Silvia Süller supo ser una de las figuras mediáticas más destacadas de los 90 tras su separación de Silvio Soldán. Larga cabellera rubia, labios rojos y vestidos escotados, la creadora del “beso seco” o del apodo “chizito” a Jacobo Winograd desfilaba por cuanto programa había haciendo reír, pero también mostrándose vulnerable, a corazón abierto a la hora de hablar de su ex amor, de la relación con sus hijos Marilyn y Christian y de aquellas cosas que le dolían. Hoy sale muy poco y ya no se codea con famosos, elige bajar el perfil, aunque admite que le gustaría regresar a la televisión. Luego de haber encontrado el amor en un joven uruguayo cuarenta años más chico a quien aún no conoce, habló con Teleshow sobre su presente, la relación con su familia, el recuerdo de sus padres y el amor.
Como para la mayoría de los argentinos, la pandemia sumada al encierro hicieron del 2020 un año complicado. Sin embargo, Silvia aseguró que está bien y explicó que ante la falta de propuestas laborales concretas, se las ingenió para conseguir dinero: “Vivo en un monoambiente de 52 metros, no me falta plata, no tengo problema porque siempre me las rebusco, hice desde junio hasta octubre videollamadas y las cobraba”.
“El encierro es un estilo de vida, yo no salgo a ningún lado, pero saber que era obligatorio me afectó, te da la sensación de que estás en una cárcel. Y me afectó en el trabajo. Estoy acostumbrada a trabajar, hace 35 años ininterrumpidos que estoy en televisión, yendo de un canal a otro, a presencias y sin hacer nada, hasta el cuerpo lo siento raro”, dijo Silvia que aunque por su edad (63) está dentro del grupo de riesgo, no se vacunaría contra el coronavirus: “Voy de la mano de Dios, soy muy creyente, rezo todas las noches y no tengo miedo, no me voy a vacunar”.
La mediática se mostró abierta a la idea de regresar a trabajar en pantalla, “estoy espléndida física y mentalmente para volver”, aseguró y se preguntó: “No entiendo por qué no me llaman porque hay programas, Corte y confección, Masterchef, Por el mundo, Minuto para ganar, yo soy muy divertida... Soy la eterna invitada porque levanto el rating”.
Pero como en todo lo malo siempre hay algo bueno, la pandemia trajo el amor a la vida de Silvia. Fue gracias a las videollamadas que realizaba para juntar dinero que conoció a Martín Lema: 23 años, uruguayo, periodista y fanático de Süller desde los diez. Llevan ocho meses de relación a distancia, por el cierre de fronteras aún no se vieron personalmente, aunque ya tuvieron relaciones virtuales.
“Haciendo las videollamadas lo conocí, pegamos onda y nos empezamos a hablar, nos dimos los celulares, no dejamos de hablar horas y horas de noche, hacemos el amor virtual.... " dijo y de inmediato aclaró, por temor a hackeos: “Yo no me muestro, nunca salí desnuda, no lo voy a hacer ahora”. Sin perder la picardía que la caracteriza, agregó con doble sentido: “Yo lo conozco a él, pero él a mí no”.
Cual adolescentes, la pareja habla todos los días, varias veces al día, varias horas, donde se cuentan todo. Están juntos desde agosto: “Tanto hablamos y empezamos a jugar, a chichonear, a decirnos cosas y me decía ‘chau mi amor’”.
¿Qué es lo que más le gustó de Martín? “Su manera de hablar, el tono de voz me sedujo y él, es muy dado y puedo hablar cosas más interesantes, es bastante adulto y yo soy chiquilina, no maduré nunca, además es muy divertido”, dijo asegurando que los cuarenta años de edad que los separan no se notan y bromeó: “Le dije ‘tu mamá debe ser más joven que yo’ y él me dijo que sí y que le gusto al abuelo”.
“No se me conoció nunca a nadie, después de Soldán es la primera vez que blanqueo un romance, estoy contenta, ilusionada de que viaje, me siento rara, me siento una niña. He llorado mucho e irme a dormir con una sonrisa, y despertarme con una sonrisa, ya toco el cielo con las manos”, dijo a la espera de que abran las fronteras para que él pueda venir a Buenos Aires. Y al ser consultada sobre cómo imagina el encuentro, suspiró feliz: “¡Va a ser terrible!”.
“Desde que murieron mis padres, siento la presencia de mi madre, soy muy mística, hablo mucho con ella. Fue una mujer de carácter fuerte y lo que no hizo en vida lo está haciendo ahora y me está ayudando mucho. Siento que lo mandó”, cambió abruptamente el tema y el tono de la charla y se quebró al recordar a Hugo y a Nélida, fallecidos en el 2018 y 2019.
Con la voz aún tomada por la emoción, se refirió a la mezcla entre felicidad y tristeza que le produce recordar a a su mamá. Aunque no están presentes físicamente, ella siente a sus papás: “Tengo el portarretratos con su foto, una vela que se las enciendo y hablo mucho con ellos y sé que me escuchan, pero los lloro”.
—Siempre hay un porqué en mi vida. ¿Por qué hace doce años que no hablo con mi hijo Christian?
— ¿Por qué?
—No hay porqué.
—¿Intentaste acercarte a él?
—Sí, lo busqué mucho tiempo, lo esperaba en la puerta, hice de todo. Pero me hacía mal a mí, en el 16 decidí irme del país, pero cuando te vas no empezás una nueva vida, llevás todas tus mochilas. Volví y falleció mi papá, después mi mamá. A Christian lo busqué y lo sigo esperando, algún día va a volver porque no pasó nada, y me lo replanteo todas las noches, no le encuentro explicación. Pero va a volver.
Aclaró que aunque no tiene relación, su hijo la ayuda económicamente al igual que su hija Marilyn, con quien sí desde hace un par de años, tras la muerte de su padre, recompuso el vínculo. Tiene dos nietos, Francisco de cinco años y el menor, de ocho meses, que nació en plena pandemia.
Por diversas circunstancias la mediática no pudo estar cerca en el nacimiento de ninguno de los dos: al mayor lo conoció a los dos años y medio por diferencias con su hija y al menor a los tres meses, debido a la pandemia, pero los tres intentan recuperar el tiempo perdido. “Cuando tuve al bebé en brazos casi me muero porque es la cara de mi hija, es tan simpático. Son los dos divinos”, dijo con una sonrisa que se podía imaginar a pesar de que se trató de una charla telefónica.
“Yo soy como los dibujitos animados que ves en la tele”, le explicó Süller al mayor de sus nietos luego de que él le preguntara con asombro por qué tanta gente en la calle la saludaba por su nombre. “Cuando me fui hablé con Marilyn y me dijo que él le dijo ‘qué linda que es tu mamá”, recordó sobre el amor más puro, el de un nieto a su abuela.
En la calle la reconocen a pesar del barbijo o los lentes negros que usa. Sin embargo, cuando quiere pasar desapercibida, lo logra. Como la semana pasada que fue al cortejo fúnebre de Carlos Menem y pasó por al lado de varios periodistas que no la vieron. “Fui a Callao y Rivadavia, llegué a tocarlo (el coche fúnebre) y todo. Fue el mejor, único y gran presidente, en los años 90 ya estaba trabajando en televisión, me separé en el 92 de Soldán y fueron años gloriosos, uno a uno sin inflación, gané mucha plata, viajes en primera, habrá tenido errores como todo el mundo, pero comparado con lo que vino después, me sigo quedando con Menem”. De todas formas, se definió como una persona “apolítica” y prefirió no hablar de los mandatarios que siguieron.
Corrió mucha agua debajo del puente, pero el balance es bueno. “Estoy feliz con mis nietos, con mi nuevo amor y el hecho de haber dejado atrás el pasado y dejar de llorar. Me cambió la pandemia, tanto encerrada mirando el techo y decís, ‘qué estúpida llorando mientras los demás se divierten…' no hay que rogar por el amor de nadie. Hay que vivir el presente mirando el futuro”.
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