La bonita y talentosa Rosamund Pike parece transitar por uno de esos momentos donde la vida se presenta como un hermoso camino asfaltado sin baches, sobresaltos ni siquiera peligros de multas y mucho menos amontonamientos en el peaje. Se la ve radiante con su pareja, orgullosa de sus dos hijos y reconocida en su trabajo con un Globo de Oro a la mejor actriz por su papel en Descuida, yo te cuido. Todo anda tan bien que, para la atípica premiación, lució un vestido con kilómetros de tul rojo intenso, lleno de lazos y pliegues. El atuendo era llamativo y ella le sumó no unos tacos de vértigo ni botas de ensueño sino unos borcegos. Los zapatos más dignos de un desfile militar que de una pasarela elegante, le permitieron salir del hotel caminando no cual princesa etérea sino como una princesa guerrera repartiendo maravillosas y certeras patadas voladoras.
El de princesa guerrera parece ser no característica a tono con estos tiempos sino un modo de vida de la actriz británica. Pike es de esas mujeres que combinan una belleza perfecta con una determinación firme. Alguien que puede plantarse y decirle no al que le pide desnudarse en un casting porque ella prioriza que vean su talento y no solo su cuerpo. Pero también alguien que lloró y mucho por penas de amor.
Aunque Rosamund no nació en cuna de oro, sí digamos que lo hizo en cuna “plata 900”. La británica es la hija única de Caroline, una violinista y Julián, un cantante de ópera. Sus padres andaban dando conciertos por todo Europa y su hija iba con ellos. Así fue como aprendió a hablar en francés y en alemán. Criada entre músicos pasaba largas horas en salas de ensayo o entre los bastidores de los teatros, pronto descubrió los secretos del piano y también del violonchelo. Sin embargo, aunque toca ambos instrumentos muy bien rodeada de expertos comprendió que no alcanzaría la perfección que necesitaba para ser concertista.
Su mamá además de violinista era soprano. Fue viéndola actuar en La viuda alegre que su hija descubrió que la interpretación era un mundo en el que se quería quedar. “Es una ópera maravillosa y mi madre llevaba esa boa y esa peluca que le daban el aspecto de una estrella de cine”. Decidió que seguiría en el escenario pero ya no como música sino como actriz. En la tierra de Shakespeare es casi imposible no interesarse por el teatro clásico y así lo hizo. A los 17 años protagonizó una puesta de Romeo y Julieta del National Youth Theatre. La muchacha estaba feliz porque por primera vez encarnaría a Julieta. Es que en las obras escolares y por su altura, siempre le daban los papeles masculinos. En esa puesta, un agente la vio y le consiguió algunos papeles menores en la televisión.
Decidida a ser una actriz formada se inscribió en varias escuelas de teatro. Pero no siempre querer es poder. Todas las escuelas donde se anotó la rechazaron. Así que cambió las clases de teatro por las aulas de la Universidad de Oxford. Comenzó a estudiar Filología Inglesa, la ciencia que estudia los textos escritos.
Fue en esa época que en los pasillos de la universidad conoció a una chica cuyo padre había sido presidente de una de las naciones más poderosas de la tierra: Chelsea Clinton. Se hicieron amigas. Era frecuente verlas charlando o compartiendo salidas. Cuando querían secretear sin oídos indiscretos cerca se hablaban en alemán. La amistad siguió durante varios años. Tenían un pacto: no hablar de política. Pero Rosamund una vez dijo que prefería la política de Obama que la de Hillary. Parece que Chelsea en ese momento se enojó porque bueno, una cosa es criticar a los políticos y otra a su mamá y se distanciaron.
En los pasillos de Oxford, además de encontrar a una amiga, Rosamund se topó con su primer gran amor. Se trataba del actor Simon Woods. Ambos compartían la misma carrera, el amor por el teatro y el deseo de dedicarse a la actuación. Enamorados comenzaron un lindo noviazgo. Salieron durante dos años. Pero en un momento Woods salió del armario y le contó a Pike que con ella estaba todo más que bien, pero que prefería a los hombres. Seguramente Pike lloró como novia pero lo entendió como persona. Desde entonces son muy buenos amigos. Incluso trabajaron juntos en “Orgullo y prejuicio”.
Para Pike la vida siguió. Se graduó con honores mientras participó en algunas series de televisión. Alguien le contó que estaban tomando pruebas para la película “Die Another Day”, la última de la saga James Bond que contó con Pierce Brosnan en 2002.
Con 21 años se presentó confiada. Llegó su turno, dijo su nombre, repitió una líneas y le pidieron que se quedara en ropa interior. Ella se negó a hacerlo. “No iba a quitarme el vestido en mitad de una prueba para que luego la cinta circulara por todo Los Ángeles y se me juzgara”. Su fortaleza para negarse fue más efectiva que una pose sexy. Consiguió el papel e interpretó a Miranda Frost junto a Brosnan y Halle Berry.
Luego del estreno comenzaron a llamarla “La rubia de hielo” y “La rosa inglesa”. Pike reconocería que ser chica Bond no fue bueno porque “Ese personaje me granjeó una imagen de mujer estirada y frígida”. Siguió un papel en “El libertino” con Johnny Depp y entonces sonó nuevamente su teléfono. La convocaban para ser parte de “Orgullo y prejuicio”.
En el set conoció al director Joe Wright. Enamorados comenzaron un noviazgo que duró cinco años. Se los veía juntos, felices. Llegó la propuesta de matrimonio. Con un gran sentido de lo cinematográfico o de lo importante del momento, Wright la hizo con el marco del Lago de Como, en Italia. Un lugar único para un momento único. Comenzaron los preparativos para la gran boda y se compraron una casa.
Eligieron fecha y lugar para el evento. Amigos, familiares y conocidos se preparaban para la ceremonia. La madre de Rosamund era la encargada de organizar todo pero Wright le dijo a su novia que se encargara de las participaciones. Pike decidió ser original y adjuntó a las invitaciones una foto de ambos en la bañera. Lo que parecía un gesto gracioso se transformó en un desastre.
Según cuentan, Wright se enfureció por la idea de su novia y decidió cancelar la boda. De nada valió el vestido encargado, el catering pago, el salón reservado y mucho menos -imaginamos- los llantos y súplicas de su novia. No hubo vuelta atrás. Rosamund dejó la casa que habían comprado con su ex novio para mudarse a la de su mamá que además se encargó de llamar a los invitados para desinvitarlos.
La idea de un novio cancelando una boda solo por una participación que no le gustó no parece muy creíble. Versiones decían que Wright había estado con otras mujeres y que se sintió presionado para casarse. Aunque teniendo en cuenta la edad del susodicho habría que responderle “gente grande”. Pike se guardó el dolor y soportó la humillación sin salir a despotricar contra su ex, un gesto maravilloso salvo para los tabloides que se quedaron sin unas cuantas páginas cubiertas. Sí reconoció en una entrevista en The Guardian que “Todavía no tengo idea de lo que le pasó a Joe y por qué decidió cancelar la boda, nunca fue demasiado claro”. Sin embargo, se negó a condenarlo. “Sigo pensando que es un hombre extraordinario”. Lo que se dice una verdadera lady.
Después de semejantes historias, se podría pensar que Pike se transformaría en una descreída del amor o que tardaría bastante en volver a confiar en algún señor. Y sabemos el dicho que “el que se quema con leche...” Pero en 2009 le presentaron al investigador y matemático Robie Uniacke.
Uniacke tenía una vida “movidita movidita”. Nació en 1961 y le lleva a Pike 18 años. Se educó en Eton College, la aristocrática institución donde también estudiaron los príncipes William, Harry y Kate Middleton. De chico mostró un gran talento para las matemáticas. Al crecer además aprendería a la perfección chino mandarín.
El matemático se casó con Emma Howard que era hija de un conde. Tuvieron un hijo. Ambos eran adictos a la heroína e iniciaron tratamientos de rehabilitación. Pero parece que a él le fue mejor que a ella con el intento y cinco años después se divorciaron. Tiempo después se casó con Rose Batstone, una diseñadora de interiores con la que tuvo tres hijos y de la que, luego de varias separaciones, también se divorció.
El matemático y la actriz venían de mundos muy distintos. Y eso ayudó. Rosamund no quería saber nada con ningún muchacho del mundo del espectacúlo. Por esoc cuando conoció a Uniacke en una fiesta quedó fascinada con el “ingenio, la inteligencia y la irreverencia” de ese hombre. Desde 2009 están juntos y son padres de Solo y Atom que hablan perfectamente inglés y chino, pues su padre no solo se los enseñó, sino que habla con ellos en ese idioma. En tiempos de pandemia intuimos que en ese hogar no habría problemas con las tareas de fracciones, reglas de tres compuesta y ecuaciones.
Según Pike el éxito de su relación es que su compañero es un gran feminista. “Es algo que valoro mucho y aprecio a diario. Alguien que tenga la suficiente confianza y seguridad en sí mismo para tratar con esta locura... Nuestra vida es una locura. Simplemente los cambios constantes. El hecho de que mantengamos cualquier forma de rutina es realmente admirable”, contó a The Guardian. Eso sí ambos coinciden en seguir conviviendo libres y sin papeles y obvio no es necesario explicar el por qué, ya que reiteramos “el que se quema con leche...”.
La actriz reconoció que Uniacke la alentó a elegir papeles de mujeres aguerridas y reales. Así fue Madame Curie. “Creo que lo más importante es subrayar que Marie Curie, exactamente igual que el feminismo actual, no pidió ningún tipo de dispensa por ser mujer. Ella se limitó a exigir respeto como científica. Jamás intentó utilizar el ser una mujer para hacerse la víctima, o lamentarse. Y mucho menos pidió disculpas por ello. Exigió ser respetada por su cerebro. Exigir igualdad de género no es solicitar condescendencia por ser mujer. Dicho así, parece obvio, pero, tal y como están las cosas, no lo es”, contó en el diario El Mundo.
Otro papel en el que demostró su talento fue en “Perdida” la película de David Fincher donde compartió cartel con Ben Affleck. Por el rol de la manipuladora Amy Dunne tuvo una nominación al Oscar.
Hoy vive un momento de éxito con “Descuida yo te cuido”, el thriller que se puede disfrutar en Netflix. Feliz con su carrera y con su vida, la británica asegura que “para triunfar siendo mujer tienes que ser doblemente lista, doblemente inteligente o doblemente capaz. Pero incluso antes de eso, tienes que disponer de una oportunidad para demostrar que vales”. Parece que Pike logró la maravillosa alquimia de capacidad más oportunidad. Y si encima tenés un compañero que se encarga de explicarle las tareas de matemática a tus hijos, mucho mejor.
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