la pandemia. “Da la sensación de que no se habla de lo que se está hablando”, deslizó Dady, midiendo sus palabras. Luego agregó: “Las restricciones tienen que ser las restricciones. Hay que ser bien claro en esto”.
Y al rato, ante la insistencia de Mariana, contestó: “Vamos al barro. Yo no me puedo hacer el boludo. Ya me cansé”. Frente a las risas de los comensales, disparó: “La información hay que ver desde que lugar la mostrás. Si con esa cámara o con la otra. Hay una información dirigida de un lado o del otro. Es lo que hay… Se están discutiendo cosas muy fuertes”. En un clima de alegría y distensión, tras un divertido intercambio con Mariana Fabbiani y después de aclarar que habían hablado detrás de cámara acerca de las cosas en las que piensan distinto, Dady confesó: “Soy un provocador”.
“Tenía puesto un chip sexual que liberaba testosterona”, contó al sumarse a juego que repasaba sus declaraciones. Y cuando le preguntaron si funcionaba, dijo que por un tiempo. “Voy al psicólogo, rezo, me tiro las cartas. Hago todo lo que hay que hacer”, aseguró, siempre en clave de humor y regaló una anécdota desopilante de cuando se fue a comprar un preservativo en Estados Unidos que decía “stronger”. “Es para mí”, pensó y dijo “deme dos”, sin suponer que cuando se lo quiso colocar “era como un alfajor Jorguito de tres capas”.
¿La siguiente consulta? Si existían las chances de que volvieran los Midachi, ese grupo de humor histórico que integraba con el Chino Volpato y Miguel Del Sel. “Es medio jodido avenirse a los tiempo nuevos. Quizás ya no haya un tiempo para nosotros”, apuntó sobre el humor que hacían en los años 80, 90 y 2000. Mientras que cuando le insistieron si veía al menos la chance o habían intentado adaptar aquel humor a los tiempos que corren, apuntó: “Se ve que no tuvimos ni la intención, ni el coraje. Estamos más para aniversarios... Además, ¿nuestro público querrá un Midachi deconstruido?”. Y marcando la seriedad del tema que estaba tocando, a modo de metáfora relató que una vez, en Santa Fe, a una quesera le dijo que plantara soja, porque era el negocio que se venía, y ella le contestó: “Pero yo sé hacer queso”.
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