Imaginate esta situación. Ese amigo de infancia con el que compartías tardes de juegos y recreos es ahora un actor megafamoso, millonario y además uno de los tipos más pintones y carismáticos del mundo. Mientras vos, aunque estás contento con tu vida, trabajás de mozo en un bar del aeropuerto y hacés malabares para llegar a fin de mes. Así están las cosas cuando ese amigo de infancia te invita a una cena en su mansión de Los Ángeles. No serás el único invitado. En total serán 14. Todos amigos y compinches de infancia del anfitrión, de ese pibe que conociste en Kentucky, apasionado del béisbol y el basquet y que se convirtió en uno de los tipos más deseados del mundo: George Clooney.
El encuentro fue el 27 de septiembre de 2013. Los invitados llegaron puntualmente. Con esa cordialidad no impostada que caracteriza a Clooney intercambiaron anécdotas, recuerdos y chistes. Hubo bromas sobre la vez que en plena adolescencia una enfermedad le paralizó parcialmente el rostro y recién luego de un año remitió. “Bué, si el precio a pagar era terminar con un rostro como el tuyo…” habrá pensado más de uno. Bromearon acerca de cuando soñó ser jugador de béisbol pero no pasó de la primera ronda de selección. Alguien enumeró todas las changas que hizo mientras estudiaba periodismo y se probaba como actor. Vendedor de zapatos para mujeres y de trajes para hombres, agente de seguros, encargado de depósito, albañil y hasta recolector de tabaco.
De la vida actual intentaron no hablar. Todos sabían lo bien que le había ido a Clooney y también a otro de los presentes, Rande Gerber, empresario casado con la bellísima Cindy Crawford. Pero varios, en cambio, la diosa fortuna les resultaba esquiva. Uno de ellos trabajaba en un bar en el aeropuerto de Texas, otro contó que iba a su oficina todos los días con frío o lluvia en bicicleta ya que no le daban las cuentas para comprarse un auto.
Luego de la charla, el actor les pidió a todos pasar a la mesa. Cada uno se ubicó en el lugar asignado, pero se miraron extrañados. Junto a cada silla había un misterioso maletín.
Los 14 invitados se miraron curiosos e intrigados. El anfitrión tomó la palabra: “Escuchen, quiero que sepan cuánto significaron para mí. Llegué a Los Ángeles, dormí en su sofá. Soy muy afortunado. No podría estar donde estoy hoy sin todos ustedes”, hizo una pausa y siguió “es realmente importante para mí que, mientras sigamos juntos, les devuelva el favor. Así que quiero que abran los maletines”.
Lo hicieron. Se encontraron con fajos de billetes de 20 dólares que en total sumaban un millón de dólares. Si leyó bien, les regalaba “un palito verde” a cada uno, en total, 14 millones de dólares. Los catorce amigos quedaron en shock. Dudaban entre reírse, pellizcarse o desmayarse.
Clooney siguió: “Todo pasamos por tiempos difíciles, algunos de ustedes todavía están pasando por eso. No tienen que preocuparse por sus hijos, no tienen que preocuparse, ya saben, de la escuela, no tiene que preocuparse por pagar su hipoteca”.
Pero no solo eso. El actor sabía que del millón de dólares les descontarían 300 mil en impuestos. Con todo bajo control se encargó de hacer el aporte correspondiente para que cada amigo recibiera el millón limpio y no una suma menor. En total desembolsó 18.200.000 dólares.
Entre los destinatarios estaba Rande Gerber que intentó rechazar el regalo. “No me voy a llevar este dinero”, aseguró. “Voy a hacer un anuncio. Si Rande no se lleva el millón de dólares, nadie lo tiene”, retrucó el actor. Así que Gerber tuvo que aceptarlo para no perjudicar a sus amigos. Eso sí lo donó a obras benéficas.
George Clooney parece adherir al precepto evangélico “que tu mano izquierda no sabe lo que hace la derecho”. De hecho el regalo para sus amigos trascendió porque el indiscreto Rander contó la anécdota en el programa Headline. Pero el actor no duda en comprometerse con distintas causas en las que cree y realizar generosas donaciones, a veces esa generosidad trasciende.
Ante la crisis sanitaria provocada por el Covid, sabiendo que es un privilegiado y que no todos los actores la pasan bien, con su esposa Amal entregó un millón de dólares para ayudar ante el desastre que causa la pandemia. Dos de las instituciones que se beneficiarán de estas ayudas son The Motion Picture and Television, de la que George Clooney es miembro de la junta y que ofrece ayuda a personas del mundo del cine y la televisión con recursos limitados, y de SAG-AFTRA Fund, que brinda asistencia financiera a artistas de Los Ángeles. Luego sumaron otros 300 mil dólares que entregaron a tres organizaciones benéficas internacionales: el Banco de Alimentos del Líbano (país de origen de Amal), a la región de Lombardía, Italia, (donde el matrimonio tiene una mansión con vista al Lago di Como), y al Servicio Nacional de Salud (National Health Service) de Reino Unido.
Entregaron 100 mil dólares al Young Center for Inmigrant Children’s Rigths, asociación benéfica que se ocupa de asegurar el respeto de los derechos de todos los niños que entran en el país de manera ilegal. En una entrevista con la revista People se encargó de dejar en claro por qué entregaba ese dinero. “En algún momento, mis hijos (Ella y Alezander) cuando crezcan, nos dirán si es verdad que en nuestro país se separaba a los bebés de sus padres y los mandaban a centros de detención” dijo y agregó “Cuando les digamos que sí, que eso ocurrió, nos preguntarán qué hicimos para evitarlo, qué dijimos, de qué lado nos pusimos. Y de momento no podemos cambiar la política de esta administración, pero sí que podemos ayudar a la defensa de sus víctimas”.
La Cruz Roja Libanesa, Impact Lebanon y Bytna Baytak también fueron elegidas por el matrimonio para recibir 100 mil dólares y ayudar luego de la explosión que ocurrió en agosto en el puerto de Beirut. Años atrás donaron tres millones de dólares a un proyecto de UNICEF para lograr la escolarización en el Líbano de los menores sirios.
Clooney no solo es un hombre que no teme abrir su billetera cuando la causa lo vale, además suele involucrarse en persona. Hace dos años formó parte de la March four our lives, convocada por jóvenes pedir que el gobierno cambie su política respecto a la posesión de armas tras el trágico tiroteo en el instituto Marjory Stoneman Douglas de Florida. Además donaron 500 mil dólares para ayudar a organizar la marcha.
En otra ocasión vieron la historia de nueve perros abandonados y rescatados por los trabajadores de un refugio en California. No había pasado una semana que recibieron 10 mil dólares del actor y su esposa para comprar material y equipamiento.
En una visita a Escocia pasó por el local de comidas Social Bite. Pidió un sandwich de palta, pesto y pimienta, y a la hora de pagar, dejó un extra de USD 1500. Es que el local emplea el sistema de “comida o café pendiente”. Los clientes pueden dejar pago un plato de comida o una taza de café para que consuma una persona sin hogar. “Me gusta mucho lo que están haciendo, luchan por una muy buena causa y es positivo que todos podamos participar”.
Con Amal, impactados por la concentración de supremacistas en la ciudad de Charlotesville entregaron un millón de dólares a la organización Southern Poverty Law Center para ayudar en su lucha contra los crímenes racistas y de odio.
Otra causa en la que se involucró fue el conflicto en Dafur. No solo sumó a sus amigos Brad Pitt y Matt Damon en la organización humanitaria Not on our Wathc, también entregó 500 mil dólares para llevar alimentos a la castigada zona de Sudán. Pintón, generoso, buen amigo y buena gente. No hay nada que hacer, Clooney las tiene todas.
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