Mirtha Legrand, ansiosa por su regreso a la televisión: “Seguro voy a llorar”

En diálogo con Teleshow, la diva se mostró feliz de volver a ponerse al frente de su clásica mesa después de nueve meses. “Siento los mismos nervios que cuando hice mi primer programa”, confesó. Sus nietos, Nacho y Juana Viale, le prepararon varias sorpresas

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Mirtha Legrand
Mirtha Legrand

El 3 de junio de 1968, Mirtha Legrand debutó con un ciclo totalmente innovador para la pantalla argentina: Almorzando con las estrellas. Estaba nerviosa. No sólo porque era la primera vez que conducía un programa sino, también, porque no terminaba de asimilar la idea. “¿Comer en televisión? ¡A quién se le ocurre!”, le había dicho a Alejandro Romay cuando el productor le acercó la propuesta. Pero su marido, Daniel Tinayre, la convenció de aceptar. Y el ciclo, que con cambio de nombre incluido ya lleva cincuenta y dos años en el aire, logró batir todos los récords de permanencia a nivel mundial, al igual que su conductora.

Sin embargo, la pandemia del coronavius obligó a la diva a tener que resguardarse en su domicilio, dejando La noche de Mirtha y Almorzando con Mirtha Legrand en manos de su nieta, Juana Viale. Y, por primer vez en su vida, pasó nueve meses sin trabajar. Pero no estaba dispuesta a cerrar el 2020 sin despedirse de su público. De manera que, con todos los cuidados pertinentes, esta noche volverá a ponerse al frente de su mesaza. Y eso la tiene desbordante de alegría. Aunque, en diálogo con Teleshow, reconoce que después de tanto tiempo sin estar frente a una cámara, está tan nerviosa como en aquel primer programa del ´68.

—¿Cómo se siente ante esta vuelta, Mirtha?

—¡Me siento rara!

—¿Enserio?

—Sí, muy extraña. Pero bueno, estoy con muchas ganas de que empiece el programa. Con ansias. Y soy muy optimista, porque sé que vamos a hacer un lindo trabajo con Juana.

—Dicen que le tienen preparadas varias sorpresas....

—Sí, pero Nacho (Viale) no me quiere decir nada. Así que no sé de qué se trata.

—Seguramente la van a hacer emocionar, ¿no?

—Que voy a llorar, eso seguro.

—Usted suele estudiar mucho para cada programa, ¿qué preparó para esta mesa?

—No preparé nada: voy a improvisar todo. La idea es que sea todo cálido y cariñoso. Lo que voy a hacer es hablar con Juana de su vida, de la mía y de las cosas que le interesan al público. Yo lo que quiero es que la gente la pase bien, que no se aburra y que se prenda al programa. Y quiero que tengamos éxito. Para mí es un esfuerzo hacer esto, porque quedé muy mal después del aislamiento. Tantos días encerrada me hicieron daño.

—¿En qué la afectaron, Mirtha?

—Un poco anímicamente y, después, físicamente. Hasta que me di cuenta de que era el encierro lo que me estaba haciendo mal. Entonces empecé a salir y, ahí, estuve mejor.

—Es que, además, usted nunca estuvo tanto tiempo sin trabajar...

—No, y también es eso. Porque me sobraba el tiempo y no sabía qué hacer. Estaba mucho en la cama, dormía, veía televisión, leía... Pero no era suficiente. La verdad es que el ser humano necesita salir al aire libre.

—Y usted que siempre dice que le dedicó su vida al público, tal vez necesitaba también ese contacto.

—Es cierto. Yo estoy muy preocupada con el tema de la pandemia. Tengo temor: yo estoy en zona de riesgo y hasta en mi casa ando con barbijo. Además, tan esperanzados que estábamos con la vacuna, todavía no apareció. Pero estoy feliz de volver a hacer el programa, así que voy a ir con todo mi entusiasmo y con todo mi amor. ¡Siento como si recién empezara mi carrera!

—¿No me diga que tiene los mismos nervios de su debut?

—Sí, tal cual. Como cuando hice mi primer programa. ¡Después de tantos años!

Mirtha en 1968, firmando su contrato para hacer Almorzando con las estrellas junto a Alejandro Romay y Samuel Yankelevich
Mirtha en 1968, firmando su contrato para hacer Almorzando con las estrellas junto a Alejandro Romay y Samuel Yankelevich

—¿Y cómo va a ser su llegada al estudio?

—Me voy a peinar y maquillar en casa y, después, me voy a vestir en el canal. Me han hecho un protocolo fantástico, se han ocupado muchísimo para que yo no me contagie. Así que han armado toda una burbuja. Y yo ya tengo ganas de que empiece el programa, porque la espera me pone muy ansiosa.

—Le va a hacer bien volver a lo suyo...

—Sí, seguro. Igual, yo voy a hacer el de esta noche, nada más. Juana va a hacer el programa del domingo y los dos que quedan la semana que viene, y después ya se termina el ciclo por este año.

—¡Pero no podía despedirse el programa sin la conductora!

—¡No, no, no! Por eso, cuando Nacho me lo propuso me encantó la idea. Yo podía haberla rechazado y, sin embargo, la acepté de inmediato. Enseguida dije que sí.

—Pensé que había tenido que convencerla...

—No. Cuando me contó lo que tenía pensado le dije: “Ah, bueno, Nacho, sí”. Y más cuando me dijo que era una mesa con Juana.

—¿Qué le pareció la conducción de su nieta?

—¡Estuvo fantástica! Realmente, se fue afianzando mucho con el correr del tiempo. Y ahora está como si toda su vida hubiera hecho el programa ella. La verdad que es admirable. Yo no he conocido un caso así de evolución tan evidente, tan terminante. Empezó casi sin hablar y, ahora, habla constantemente, baila, canta...

—Son los genes, Mirtha.

—Puede ser, sí.

—¿Usted miró todos los programas de Juana?

—Sí, todos. Esperaba que llegaran los sábados y domingos y era una fiesta para mí. Los veía sola, no quería que me hablaran ni que me distrajeran, porque quería observar todo lo que pasaba. Y además, ella está divina. ¡Qué mujer preciosa! Es una niña tan bonita. ¿Niña? Ya tiene treinta años. Pero bueno, es una belleza.

—Debe ser un orgullo para usted que ella haya podido ocupar su lugar...

—De verdad, yo nunca lo imaginé. Yo creí que a Juana no le gustaba, porque ella tiene pasión por el teatro. Y es una muy buena actriz: yo la vi en Mar del Plata con un obra que se llama El Ardor, que hacía con Luciano Cáceres. Pero me parece que ya le encontró el gusto a la televisión también.

—¡Qué no se adueñe de su lugar que el público quiere verla de nuevo!

—Vamos a ver qué pasa el año que viene, si afloja un poco todo esto de la pandemia... Yo soy optimista. Y sé que el de esta noche va a ser un lindo programa, que vamos a hacer con mucha ternura, con emoción y con sentimiento. Y sí, estoy nerviosa, no lo puedo negar. Pero yo soy muy especial y, cuando se enciende la lucecita, cambio totalmente. Así que espero que el público lo disfrute.

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